Empieza el año 2020 y los hablantes de español descubren que la cifra puede leerse de la forma habitual ("dos mil veinte") o también "veinte veinte". La peculiaridad de que este sea un año con un número veinte por duplicado tiene su gracia histórica, porque ocurre una vez por siglo (sucedió en 1919 y se repetirá en 2121) y también tiene su lectura lingüística, ya que en la expresión de los números del uno al veinte se dan notables singularidades, como podemos comprobar en este listado:
1. El uno ha valido en español para mucho más que para nombrar la cifra. El hecho de ponerle plural a este número ("me comí unos mantecados") es bastante peculiar dentro de la gramática; en ese plural unos ya ha dejado de ser un numeral para hacerse un indefinido.
2. Dos admitió variación de género en castellano y leonés antiguos. Se decía dos (y a veces dúos) para el masculino y dúas o dúes para el femenino. El Cid, por ejemplo, hablaba de las “dúes fijas” que tenía.
3. Nuestro sistema de numeración actual proviene de los matemáticos árabes, que lo introdujeron en Europa a través de al-Ándalus. En la Castilla medieval se copió incluso un empleo propio de la lengua árabe por el que si un número aparecía duplicado (tres tres), adquiría sentido distributivo ("tres a uno, tres a otro"). Es uno de los pocos arabismos sintácticos de la lengua antigua.
4. Multiplicar por dos es calcular el doble y multiplicar por cuatro es calcular el cuádruple o cuádruplo. Estos números se llaman multiplicativos y contienen formas poco usadas como quíntuplo, séxtuplo o céntuplo (multiplicar por cien). En la lengua antigua se usaba el número seguido de la palabra tanto: tres tanto equivalía al triple.
5. Quinto es un número de orden (u ordinal), hermano de otros números de orden como segundo o sexto, mientras que cinco o veinte son números cardinales. Junto con el ordinal "quinto", en la lengua antigua existió cinqueno, al igual que doceno, catorceno o quinceno; estos ordinales con terminación en -eno hoy solo se mantienen en onceno y noveno.
6. El étimo de seis es el latín sex, que tuvo en el español de nuestros antepasados un plural seyes (similar al de leyes o bueyes) junto con el uso plural común que hoy mantenemos: los seis niños. Seis eran los niños que solían ayudar en el coro, y este significado conoció el plural seises (singular "seise"), que se mantiene como nombre de los críos que bailan ceremonialmente en la catedral de Sevilla.
7. Siete es para muchos el número de la suerte pero seguramente es el que peor huele. Sieso (del latín sessus que significaba ‘asiento’) es el nombre del ano y, por no nombrar a tan delicada parte, hay quien emplea el eufemismo siete. Tal uso se mantiene hoy en varios países americanos.
8. Junto con cardinales (ocho), ordinales (octavo) y multiplicativos (óctuplo), existen también los números fraccionarios, que expresan las partes en que se divide una unidad: si una tarta la dividimos en catorce partes, una de ellas es un catorceavo de tarta. El número ocho es el único que tiene un fraccionario acabado en –avo en que coinciden el uso ordinal (el octavo de la lista) con el fraccionario (la octava parte de la tarta). El resto de fraccionarios que acaban en –avo no puede intercambiarse con números de orden (si dices "la catorceava edición del festival de cine", Melchor te trae carbón).
9. Junto con noveno, el español conoció la forma nono como ordinal. Este número se mantiene hoy solo para la designación de personajes (el papa Pío IX se lee Pío Nono).
10. "Correo a las diez" se llamaba en la lengua antigua al que tenía que caminar a pie diez leguas en un día.
11. Como en Pío IX, Juan Carlos I o Isabel II, los números romanos se leen hasta el número diez con ordinales (nono, primero, segunda) pero, a partir del número once, cambia la forma de leer esos romanos, ya que solemos usar números cardinales: Felipe VI (sexto) contrasta con su tatarabuelo Alfonso XII (doce) y su bisabuelo Alfonso XIII (trece).
12. Son válidas las formas duodécimo y decimosegundo; la primera es la forma etimológica y la segunda la forma creada por analogía.
13. La expresión "seguir en sus trece" proviene del llamado Papa Luna, Benedicto XIII, que no renunció a su puesto de pontífice. Puedes leer más sobre esa historia aquí.
14. La expresión de decimales se puede marcar en español con punto (lo más recomendable): "el número pi es 3.1416" o con coma (3,1416). Si usas apóstrofo (3’1416), también te traerán carbón en la Noche de Reyes.
15. Ser "del quince" es ser muy bueno; la expresión probablemente deriva de expresiones de juego de la pelota como dar quince y falta o dar quince y raya, que es superar a otra persona.
16. Antes se decía también seze.
17. No hay que escribir "diez y siete" en dos palabras sino diecisiete en una sola. A partir del treinta y uno sí tenemos escritura de números en varias palabras como "este domingo han entrado cuarenta y tres clientes".
18. El adjetivo "dieciochesco" con que nos referimos al siglo XVIII no existía antes del siglo XX.
19. Los números que equivalen a una sola palabra o a dos se escriben preferentemente en letras ("diecinueve" y no "19" regalos de Navidad), aunque las editoriales y los medios de comunicación (como este diario) a menudo tienen sus propios libros de estilo con algunas variaciones, como escribir con números las cifras de dos dígitos (nueve, pero 19). Los números que nos sirven para expresar fechas van siempre en cifras: pasado el 2019, llega el 2020.
20. Los primitivos sistemas de numeración usaban piedras (cálculo deriva del latín calculus que significa "piedrecita") o los dedos (el latín digitus significa dedo), por eso hay sistemas de numeración de base decimal (los diez dedos), duodecimal (las tres falanges de los cuatro dedos excluyendo el pulgar) o vigesimal (con base veinte). La expresión "hacer algo a las veinte" significaba "hacer algo a horas intempestivas, más tarde de lo debido".
Acabemos, pues, con puntualidad. Buen 2020 a mis lectores de Verne.
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