Al cachorro de león Simba le rompieron las piernas cuando tenía solo unos meses. Sus explotadores querían que estuviera manso cuando los turistas que visitaban Izberbash, una ciudad balneario rusa a orillas del Mar Caspio, le tomaban en brazos o se colocaban a su lado para posar en las fotos. Desnutrido y deshidratado, el pequeño león dejó de servir a los traficantes de animales que le maltrataban. Le encerraron en un granero, le encadenaron y se prepararon para venderlo. Pero alguien hizo una llamada de alerta a varios centros de recuperación de animales, hasta que la historia de Simba llegó a Karén Dalakián, director de una protectora de animales de Cheliábinsk, que puso en marcha un dispositivo de salvamento y viajó 2.500 kilómetros para rescatar al cachorro.
Lo logró y el pequeño león y su recuperación, que el veterinario Dalakián va colgando en su Instagram y en los canales de la protectora, Sálvame, han emocionado e indignado en Rusia. La historia de Simba, localizado en la región de Daguestán el 24 de marzo, ha llegado al presidente ruso, Vladímir Putin, que ha dado indicaciones para que se encuentre y castigue a los traficantes de animales que le maltrataban.
El camino a la recuperación
Simba ya camina. Y juega, explica Dalakián por teléfono desde Cheliábinsk. “Cuando le encontramos estaba en una situación lamentable. Al llegar le diagnosticamos no solo las patas rotas y la situación general muy deteriorada, también tenía una obstrucción intestinal grave”, comenta. Esa primera noche la pasó con el cachorro en un hotel de cuatro estrellas de Daguestán, que había accedido a alojar al leoncito y les dio una habitación especial en la que pudiesen empezar a tratarlo con antibióticos.
Al día siguiente viajaron a Cheliábinsk con escala en Moscú. No fue fácil, no solo porque hubo que negociar con la aerolínea Aeroflot –que otras veces no ha sido sensible con perros y gatos domésticos—, que generalmente no transporta animales salvajes, sino por las restricciones de movimiento debido al coronavirus. “Los tres aeropuertos por los que transitamos se portaron muy bien, estaban alertados de que transportábamos a un animal muy enfermo y nos dejaron entrar en las zonas cerradas para los pasajeros porque cada movimiento causaba un gran dolor al cachorro. Aeroflot incluso compró carne fresca para darle de comer”, relata Dalakián.
La historia del leoncito Simba fue sumando gente, al veterinario se le unió la directora de la agencia de viajes que había tramitado los permisos, activistas y varios periodistas locales. Les preocupaba que el cachorro de león no sobreviviese al trayecto en la bodega del avión. Dalakián y su equipo revisaron el lugar donde iba volar, en la barriga de la aeronave, le colocaron y emprendieron el viaje.
Los veterinarios de la protectora Sálvame pidieron ayuda a varios colegas en Sudáfrica, expertos en tratar leones en su situación. Empezaron a tratarlo y para la Pascua ortodoxa, Simba empezó a dar sus primeros pasos. “Es una suerte que era un cachorro, por eso sus huesos cicatrizaron y ahora ya puede saltar”, dice Dalakián, orgulloso.
Los culpables aún no han sido identificados
Ahora, el veterinario y los activistas reclaman una investigación seria sobre lo sucedido. Nadie sabe cómo llegó Simba a Daguestán. Solo que estaba cautivo por unos traficantes de animales que se dedican a explotarlos con el turismo y a venderlos. Suelen usar leones y tigres, a los que rompen las piernas y torturan para que no se muevan; también pájaros y monos. Cuando la policía llegó a rescatar a Simba, junto a Dalakián y su equipo, los traficantes habían huido. El veterinario cree que alguien les alertó.
Indignado, el presidente de Sálvame y otros activistas de los derechos de los animales se han movilizado para dar a conocer la historia de Simba y presionan para que se abra una investigación penal. Dalakián es miembro del Frente Nacional Panruso, una organización vinculada a Rusia Unida, el partido del Gobierno, y tirando de varios hilos, logró contar la historia de Simba a Putin en una videoconferencia el 5 de junio sobre ecología y protección de animales. “Todavía no había acabado la conferencia que se transmitió en directo por televisión, cuando ya me estaban llamando de la policía de Daguestán. Nuestra tarea no es solo salvar al cachorro, sino también castigar a los canallas que explotan a los animales”, explica.
Se ha abierto una investigación penal y las pesquisas han permitido rescatar a otro cachorro de león en Volgogrado (en el Volga). Aún no hay detenciones, pero los investigadores han descubierto que Simba fue explotado por una organización de traficantes de animales que ya era conocida en Daguestán. Lo ocurrido con Simba ha puesto el foco en las mafias de tráfico de animales que operan en el sur de Rusia y que comercializan y explotan especies protegidas, explica Vladímir Burmátov, diputado y presidente de la Comisión de Ecología y Protección del Medio Ambiente de la Duma Estatal (parlamento ruso), que se ha involucrado en el caso.
El lunes, Simba cumplió un año. Y Burmátov, que es de Chelábinsk, le llevó una “tarta de carne” con una velita. En las fotos que el diputado ha subido a su Instagram se ve como el cachorro le hinca el diente, feliz. Ahora, el veterinario Dalakián busca un sitio adecuado para el león. Está en conversaciones con un centro de rehabilitación de leones en un país africano que prefiere no revelar y al que ya mandaron un leopardo al que rescataron hace un tiempo.
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