Por qué nos reímos cuando alguien se cae

El eterno conflicto entre querer reírnos y saber que no debemos

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Reímos entre 15 y 20 veces al día. Y alguna de estas veces ocurre cuando alguien tropieza, como vimos la semana pasada con la caída de Madonna, que nos llevó a recordar 22 trompazos míticos en este vídeo.

Las caídas nos sacan una sonrisa porque el humor se basa en gran medida en la incongruencia, como explica William F. Fry en Scientific American: esperábamos que Madonna subiera al escenario a cantar y en lugar de eso, tropezó con su capa. Del mismo modo, los chistes funcionan en parte por la sorpresa que causan: nos llevan en una dirección, pero luego cambian de rumbo. Además, en el caso de la cantante influyen otros dos aspectos: primero, que a Madonna no le ha pasado nada. No se ha muerto de la caída. Pudo levantarse y continuar con su actuación. También que, como dice Alfredo Murillo en GQ, Madonna no es nuestra madre. Hay distancia.

Pero tampoco puede haber demasiada distancia. Tal y como escribe Scott Weems en Ha! The Science of When We Laugh and Why ("¡Ja! La ciencia de cuándo nos reímos y por qué"), “el humor es por naturaleza confrontacional”. Para que algo nos lleve a la carcajada tiene que superar cierto umbral de incomodidad, tiene que provocarnos (aunque sin excederse). De hecho, “el conflicto entre querer reírnos y no estar seguros de que debemos” alimenta el humor. De hecho, no todo el mundo se ríe con una caída: "Ante situaciones en apariencia jocosas, muchas personas se ponen en lugar del otro" y esta cercanía emocional les impide reírse, explica a Verne Begoña Carbelo, psicóloga del Centro Universitario de Ciencias de la Salud San Rafael-Nebrija.

La de la incongruencia no es la única teoría sobre el humor, como recoge Richard Wiseman en Quirkology. También está la de superioridad: nos reímos de situaciones que nos hacen sentir superiores, por ejemplo, cuando alguien rico y famoso se cae. El tropiezo de Madonna produciría en no poca gente una "vanidad súbita", como explica Carbelo. Otra teoría es la freudiana, según la cual el humor sería una válvula de escape socialmente aceptada, lo que queda de manifiesto especialmente en el humor negro o con contenido sexual. Sí, es muy posible que ninguna teoría sobre el humor sea totalmente exhaustiva, como apunta Jim Holt en Stop Me If You’ve Heard This ("Interrúmpeme si ya te lo sabes").

Niveles de humor

Reírse de caídas es más o menos habitual, pero es una forma muy básica de humor. De nuevo citando a Weems, la sorpresa nos hace reír, pero no es lo único. También valoramos el proceso que nos lleva a este final y cómo reevaluamos toda la escena: “Lo que nos hace reír no es el contenido del chiste, sino la forma en la que nuestro cerebro trabaja en el conflicto que muestra”. Es más, los spoilers pueden hacer que el chiste sea incluso más gracioso, ya que permiten al oyente apreciar la dinámica y la mecánica de la historia humorística a medida que se nos presenta.

De hecho, Weems cita estudios que muestran que movemos los mismos músculos de la cara cuando descubrimos la solución a un problema de lógica y cuando algo nos resulta gracioso. No sólo eso: solucionamos esos problemas más deprisa si antes nos hemos reído. Más aún: recordamos más datos de una conferencia o de una clase si incluye humor relacionado con el tema.

Un momento, ¿y si Madonna se hubiera matado?

Pongamos que Madonna se hubiera muerto a consecuencia de la caída. ¿Hubiera habido chistes al respecto?

Seguro.

Eso sí, para comenzar a reírnos de desgracias, hace falta distancia, al menos temporal. Weems recuerda que los primeros chistes sobre la tragedia del Challenger tardaron diecisiete días en aparecer. La distancia espacial también ayuda. Hacer un chiste sobre el 11-S (te guste o no ese tipo de humor) es más fácil en España que en Estados Unidos. Pero a su vez, en España no oímos chistes sobre el 11-M en los bares. También depende del contexto: los comentarios jocosos sobre fallecidos comienzan a circular por Twitter cuando aún ni se ha firmado el certificado de defunción.

Weems cita a Christie Davies, uno de los principales estudiosos del humor, que afirma que el humor negro ni es insensible ni es una forma de lidiar con el luto. El humor negro es una forma de gestionar conflictos emocionales complejos. Por ejemplo "nos sentimos mal por la gente con discapacidad, pero también queremos reafirmar su valor y tratarlos como deberíamos: como a todo el mundo. Y aunque lamentamos las víctimas de desastres naturales, al mismo tiempo nos sentimos manipulados por los medios de comunicación cuando nos dicen cómo debemos sentirnos”. El humor “nos proporciona alivio, pero no lo hace borrando los sentimientos negativos, sino activándolos junto a los positivos, para ofrecernos una experiencia emocional compleja”.

Además y como explica Carbelo, "el humor expande y flexibiliza los límites", ya que nos ofrece "otra forma de ver la realidad". ¿Esto significa que el humor no tiene límites? Los tiene. Primero, cada persona y cada grupo tiene los suyos, como explica Carbelo. A lo mejor, estos chistes nos parecen innecesariamente crueles. Y no es lo mismo contarlos entre amigos que nos conocen de toda la vida que a compañeros de trabajo, por ejemplo. Por otro lado y como ya comentábamos antes, para que un chiste o un comentario sea gracioso, nos ha de hacer sentir algo incómodos, pero no demasiado. Weems cita estudios que muestran que añadir más crueldad al humor negro no hace más gracioso el chiste; al contrario.

No sólo eso: esta “experiencia emocional compleja” no se crea acercándose a alguien en un hospital y gritando: “¡Jaja, estás enfermo!”. Si se hace humor con temas delicados, hay que hacerlo "con cuidado y originalidad, y hay que mostrar una sensibilidad muy elevada", explica Carbelo, quien precisamente ha investigado el humor como herramienta terapéutica. Hay métodos. Por ejemplo, "poniéndose del lado de la víctima o de la persona que está enferma", y sabiendo muy bien hasta dónde se puede llegar, en qué momento y con qué fin.

Es decir, antes de hacer un chiste sobre el holocausto, debemos tener en cuenta que no somos ni Sarah Silverman, ni Larry David, ni Mel Brooks. No tenemos ni su experiencia, ni sus conocimientos, ni su trayectoria. Como dice la propia Silverman, “el holocausto no siempre es gracioso”.

¿Tienen gracia los chistes machistas?

Un momento, ¿nos reímos de Madonna porque es una mujer? ¿Una mujer que además ya tiene 56 años? Por ejemplo, Deborah Orr y Bidisha recuerdan en The Guardian que muchos de los comentarios supuestamente humorísticos al respecto de su caída son comentarios machistas y sobre su edad.

Obviamente, no es lo mismo reírse de alguien que tropieza y se cae que reírse de alguien que tropieza y se cae porque es una mujer mayor (y no es que Madonna sea una persona débil, precisamente, sobre todo teniendo en cuenta que se levantó y siguió con su interpretación).

Acerca de la influencia de los estereotipos en nuestras ideas, podemos citar un estudio de Thomas Ford sobre chistes sexistas. A algunos de los participantes se les dieron a leer chistes machistas, a otros, frases machistas, y a un tercer grupo, chistes sin más. Finalmente se les preguntó cuánto dinero darían a una organización en defensa de la igualdad de la mujer. Los que habían escuchado chistes sexistas daban menos dinero que quienes habían leído los otros chistes o incluso las frases machistas. Este tipo de humor "lleva a los hombres a creer que el comportamiento sexista entra dentro de los márgenes de lo aceptable socialmente".

Reírse de uno mismo

Quizás nos sentimos incómodos riéndonos de Madonna porque se ha caído. Pero si nos caemos nosotros y conseguimos reírnos, nos sentiremos bastante bien. "El humor tiene que ver con la actitud en general ante la vida y forma parte de nuestra personalidad -nos explica Carbelo-. La gente que encaja las vicisitudes de la vida con la relatividad que da el humor, encaja mejor cualquier situación". De hecho, Weems cita en su libro estudios que muestran que quienes hacen humor sobre su viudedad o su discapacidad, llevan mejor estas situaciones.

El humor puede funcionar como "mecanismo de defensa" ante estas situaciones y un buen sentido del humor ayuda a "vivir de forma más alegre y equilibrada", apunta Carbelo, que añade que "incluso las enfermedades se corrigen". De hecho y según Weems, la risa "mejora la salud cardiovascular y la respuesta inmunológica", aunque la causa podría estar no tanto en la propia risa como en el efecto socializador que esta tiene, según apunta en este artículo Robert Provine, autor de Curious Behavior: Yawning, Laughing, Hiccupping, and Beyond ("Comportamiento curioso: bostezar, reír, el hipo y más").

Mejor en grupo

Provine explica que el humor es sobre todo una señal social: nos reímos 30 veces más en grupo que a solas. Tanto es así que tres cuartas partes de las veces que nos reímos cuando estamos entre amigos no es ni por chistes ni por historias humorísticas, sino tras comentarios en apariencia banales. “La risa tiene más que ver con las relaciones que con el humor”, ya que facilita un ambiente emocional positivo. De hecho, los animales también se ríen: es su forma de decir que están jugando.

Carbelo añade que en grupo, el humor "se multiplica, potencia y amplifica". Es más, "es una forma de facilitar la cohesión y de crear vínculos" que funciona de forma comparable al amor. "Si en un grupo alguien no se ríe -añade-, es posible que no aguante mucho con ellos". Se trata de un proceso social que depende muchísimo del contexto: por eso un chiste funciona mejor en un bar que leído en una revista, o los tuits tienen gracia en Twitter, pero no tanta si alguien los lee en voz alta. También hay códigos diferentes según el grupo en el que estemos, recuerda Carbelo.

Y también por eso una comedia nos puede hacer reír más si la vemos en el cine que si la vemos en casa a solas. De hecho, las risas enlatadas tienen su sentido: está demostrado que nos reímos más cuando oímos a alguien reírse, como explica Weems. Eso sí, si alguien nos dice que las risas son grabadas y que no se han rodado en un estudio en directo, ya no nos hace tanta gracia. Y nos reímos más rodeados de amigos que de desconocidos. Incluso nos reímos más si nos dicen que un amigo está en otra habitación riéndose mucho de lo mismo.

Eso sí, Carbelo cree que "no es lo mismo el humor en redes sociales que el humor social" y compartir contenido humorístico en redes "no tiene que ver con reírse en grupo". Cuando no hay comunicación cara a cara, no podemos saber si la otra persona se está riendo. En definitiva, los favs y emojis de carcajadas pueden ser fingidos.

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