La poesía es mi manta: historias de 'sinpapeles' convertidas en teatro y música

El espectáculo habla de barreras geográficas y también de las cotidianas

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(Dos hombres conversan mientras toman café)
-¿Qué vamos a hacer? Ya hemos hecho de todo, las ofrendas no funcionan.
-Sigue sin llover.
(Entra una mujer en escena)
-Hola, abuela.
-¿Qué tal, niños? ¿Cómo estáis?
-Pues…mal.
-¿Mal? ¿Por qué?
-Siempre que venías, había cena aquí, hoy no hay nada. Nada. Para que veas… Y, encima, acabo de perder otra vaca, abuela.
-¿Otra vaca más?
-Estábamos hablando de esto… Las ofrendas, todo lo que rezamos, no sirve para nada, siguen muriendo las vacas, sigue la sequía.
-¿Y qué vais a hacer?
-Pues, abuela, no sé…la verdad es que estoy harto de esta situación, me voy a ir de aquí.
-Yo también.
-¿Como que os vais a ir? ¿A dónde vais a ir? Eso no es seguro. ¿Sabéis cuánta gente se va y no vuelve? Y nosotros mientras aquí, preocupados por vosotros, no sabiendo dónde estáis.
-Sabía que la abuela diría eso, te dije que no le dijeras nada.
-Podéis ir a otras partes del país, a la ciudad, pero ¿por qué tenéis que arriesgar vuestra vida…?
-Abuela, yo lo tengo claro, me voy a Europa. Fui a ver a mi chamán, me ha dado amuletos, he hecho mis sacrificios…y nada funciona. Es verdad, hay gente que se muere en el camino, pero yo esta situación no la puedo soportar más.
(Uno de los dos hombres se levanta bruscamente)
-¡Me voy!

–Escena del café. La poesía es mi manta–

Algo parecido a esta escena le sucedió a Serigne Mbaye, original de un pueblo de pescadores en Senegal, Kayar, “donde el sector de la pesca está muy afectado por la presencia de las multinacionales. El empobrecimiento es uno de los principales motivos que nos lleva a marcharnos de nuestro país. Pero, ¿quién conoce nuestra verdadera historia aparte de nosotros mismos?”, se pregunta Mbaye, de 44 años, miembro del colectivo La poesía es mi manta que –a través de la poesía, el teatro y la música– pretende dar a conocer la realidad de las personas migrantes.

“La gente se ha acostumbrado a ver noticias sobre migrantes que tratan de alcanzar Europa por varias vías. Pero los medios de comunicación no profundizan en lo que hay detrás de cada una de estas personas, sus motivos para dejar atrás a su familia y jugarse la vida en busca de un presente y un futuro mejor”, denuncia el senegalés que llegó a España hace más de una década.

La poesía es mi manta tiene su germen en la Asociación Sin Papeles de Madrid –creada en 2008 para la defensa de los derechos de las personas migrantes– , de donde han salido muchos de sus integrantes a lo largo de su década de vida. “Ahora se llama así, pero este proyecto ha evolucionado de otro que se llamaba La manta no es mi sueño”, cuenta Mbaye. “El grupo está en continua mutación, por aquí han pasado y siguen pasando muchas personas. Está abierto a cualquiera que quiera participar, no tiene por qué ser migrante”, aclara.

Meriem Tamayo ha sido la última en llegar. “Conocí a este grupo a través de Dieumba, que ahora es mi marido. Cuando vi lo que hacían, me flipó, así que decidí unirme. Todavía estoy aprendiéndome los diálogos, voy poco a poco”, cuenta la joven de 19 años, original de Marruecos y que lleva en España desde que era pequeña. Además de Mbaye y Tamayo, La poesía es mi manta la forman actualmente Dieumba Cisse (Senegal), David Flores (España), Malick Gueye (Senegal), Clementina Imade (Nigeria), Djembe Wade (Senegal), Lara Contreras (España), Ana Contreras (España), Camila Monasterio (España), Ibrahima Sarry (Senegal) y Tony Cabo (España).

“Por los que se han quedado en el fondo del mar
por los que la tierra del desierto ha enterrado
por los que fueron alcanzados por las balas
los que las cuchillas hirieron su cuerpo.

Los fracasos forman parte de la vida
pero la esperanza me mantiene vivo. Que arda el sol
que queme la arena
o que hundan las olas
pero tengo que hacerlo
me tengo que ir”.

–Fragmento de Me voy. La poesía es mi manta–

Dependiendo de cuántos miembros estén disponibles, del lugar donde vayan a actuar y del tiempo del que dispongan, el colectivo adapta su único espectáculo, compuesto por varias piezas. “Es como un puzle que podemos construir de diferentes formas según las necesidades”, aclara Ana Contreras, de 48 años, su directora de escena, y añade que “actúan cuando les invitan a participar en diferentes eventos”. Sus últimas actuaciones fueron el pasado Día Mundial de África en la Puerta del Sol de Madrid y en el Festival Antirracista, celebrado en junio en el plaza del Museo Reina Sofía, también en la capital española.

En cualquier caso, el espectáculo entero consta de tres partes que, como explica el guitarrista del grupo, Tony Cabo (28 años) “representan el momento de la decisión de partir, el viaje hasta Europa, y la vida de este personaje una vez que llega a su destino. En cada una de estas etapas, Lara Contreras crea un dibujo en directo acompañada por una música, y los tres actos cuentan con una poesía, una acción teatral y una canción cada uno”, añade.

Recientemente, La poesía es mi manta consiguió el dinero suficiente, a través de un crowdfunding, para grabar un disco con la banda sonora de su espectáculo y que puede escucharse en su canal de Youtube.

Otra de las peculiaridades de este grupo es su estructura horizontal. “Cada uno aporta algo dependiendo de sus aptitudes, nadie tiene un papel protagónico y las decisiones sobre el espectáculo se toman en conjunto”, explica Ana Contreras, que compagina esta labor con su trabajo como profesora de Dirección Artística en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD). “Yo no canto porque no sé cantar. Yo sé dirigir y mi aportación a este proyecto es un estudio sobre la descolonización de la escena, es decir, yo me cuestiono a mí misma cómo es ese proceso de creación y de trabajo como directora de escena donde se rompa con las jerarquías y se genere un grupo en el que se colabore”.

Al final de cada representación realizan un coloquio con el público. “Cualquier persona puede compartir su testimonio sobre vivencias cotidianas que tengan que ver con el racismo. Es muy emocionante ver cómo gente que reconoce haber tenido alguna vez un comportamiento racista, aunque fuera involuntario, te da las gracias por abrirle los ojos de esta forma”, cuenta Mbaye, aunque lamenta que “el racismo que sufrimos a diario está incrementando debido a los discursos de odio de algunos partidos políticos que no quiero ni nombrar. La gente les ve en la televisión y se cree lo que dicen, han creado una crisis de solidaridad tremenda”.

La poesía es mi manta no solo habla “de barreras geográficas, sino cotidianas” y denuncian la persecución que sufren a diario las personas migrantes y cómo Lavapiés, uno de los barrios más multiculturales de Madrid, está siendo señalado. “Es constante ver policías patrullando las calles a pie o a caballo, cámaras de seguridad… no puedes caminar sin sentirte vigilado, es muy incómodo”, denuncia Mbaye. “Estos políticos han destruido lo que estábamos construyendo, pero no vamos a parar de reconstruirlo, de luchar contra ese racismo y de demostrar que no importa de dónde venga cada uno, al final todos somos personas con vidas normales y corrientes y podemos convivir tranquilamente como hacemos aquí, en La poesía es mi manta”, concluye.

“No nos miran como personas
porque dicen que somos ilegales.
Nos llaman los sin papeles,
a nosotros no nos molesta.
No hablo de mí,
hablo en nombre de todos los inmigrantes.
Nos racializan y nos meten a todos en la misma cesta.

Ser un sin papeles significa tener valentía
tenerla para los momentos del día a día

Sin papeles, sin voz
sin papeles, sin derechos
sin papeles, sin libertad”.

–Fragmento de Sin papeles. La poesía es mi manta–

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