'Tag yourself': qué cuadro representa mejor tu tolerancia al calor

Elige tu propia opción entre un cuadro de Sorolla y una representación medieval del infierno

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Ahora que el calor aprieta, sale a relucir constantemente nuestro grado de tolerancia a las temperaturas extremas. Todos tenemos amigos cuyo único tema de conversación durante estas semanas es el calor insoportable, del mismo modo que hay otros que no parecen enterarse de que los termómetros están a punto de reventar. Pero, ¿y tú? Te proponemos una selección de obras de arte para que identifiques cuál de ellas representa mejor tu resistencia hacia el calor.

Brisa veraniega: Paseo a orillas del mar, de Sorolla

Cuando Sorolla finalizó su Paseo a orillas del mar, en el verano de 1909, ya era un pintor consolidado que había cosechado grandes triunfos al otro lado del charco. Con una buena reputación en Estados Unidos, seguía volviendo a su Valencia natal para inmortalizar este tipo de escenas costeras, uno de sus temas favoritos y que ilustra el disfrute burgués de la playa y la brisa marina en aquella época.

En la instantánea del paseo de Clotilde y María, mujer e hija del pintor valenciano, encontramos a un Sorolla maduro, en una escena que esconde una inconfesable melancolía. Y es esa pincelada brumosa, muy cercana al impresionismo, que casi permite oler el mar, la que nos ha hecho decantarnos por esta escena para representar a todos aquellos a los que el calor veraniego parece no afectarles en absoluto y disfrutan del sol sin inmutarse.

Paseo a orillas del mar (1909), de Joaquín Sorolla, Museo Sorolla, Madrid

Calorcito: Pleno verano, de Albert Joseph Moore

Si por algo se conoce a Albert Moore es por sus retratos de figuras femeninas, envueltas en toda clase de lujos y en ambientes cercanos a los de la antigüedad clásica. Hijo del famoso retratista William Moore, la tradición familiar propició que tanto él como sus hermanos exploraran su sensibilidad e intereses artísticos desde muy jóvenes. De hecho, compartió profesión con dos de sus 14 hermanos.

Pleno verano también es una muestra de su interés por el mundo clásico, pero si figura en esta clasificación es porque retrata una manera de enfrentarse al calor. La protagonista del cuadro luce un tanto desvaída, pero no lo suficiente como para ponerse una ropa más ligera. Y, además, esta obra casi podría considerarse un documento histórico ya que nos muestra el precursor más directo del aire acondicionado: que tus lacayos te abaniquen.

Pleno verano (1887), de Albert Joseph Moore, Russell-Cotes Art Gallery & Museum, Bournemouth (Inglaterra)

Calor: Las majas, de Francisco de Goya

Quienes prefieren el frío antes que el calor suelen repetir una idea: en invierno uno puede taparse, pero ante el calor la única solución es quedarse como dios nos trajo al mundo. Y parece que la mujer retratada por Goya en su Maja vestida, cuya identidad sigue en tela de juicio, se lo toma literalmente y nos muestra sin tapujos uno de los primeros desnudos de la historia sin amparo en la mitología.

En realidad la Maja desnuda (1800) es anterior a la vestida (1808), pero ambas fueron fruto del encargo de un mismo hombre: Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV y ojito derecho de la reina (aunque algunos opinan que su relación con María Luisa de Parma fue mucho más que eso). Lo cierto es que Las Gitanas, tal y como aparecen mencionadas por primera vez en un inventario, se exhibían en un gabinete apartado junto a otras piezas semejantes como La Venus del espejo, de Velázquez, lo que da a entender que su uso y disfrute estaba reservado a unos pocos privilegiados. De hecho, se ha creado una leyenda entorno a esta ubicación que señala que, mediante un sencillo e ingenioso sistema de poleas, el propio Godoy cambiaría las obras en función de sus invitados, tal y como recoge el guionista David Botello en su libro Follones, amoríos, sinrazones, enredos trapicheos y otros tejemanejes del siglo XIX.

Las majas, de Francisco de Goya, Museo del Prado, Madrid

Bochorno: Magdalena en éxtasis, de Caravaggio

El ventilador, el aire acondicionado o un baño en la playa o la piscina se convierten en herramientas efectivas para mitigar el calor veraniego. Pero si no tienes la suerte de poder acceder a ninguno de estos medios, puede que el rostro de esta Magdalena en éxtasis te recuerde a algo más que el momento en el que María Magdalena culmina su camino desde el pecado a la virtud.

Pintada por uno de los artistas más importantes del Barroco italiano, Michelangelo Merisi da Caravaggio, reconocido por su arte y criticado por su violencia y falta de autocontrol, la ubicación del original de la Magdalena en éxtasis siempre ha sido un misterio. Se sabe que este lienzo viajaba con el artista junto a otras dos representaciones de San Juan cuando iba a tomar su barco rumbo a Roma, un viaje que nunca llegó a su destino dado que Caravaggio fallecería en Porto Ércole. Las obras fueron devueltas a Nápoles, donde Constanza Colonna, amiga del propio Caravaggio, debía custodiarlas para el cardenal Borghese. La entrega nunca llegó a producirse: solo uno de los originales se exhibe hoy en la galería Borghese. Tras conocer sus numerosas versiones, Mina Gregori, una de las más reputadas expertas en Caravaggio en Italia, dice haber encontrado la obra original en una colección privada europea.

Magdalena en éxtasis (hacia 1612), de Caravaggio

Calores nocturnos: La diosa Juno penetrando en la mansión del Sueño, de Luis López Piquer

Existen personas que se sienten incapaces de dormir sin taparse independientemente del calor, como si las sábanas fueran la barrera definitiva contra todo tipo de amenazas. Pero para los que sudamos solo de imaginarnos la escena, las noches de verano pueden convertirse en un auténtico infierno, y este detalle, extraído de una de las numerosas pinturas que el Museo del Prado guarda en sus almacenes, un auténtico deja-vú.

En concreto, la escena pertenece a la obra La diosa Juno penetrando en la mansión del Sueño, que es en realidad el boceto preparatorio de un impresionante fresco ubicado en la bóveda de la Sala Amarilla, en el Palacio Real de Madrid, y que fue obra de Luis López Piquer. En él la diosa de la mitología romana Juno, diosa del matrimonio, sobrevuela al Sueño, el personaje en la tierra, representado plácidamente dormido y rodeado de animales y figuras mitológicas.

La diosa Juno penetrando en la mansión del Sueño (1829), de Luis López Piquer, Museo del Prado (no expuesto)

40º a la sombra: El martirio de San Bartolomé, de José de Ribera

El calor puede llegar a ser insoportable hasta el punto de no dejarnos pensar con lucidez. Y es que, si eres de los que no tienen un medio accesible para refrescarse, 40º a la sombra pueden hacerte querer quitarte una capa más, aún sabiendo que es desear un imposible.

El martirio de San Bartolomé es uno de los más cruentos que ha dado la historia. Según recoge Santiago de la Vorágine en su Leyenda dorada, fue desollado vivo por orden del rey Astrages, tras haber osado a convertir al cristianismo a todos sus súbditos. A lo largo de su producción, José de Ribera, más conocido por su apodo "Il Spagnoletto", recurrió a la representación de este pasaje. Es su versión de 1616, conservada en la colegiata de Osuna, la que ocupa nuestro top 2 en el ranking de calor insoportable. Porque aunque parece que no, a veces hasta la piel más fina puede parecernos un abrigo de astracán.

El martirio de San Bartolomé (1616), de José de Ribera, Colegiata de Osuna

Calor infernal: Inferno (autor desconocido)

Para aquellos con menor tolerancia al calor, la época estival puede convertirse en un auténtico suplicio. Puede que algunos de ellos se sientan identificados con los personajes representados en esta obra y las múltiples torturas a las que se enfrentan entre las llamas del infierno.

Se desconoce el artista portugués que, con tanto tino, decidió empuñar su pincel y representar un auténtico infierno medieval que se conserva en el Museo de Arte Antiguo de Lisboa. En él, los retratados sufren una infinidad de castigos eternos por sus pecados capitales. Pero lo que también llama la atención en este lienzo del siglo XVI es la representación demoníaca con características extraeuropeas: plumas amerindias, trono y cuerno de marfil africano, etc.

Inferno (1510-1520), autor desconocido, Museu Nacional de Arte Antiga, Lisboa. Fine Art Images/Heritage Images/Getty Images

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