En España tenemos 17 comunidades autónomas y solo una lleva un guion en su nombre: Castilla-La Mancha, que este 31 de mayo celebra su día grande. Aunque ahora las regiones tienen una gran importancia administrativa y política, no siempre fue así, hasta la llegada de la democracia el poder se concentraba en las provincias y en sus diputaciones. Es la Constitución de 1978 la que regula cómo se van a crear las comunidades autónomas actuales. Dos de los nuevos territorios surgidos en ese momento fueron Castilla-La Mancha y Castilla y León, que aunque siguieron procesos muy parecidos en la agrupación de provincias, tienen algo distinto que llama la atención, su nombre. La comunidad castellanoleonesa tiene una “y” en él, mientras que Castilla-La Mancha cuenta con un guion. ¿De dónde viene esta diferencia?
“Al comenzar la Transición se forman las comunidades autónomas teniendo presente la historia, pero también las realidades administrativo-políticas nuevas. Con el nombre de Castilla y León se intenta sumar dos pasados históricos diferenciados, los reinos de Castilla y de León”, explica Isidro Sánchez, doctor en Historia y Geografía y colaborador honorífico de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Tanto es así, sigue el profesor, que “hoy León sigue intentando caminar por su cuenta”, tal y como contamos en este artículo.
Hasta entonces y desde 1833, existían Castilla la Vieja y Castilla la Nueva. El primer territorio estaría formado por las provincias de Burgos, Valladolid, Palencia, Ávila, Segovia, Soria, Logroño y Santander; y el segundo por Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid y Toledo. Con la llegada de la democracia La Rioja y Cantabria abandonaron Castilla la Vieja y la antigua región de León (con las provincias de León, Salamanca y Zamora) se incorporó a lo que hoy es Castilla y León. Madrid se descolgó de Castilla-La Mancha y Albacete, que había formado parte de Murcia, se unió a esta.
Para Sánchez la “y” de Castilla y León muestra separación, mientras que “el guion de Castilla-La Mancha trata de expresar relación entre conceptos o entidades históricas”. En la denominación de esta comunidad se intenta poner de manifiesto dos regionalismos históricos, el castellano y el manchego, que conviven en Castilla la Nueva, aunque el manchego adquiere mayor protagonismo con la anexión de Albacete. Jairo Javier García, profesor de Filología de la Universidad de Alcalá, explica a Verne que la diversa unión de los componentes de ambos corónimos –término que se aplica a los nombres de regiones o de territorios de cierta extensión– refleja bastante bien las dos realidades. “Mientras La Mancha es la región más distintiva de Castilla-La Mancha y por eso sirve para distinguir nominalmente a esta comunidad, unida al topónimo Castilla mediante guion, Castilla y León mantienen con la conjunción y un elemento de unión, pero también de diferenciación más acusado”, explica.
La primera vez que vemos atisbos de lo que hoy es la comunidad del Quijote es en la Declaración de Mota del Cuervo de 1976, en la que procuradores de las cinco provincias se reunieron movidos por la necesidad de posicionarse frente a las llamadas comunidades históricas. Para José Antonio Castellanos, profesor de Historia Contemporánea de la UCLM, la creación de Castilla-La Mancha es “artificial”: “Nunca en la historia había existido una entidad administrativa igual (sí parecida, como Castilla la Nueva), pero las cinco provincias nunca antes habían estado juntas conformando una entidad administrativa”.
En Castilla y León hay dos ámbitos diferenciados; pero en Castilla-La Mancha, no, cuenta Castellanos: “Todos las provincias castellanomanchegas históricamente se pueden asociar a Castilla, pero no todos los territorios de Castilla-La Mancha son manchegos. El caso más llamativo es Guadalajara, donde ningún enclave puede considerarse manchego”. Sobre por qué la región se llama así, el profesor explica que no hay una ley que establezca la denominación, sino que fue el uso y la costumbre de ver el guion lo que llevó a que se siguiera escribiendo de este modo.
Cuando se formaron las preautonomías, en 1978, a lo que hoy es Castilla-La Mancha se le llamó en real decreto "región castellano-manchega". Ya entonces se instituyó como órgano de gobierno la Junta de Comunidades de la Región Castellano-Manchega. A día de hoy, esa alusión a comunidades en plural se mantiene con la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. En esos años, según relata Castellanos, la prensa ya había adoptado el guion como parte del nombre. Es en el Estatuto de Autonomía de 1982 cuando la región pasa a llamarse como hoy la conocemos.
¿Y los gentilicios?
Para referirnos a los habitantes de Castilla-La Mancha no siempre se puede decir únicamente castellanos o manchegos, como explica Fundéu, ya que dependerá de donde sean. Lo correcto, sin duda, es decir castellanomanchegos. También castellanoleoneses. Sin guion. Aunque hasta hace seis años la RAE sí contemplaba en el caso de Castilla-La Mancha las dos posibilidades, con guion y sin él, en el diccionario de 2014 ya no incluía castellano-manchego.
El motivo del cambio es que en la Ortografía de la Lengua Española de 2010 se establecía que solo llevarían guion los gentilicios que reflejan la unión de dos entidades geográficas diferentes, por ejemplo, película franco-alemana. En este sentido, la RAE considera a Castilla-La Mancha un único territorio autónomo, por eso en el Diccionario de la Real Academia el guion del gentilicio ha desaparecido.
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