El gobierno del nuevo primer ministro griego Alexis Tsipras ha llamado la atención sobre todo por dos cosas: primero, porque los diez ministros son hombres; segundo, porque uno de ellos es Yanis Varoufakis. Este doctor en Economía por la Universidad de Essex nació en 1961 y ha dado clases en las universidades de Atenas y de Texas. Aunque su perfil es más académico que político, ya fue asesor del gobierno del socialdemócrata Yorgos Papandreu. Su libro más reciente, El minotauro global, apunta que Estados Unidos y la Unión Europea no podrán volver al crecimiento que vivió en otras épocas y que hay que introducir más racionalidad en el desorden económico mundial.
"Sus análisis nunca dejan indiferente. A partir de hoy adquieren una nueva significación al pasar de la academia a la política", escribía el martes en El País Joaquín Estefanía en su perfil. En espera de ver sus primeras medidas y mientras la bolsa griega se desploma, lo que está claro de momento es que Varoufakis interesa. En la última semana se han publicado 13.000 tuits sobre él. Pero, ¿por qué?
1. Porque tiene un blog. Y lo va a mantener, tal y como asegura en el título de su última actualización, que es del martes 27 de enero: "Finance Ministry slows blogging down but ends it not” ("el ministro de Finanzas blogueará menos, pero no dejará de hacerlo"). Asegura que compensará la menor frecuencia y la menor extensión de sus actualizaciones con “puntos de vista, comentarios e ideas más enjundiosas”. También está presente en Twitter, con una cuenta que lleva él mismo (al menos de momento) y que suma 139.000 seguidores. En su bio se define como "profesor de economía que ha escrito oscuros textos académicos durante años, hasta que ha sido empujado a la escena pública a causa de la gestión inane por parte de Europa de una crisis inevitable".
2. Porque cita a Jonathan Swift. Su “Una modesta proposición para resolver la crisis de la zona euro”, escrita junto con Stuart Holland y James K. Galbraith homenajea en su título el texto satírico de Swift, escrito también para ofrecer la solución a una crisis económica, la de los irlandeses del siglo XVIII. Mientras Swift sugería a las familias que se comieran a sus bebés, Varoufakis opta por una ideas más realistas, que pasan entre otras acciones por un programa de inversiones públicas a nivel europeo para estimular el crecimiento. El texto concluye afirmando que la propuesta es modesta porque su implementación no requiere nuevas instituciones, leyes o acuerdos. Sólo cooperación, que considera mucho mejor "que la imposición de la austeridad".
3. Porque trabajó en una de las empresas más innovadoras del mundo. Una noche le llegó un mail de un lector de su blog, que comenzaba diciendo:
“Soy el presidente de una compañía de videojuegos (www.valvesoftware.com)”.
Varoufakis resistió la tentación de borrar lo que parecía “otra ‘propuesta de negocios’ de un pirado” y siguió leyendo lo que resultó ser una oferta para evaluar las necesidades y los retos organizativos de una de las compañías más innovadoras en lo que se refiere a su forma de trabajar. Se reunió con el fundador de Valve, Gabe Newell, y a pesar de no tener ni idea de videojuegos, ni haber jugado a ninguno desde los Space Invaders en 1981, aceptó su oferta para ser “economista residente”.
El actual ministro pudo evaluar la plataforma de distribución digital de videojuegos Steam y el sistema organizativo de la compañía, en la que no hay jefes y los empleados eligen los proyectos en los que quieren trabajar. Según escribió Varoufakis en un texto en el que citaba a los tótems liberales Friedrich Hayek y Adam Smith, la compañía aspira a convertirse en “un vestigio de la organización postcapitalista… dentro del capitalismo”.
4. Porque no quiere salir del euro. Varoufakis no está enamorado de la moneda única, pero quiere que los griegos sigan usándola: "Grecia no quiere abandonar el euro ni amenazar con hacerlo -explicaba en una entrevista concedida a Open Democracy-. No deberíamos haber entrado en el euro, eso está muy claro, pero una vez dentro sería desastroso salir voluntariamente". Eso no quiere decir que no vaya a mantener unas ideas que dan prioridad a las necesidades de los griegos frente a la deuda que acumula el país. Entre otras propuestas, Varoufakis propone que el pago de esta deuda quede supeditado al crecimiento económico. Y el gobierno griego también subirá el salario mínimo.
En este sentido, el diario británico The Telegraph ya ha suspirado con alivio, titulando que Varoufakis “no es un extremista”. En el artículo leemos cómo el ministro explica que la carga de la deuda griega “está sobre los hombros más débiles, los del contribuyente griego” y que las supuestas ayudas de la UE no han sido más que un “waterboarding” fiscal que han convertido a esta nación en una colonia de deuda”.
5. Porque le gusta el arte. Mucho. Tanto, que viajó con la artista Danae Stratou a las siete líneas divisorias más famosas del mundo: Chipre, Kosovo, Belfast, Palestina, Etiopía-Eritrea, Cachemira y la frontera entre Estados Unidos y México. De este viaje salieron los textos del ministro de The Globalising Wall, y las exposiciones Cut - 7 dividing lines y The Globalising Wall de la artista griega.
Ambos han sacado adelante el proyecto Vital Space, una plataforma abierta para “ofrecer una mirada fresca sobre las dos crisis de nuestra era (económica y medioambiental)”, con el objetivo de que “el arte ayude a crear una concienciación nueva y no polarizada sobre los mayores retos de la humanidad en la actualidad”.
6. Porque ya ha escrito su carta de renuncia. En su blog explicó el 9 de enero que “nunca había tenido intención de entrar en el juego electoral”, pero se presentaba a las elecciones con Syriza porque las propuestas para salir de la crisis de su Modesta proposición “no tienen ninguna oportunidad de aplicarse si no se ponen sobre la mesa del Eurogrupo, del Ecofin y en la cumbres de la UE”.
Pero también añadía: “Mi mayor miedo, ahora que he aceptado el reto, es que me puedo convertir en un político. Como antídoto a este virus, voy a escribir una carta de renuncia y guardarla en el bolsillo de la chaqueta, lista para ser entregada en el momento en el que perciba síntomas de que estoy faltando al compromiso de decirle la verdad al poder”.
No es el único que ha hecho algo parecido. Ya lo hizo otro político que podría ser todo lo opuesto a Varoufakis: Dick Cheney, vicepresidente de George W. Bush, escribió también su renuncia poco después de acceder al cargo en 2001. Aunque en su caso era por si sufría problemas de salud.
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