“¿Por qué no escribes un artículo sobre el Erasmus?”, le preguntó María Sánchez Díez, entonces directora de la edición digital de Traveler a su colaboradora Raquel Piñeiro, que le contestó que no había hecho ninguno. “Escríbelo igual”. El artículo se hizo tan viral que acabó dando pie al libro Cosas que nunca olvidarás de tu Erasmus, editado por Lunwerg con las ilustraciones de Amaia Arrazola, que sí estuvo de beca en París.
Piñeiro y Arrazola combinan humor, nostalgia, experiencias propias y anécdotas ajenas para ofrecer un compendio de motivos por los que merece la pena haber disfrutado la experiencia. O arrepentirse de haber dejado pasar la oportunidad. Aquí van seis.
1. Es un recuerdo para toda la vida. El Erasmus tiene “una esencia muy definida y muy constante en el imaginario colectivo", explica a Verne Raquel Piñeiro (por cierto, también colaboradora de Verne). Cuando hablamos de Erasmus, explica, a todos nos vienen ideas muy parecidas.
Eso sí, aunque el libro juega con la nostalgia, la coautora recuerda que este sentimiento puede ser peligroso: “Se conserva un recuerdo romántico de la experiencia, porque es la primera vez que estás fuera de casa y lejos de tu país, pero los Erasmus también tienen una parte negativa”. Por ejemplo, la burocracia, a la que las autoras dedican un capítulo que incluye un juego de la oca con casillas para dar de alta móvil, matricularse en la universidad, convalidar las asignaturas y alquilar un piso, entre otros trámites.
2. Es la mili del siglo XXI. Piñeiro afirma que el Erasmus es “la mili del siglo XXI”. Nadie (o casi nadie) echa de menos el servicio militar, pero sí que es cierto que también se trata de un momento en el que muchos estaban lejos de familia y amigos por primera vez en su vida. En el caso de un becario Erasmus, estamos hablando de un veinteañero que llega a un país extranjero recién salido de casa de sus padres, conociendo más o menos el idioma y mucho más asustado de lo que admitirá jamás. Y vuelve habiendo entablado amistad (quizás incluso amor) con gente de varios países (y continentes), y creyéndose mucho más maduro y experimentado de lo que probablemente sea.
3. Te proporcionará un amplio repertorio de anécdotas que nadie quiere escuchar. Tanto quienes han hecho la mili como una beca Erasmus son igual de pesados a la hora de relatar anécdotas: “Nombras la palabra ‘Erasmus’ y se les ilumina la cara porque todos tienen algo que contar”. La beca Erasmus es una fuente “de sentimientos positivos y de identificación”, resume Piñeiro, que en el libro recuerda además que se trata de un periodo lleno "de libertad, despreocupación y alegría".
4. Nuevas experiencias. La autora asegura que es importante pasar en algún momento “una temporada fuera de tu país, ya que así es cuando lo entiendes de verdad, gracias a la distancia. Tenemos tendencia a ver lo negativo, pero una vez fuera apreciamos la parte positiva”. Una de ellas es la comida, tema que casi copa el capítulo dedicado a lo que se echa de menos. Piñeiro y Arrazola destacan especialmente las ruffles de jamón, las pipas, las aceitunas rellenas, las tapas, el chorizo y, sobre todo, el jamón. La tortilla de patatas, no, porque esa toca cocinarla para las cenas y fiestas con gente de otros países.
5. Y nuevos amigos. La beca Erasmus también puede ser “un nuevo comienzo”, ya que "partes casi de cero en un micromundo y tienes muchas experiencias nuevas en muy poco tiempo”. Por ese motivo “se crean unos lazos muy fuertes con la gente que conoces durante ese tiempo, ya que no tienes ni a tu familia ni a tus amigos cerca, y estos nuevos amigos son las únicas personas con las que cuentas. Estás en una burbuja aparte. Como se dice en el libro, justo en el capítulo dedicado a los clichés: “El Erasmus es como Gran Hermano, todo se magnifica”.
¿De qué tipo de gente se trata? Pues el libro ofrece una tipología que incluye al mentor (que te ayudará con todo), el organizador (que conoce todos los bares con happy hour), la que desafía los estereotipos (como la alemana que llega siempre tarde), la que no se mezcla con otros Erasmus (e incluso fuma tabaco nacional) y el que se deprime y se va, entre muchos otros.
6. Una oportunidad para salir de fiesta. ¿Es justa la fama que tienen las becas Erasmus de ser una oportunidad para que los jóvenes se emborrachen y salgan hasta las tantas? “En parte sí -admite Piñeiro-, pero como cualquier vida universitaria”. No se puede negar: los Erasmus ofrecen “muchas posibilidades de fiesta y cada uno decide si las aprovecha o no”.
Además y por supuesto, no tiene nada de malo que la gente se divierta, sobre todo si tiene 20 años. Al contrario, explica Piñeiro: “Salir también forma parte de la experiencia vital y del aprendizaje. Las becas Erasmus no sólo tienen la parte positiva de aprender un idioma y conocer a gente de otros países, sino que también ofrecen la posibilidad de vivir en un entorno distinto”. Entorno que incluye bares, sin duda y por suerte.
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