Los eccehomos españoles se convierten en una colección de llaveros en Japón

Hablamos con la empresa que vende las restauraciones fallidas en máquinas expendedoras

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Restauraciones fallidas Japon
Una de las obras convertidas en llavero es el 'Ecce Homo'.

Las obras de arte desfiguradas en España, tan populares en redes durante los últimos años, han encontrado su nicho en Japón gracias a una serie de llaveros denominada "Restauraciones fallidas" (Shufuku Shuppai). La distribución se realiza a través de unas cápsulas de plástico llamadas Gachapon que pueden encontrarse en máquinas expendedoras en estaciones, aeropuertos y salas de recreativos.

Una de las obras convertidas en llaveros es el eccehomo del fresco del Santuario de Misericordia, en la localidad aragonesa de Borja, que se volvió viral en 2012 tras la malograda reparación que le hizo una mujer del pueblo. Aquella restauración se convirtió en un fenómeno social, con periodistas internacionales viajando al lugar e incluso una ópera estadounidense dedicada al fenómeno.

En la publicidad de los llaveros, fabricados por la empresa Rainbow, aparece la caricatura de una mujer con una espátula en la mano y dando resoplidos. La energética señora alude a Cecilia Giménez, la célebre restauradora del eccehomo, pero también a la vecina de Rañadoiro (Asturias) que en 2018 creó otra de las obras que se reproducen en la serie de llaveros japoneses: un conjunto de figuras religiosas en colores eléctricos rosa, lavanda y verde aplicados sobre las que originalmente eran sobrias tallas en madera de los siglos XV y XVI.

Hideyuki Toyoda, presidente de Rainbow y que se declara aficionado al género thrash metal español, explica a Verne que suelen fabricar unas 10.000 unidades en este tipo de productos. Sin embargo, con las obras españolas se puso a prueba el mercado con 1.000 unidades de cada uno de los cuatro títulos elegidos inicialmente. Esa serie incluía, además, la fallida intervención de una copia de la Inmaculada de Murillo, perteneciente a una colección valenciana, y el San Jorge de Estella (Navarra), una talla del siglo XVI que fue comparada con un personaje de cómic tras su polémica restauración.

Aunque nunca antes había trabajado en su empresa con referentes españoles ni tiene contacto con negocios en la península, Toyoda explica sus motivaciones: “Quisimos hacer un producto inusual. Que alguien sin experiencia pueda deformar una obra de arte del pasado es algo impensable en Japón. La reacción del público ha sido tan buena —se agotaron las 4.000 unidades y la empresa ha recibido pedidos incluso desde el extranjero— que nos ha animado a hacer una segunda serie”. En la nueva serie, que estará disponible a partir de enero, Toyoda nos adelanta la presencia, por ejemplo, del relieve de la fachada del banco Unicaja de Palencia.

Publicidad de la empresa que produce los llaveros de las restauraciones fallidas. Imagen cedida por Rainbow

El toque irreverente de las desafortunadas restauraciones españolas las hace idóneas para el catálogo de Gachapon, en el que se encuentran miles de miniaturas de personajes de manga, parodias de obras de arte o monumentos mundialmente conocidos, y animales reales e imaginarios, además de electrodomésticos y edificios formando parte de surrealistas composiciones.

Por ejemplo, el protagonista de la obra El grito, de Edvard Munch, ha sido representado en el momento de agacharse sobre un inodoro, mientras que las cabezas de la Isla de Pascua son parte de una minúscula ensalada de frutas. La neoyorquina Estatua de la Libertad, con una cerveza en vez de antorcha, es otra de las figuras que llaman la atención de los coleccionistas.

Las máquinas expendedoras arrojan una cápsula de plástico después de que el usuario inserte una o varias monedas de cien yenes (0,7 euros) y haga girar una manija. El nombre de Gachapon combina la onomatopeya japonesa para el ruido de la manija (“gacha”) y la caída del huevo plástico (“pon”). La cápsula plástica fue idea de un fabricante japonés que en los años 60 consideró antihigiénicas las primeras máquinas importadas de Estados Unidos, por arrojar al tiempo juguetes y golosinas sin ningún envoltorio.

Un cliente mira a unas máquinas de Gachapon. G. Robledo

Aunque inicialmente estuvieron dedicadas a los niños pequeños, las Gachapon cruzaron generaciones y hoy se encuentran llenando amplios corredores en estaciones de tren, como la terminal central de Tokio o el aeropuerto de Narita, también en la capital nipona.

En el barrio tokiota de Akihabara, considerado el paraíso de los otaku —como son conocidos los incondicionales de las subculturas japonesas—, está la Gachapon Kaikan (el salón de las Gachapon) donde hay casi 500 máquinas, además de figuras individuales de colección. El mercado japonés de los juguetes encapsulados se calcula en unos 270 millones de euros anuales y el ritmo de innovación es de unas 150 figuras nuevas por mes.

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Fe de errores

En una primera versión de esta noticia se hacía referencia "la deformada Inmaculada de Murillo", cuando la intervención fallida no tuvo lugar sobre la Inmaculada de Murillo, sino sobre una copia propiedad de un coleccionista de Valencia.

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