8 cosas que te pasan cuando te reúnes para ver la Super Bowl y no sabes nada de fútbol

Comer como si no hubiera un mañana y filosofar sobre la vida son algunas de ellas

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No mientas por convivir y acéptalo: no sabes nada de fútbol americano, pero te encanta ir a las reuniones que se organizan para ver la famosa Super Bowl de la que no entiendes ni tantito. Cada año, cuando termina el encuentro deportivo te repites lo mismo: ‘el próximo año no vengo’, pero eso nunca pasa. De cierta forma te has vuelto fanática de estas reuniones, de las personas que van y de las cosas que te suceden cuando asistes a ellas. Hicimos una lista de algunas de ellas.

1. Comer como si no hubiera un mañana. Casi siempre la Super Bowl es pretexto para preparar hamburguesas al carbón, organizar carnes asadas o pedir mucha, pero mucha pizza. Así que es imposible hacerte de la boca chiquita y menos si le sumas las enormes cantidades de botana que vas a consumir. Guacamole, nachos o salchichas asadas. Todas son deliciosas y no hay manera de probarlas o, en su defecto, de acabar con ellas.

2. Filosofar sobre la vida. Típico que estás sentado en el enorme sillón de Danielito y todos ven fijamente la pantalla. A veces alguien salta de emoción y otro grita una mentada de madre. Mientras tanto, tu cabeza está en otro lado e ideas como ¿Qué hago aquí? Ojalá esto termine pronto, ¿por qué no aprendí nada de deportes? ¿en realidad ellos son mis amigos? y creo que ya ando pedo rondan en tu cabeza. Al final terminas indigesto, borracho y un poco deprimido.

3. Hacer comentarios sin sentido... o con mucho. Al no ser un aficionado del futbol americano, en algún punto crees que es importante hacer preguntas sobre el deporte que para muchos no tienen sentido alguno. Te acercas a Chuchito y le dices: ¿Por qué le llaman fútbol americano si solamente patean la pelota una vez? Todo el tiempo tienen el balón en la mano. Chuchito no te va a contestar y tú no entiendes por qué. Para no quedarte con la duda vas a repetir esta observación hasta que alguien te retroalimente o te mande muy, pero muy lejos.

4. Preguntar cada cinco minutos cuándo empieza el medio tiempo. Es inevitable. Llegas, te sientas, sumerges un totopo en guacamole y le das un sorbo a tu cerveza. Empieza el partido e inmediatmante después preguntas a qué hora comenzará el espectáculo del medio tiempo. Leíste que este año estará Lady Gaga y que seguramente superará a Coldplay con creces, por lo tanto es lo único que interesa. A partir de este momento preguntarás lo mismo cada cinco minutos. Nadie te volverá a invitar.

5. Celebrar una anotación del equipo contrario. Lo más normal es que un 90% de los asistentes a una reunión sea fanático del mismo equipo. Como tú no sabes nada de eso, ni te interesa, el momento en el que el equipo contrario anota tu gritas ¡Gol! y festejas exageradamente para congeniar con la gente. Todos te odiarán...al menos durante las siguientes tres o cuatro horas.

6. Hacerte amigo de tu peor enemigo. Después de la primera hora y tres cervezas te das cuenta de que hay otra persona de tu condición. Alguien que entendería tus comentarios inteligentes, compartiría tu opinión sobre el guacamole de Javiercito y manifestaría su emoción por ver el show de medio tiempo. Lamentablemente es Pablito, el tipo con el que mal copeaste la última vez y con el que casi te agarras a golpes. Pero como bien dicen, el deporte nos une y por ello harás un movimiento estratégico y rápidamente intentarás reconciliarte con él y tener un aliado en la habitación. Las estadísticas indican que hay un 98% de posibilidades de que falles.

7. Ser más consciente de los sonidos que hay a tu alrededor. En especial de los ruidos que hace tu tío Carlos cuando mastica. Es que es impresionante que en un cuarto con más de 15 personas hablando y con la narración de un partido a un volumen considerablemente alto puedas escucharlo ingerir sus nachos uno a uno. Es terrible. Probablemente termines comiendo todo el contenido del plato para evitar que coma uno más.

8. Embriagarte y ser víctima de los sobrevivientes de la Super Bowl. La combinación comida-cerveza no es la mejor y menos en domingo, cuando ya está terminando el fin de semana. Si a eso le agregas que después del medio tiempo tu dinámica de Super Bowl ya no tiene ningún sentido, entonces pasa lo obvio: te haces bolita y terminas dormida en la esquina del sillón. Si te va bien tus amigos solo te dibujarán un bigote con marcador permanente, si te va mal tu cara será el lienzo perfecto para que tus colegas pongan a prueba su creatividad.

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