Simon Weckert (Alemania, 1989) se ha pasado más de dos años preparando su nueva instalación artística. Su paseo por Berlín con 99 móviles conectados a internet y una carretilla generó un atasco virtual en Google Maps y también llamó la atención de los medios de todo el mundo. Pero, la intención de esta propuesta titulada Google Maps Hack y publicada en redes sociales no es solo la de destacar la enorme influencia que las apps tienen en nuestras vidas. Su famoso troleo ocurre frente a las nuevas oficinas de Google en la capital alemana, situadadas en la Reaviva así el enfrentamiento que los vecinos han mantenido en los últimos años con el gigante tecnológico. "No es casualidad que el falso atasco pasara por allí. Quería recordar a los berlineses que Google nos la ha colado", cuenta por teléfono el alemán a Verne.
Las protestas callejeras lograron en 2018 que la compañía desistiera de instalar un gigantesco campus tecnológico cerca de Neukölln, la zona más multicultural de la capital alemana. "Los vecinos teníamos miedo de que los precios se dispararan y que la ciudad se echara a perder, como ha ocurrido en ciudades como Portland y San Francisco", recuerda Weckert. "Pensábamos que habíamos ganado, pero pocos saben que hace seis meses Google abrió de forma discreta, casi a escondidas, otras oficinas". Aunque no ocupa el mismo tamaño que el campus que intentaba abrir, el nuevo espacio de Google duplica en capacidad al que ya tenía en Berlín.
La calle que se pone de color rojo tras la manipulación del alemán en el vídeo Google Maps Hack se encuentra en pleno centro de la ciudad, junto al río Spree, el parque de Monbijou y la isla de los museos.
Berlín lleva años enfrentándose a la gentrificación. Y, aunque no va ganando batalla, al menos sí ha logrado ralentizar un proceso que han vivido tantas otras ciudades: el inevitable encarecimiento de sus barrios céntricos. Es una de las primeras ciudades europeas que limitan el precio de los alquileres y sus vecinos son capaces de ganarle el pulso a las grandes multinacionales.
En 2012, el barrio de Wrangelkiez echó a BMW de sus calles. El poderoso fabricante de coches pretendía colocar un espacio artístico, el BMW Guggenheim Lab, en una de las zonas libres del distrito. Las continuas manifestaciones también lo evitaron.
Una carretilla, 99 teléfonos y un objetivo: recordar a los berlineses que Google se la ha colado. ©Simon Weckert
Excesiva dependencia
Durante las marchas del primero de mayo, que cada año congregan a multitudes en las calles de Berlín, Simon Weckert se dio cuenta de que Google Maps estaba reflejando en su app esa gran concentración de gente. De ahí sacó la inspiración para esta instalación artística, que también reflexiona sobre la excesiva relación de dependencia que mantenemos con las apps.
"Muchos negocios y personas dependen de esas bases de datos. Yo me pregunto si realmente queremos poner nuestro futuro en manos de entidades abstractas y gente que no conocemos. ¿Queremos darles tanto poder?", apunta el creador de esta instalación.
Al alemán le resulta irónico que lo más complicado de este proyecto fuera precisamente encontrar a más de 90 personas que confiaran en él, cuando no les importa hacerlo ante las multinacionales tecnológicas. "Intenté explicar para qué quería sus teléfonos, decirles que solo los tomaría prestado o que me servía uno que ya no usaran. Al final tuve que echar mano de amigos para llegar a los 99", comenta.
Al falsear los datos de Google Maps, Weckert nos recuerda otro de los asuntos recurrentes que trata como artista y que Verne también cuenta de vez en cuando: los mapas no representan la realidad; son solo un reflejo de la idea que las personas tienen de la realidad. "Un ejemplo claro es el del conflicto entre Rusia y Ucrania por Crimea. El Google Maps ruso marca la frontera entre ambos países en un punto y el Google Maps ucraniano lo hace en otro", apunta.
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