De orígenes humildes pero rotundas maneras de triunfador, Minecraft, uno de los videojuegos más populares de todos los tiempos, ha ido batiendo un record comercial tras otro sin más apoyo inicial que el boca-oreja entre los jugadores. Aún sin una versión definitiva a la venta, en enero de 2011 Minecraft ya había vendido más de un millón de copias. Su posterior versión para Xbox vendió esa misma cantidad en solo una semana. En el resto de plataformas en las que ha salido el juego (prácticamente todos los cacharros del mercado salvo las consolas de Nintendo) las cifras son igualmente millonarias.
En febrero de 2014 superó los cien millones de usuarios registrados y en octubre de 2014 se alzó con el nada desdeñable triunfo de ser el juego de PC más vendido de todos los tiempos. A finales del año pasado, el estudio de desarrollo del juego, Mojang, fue vendido a Microsoft por dos mil millones y medio de dólares.
¿De dónde sale esta pasión? ¿Por qué Minecraft es un juego adictivo pero elogiado, febrilmente divertido pero con un punto educativo y, en cualquier caso, con una trayectoria y evolución ajenas a la industria del videojuego? Esto es todo lo que tienes que saber sobre este indiscutible clásico moderno del medio digital.
¿Pero qué es Minecraft?
Minecraft nació como un juego de factura absolutamente independiente, creado por el programador sueco Markus “Notch” Persson en 2009 y prolongado y expandido por su compañía Mojang. Esencialmente se trata de un juego tipo sandbox (como la saga GTA, donde pese a la existencia de una serie de misiones que estructuran un argumento y unos objetivos, el jugador es esencialmente libre para moverse y comportarse como le dé la gana, solventar los encargos en el orden y tiempo que se quiera, etc.) enfocado a la construcción con cubos en 3D.
Sobre esos mimbres, Minecraft adquiere múltiples formas: supervivencia (el modo más propio de un videojuego clásico, en el que hay que obtener recursos y sobrevivir a un mundo hostil), creativo (con recursos ilimitados y la posibilidad de volar, sin duda el modo predilecto por los jugadores más jóvenes) y aventura (donde los jugadores se enfrentan a mapas y desafíos concebidos por otros usuarios).
Sergio Gallardo (24 años, juega por temporadas, con épocas en las que no toca Minecraft como otras de hasta quince horas semanales) define Minecraft como “un juego sin historia, sin objetivos, sin guía ni tutorial. Cuando yo empecé no había ni siquiera una tabla de logros que, en cierta manera, pueden guiar al nuevo jugador. Te obliga a investigar y aprender las pautas básicas de supervivencia (recuerdo mi "primera noche", enterrado junto a una playa mientras escuchaba a los zombies pasear), pero una vez has aprendido eso, es cosa tuya. Y ese es el punto que te hace odiar o amar el juego.”
¿Cómo se juega?
Cada juego y cada partida está generada de forma aleatoria: montañas, terrenos, desiertos, todo. Para sobrevivir hay que crear refugios (palacios o agujeros en el suelo), y para crearlos se necesitan herramientas que se obtienen explotando ese terreno generado al azar. El tiempo transcurre en el juego como en el mundo real, y al pacífico y creativo día le sucede la noche, donde horribles monstruos cuadriculados (insectos, zombis, esqueletos) intentan entrar en los dominios del jugador para arrebatarle sus bienes.
Las partidas, sin embargo, se pueden afrontar de muy distintas maneras. David Granado (38 años, en sus épocas de mayor asiduidad pasaba un par de horas diarias, más cuatro o cinco los fines de semana) distingue varias formas de jugar. Por una parte, “he jugado de manera solitaria, explorando un mundo y asegurándome el suministro de materiales. He conocido la emoción de explorar una mina por primera vez o de perderme en el mapa y tener que crear toda una nueva infraestructura por que no encontraba el camino de vuelta a casa”. Por otra parte, también afirma que “he jugado con un amigo, usando los dos la misma semilla de mundo, pero cada uno en nuestra casa. De ese modo, cuando nos veíamos comparábamos construcciones, comentábamos que había encontrado cada uno o como habíamos localizado tal o cual cosa.”
Sin duda, es la versatilidad de su mecánica lo que hace que los jugadores que quieren desafíos más intensos lo encuentren apasionante e interminable. Nos cuenta Gallardo que “a las pocas horas de juego, uno se da cuenta de que el verdadero encanto de Minecraft es complicar las cosas e imponerse retos y problemas ¿Por qué hacer un simple sembrado cuando puedes diseñar y construir toda una plantación con recolección automática? ¿Por qué hacer una simple casa de madera cuando puedes construirte todo un búnker subterráneo, un palacio flotante o una ciudad en medio del mar?”.
¿Por qué gusta tanto a los niños?
Es uno de esos fenómenos que los padres (aunque sean usuarios de videojuegos) contemplan atónitos, incapaces de entender del todo: ¿por qué hay oleadas de niños que invierten horas y horas en este juego de construcción de aspecto rudimentario y una mecánica aparentemente repetitiva? La respuesta corta: los niños siempre van a encontrar formas de divertirse que los adultos no somos capaces ni remotamente de empezar a entender. La respuesta larga: como le pasaba a los Tamagotchi y como le pasaba a los videojuegos de Pokémon, Minecraft es en realidad una reformulación sofisticada de un juego infantil clásico. En este caso, los juegos de construcción.
José Luis Arellano (40 años, juega cuatro o cinco horas a la semana pero solo en fin de semana), nos cuenta su punto de vista sobre el aspecto infantil del juego: “mis sobrinos estan enganchadisimos y en su colegio de Londres es brutal lo extendido que está el juego, pero por ejemplo la ultima vez que estuve allí de visita ninguno de los padres con los que hable, de mi edad y más jóvenes, juega ni le ve la gracia”. Sin embargo, la popularidad que Minecraft despierta entre notorias masas de preadolescentes no lo convierte en un juego exclusivamente infantil, del mismo modo que la saga Pokémon también consigue hipnotizar a audiencias adultas.
Incluso, en un fenómeno de considerable complejidad, podría decirse que Minecraft atrae a distintas edades no por aspectos distintos de su mecánica sino, precisamente, por los mismos. Afirma Gallardo que “realmente no considero que haya diferentes franjas de edad que marquen tus pautas de juego. Puedes ser un adolescente que se tome esto en serio y dedique esfuerzo y planificación a hacer sus proyectos realidad, o ser un adulto que lo único que quiere es meterse en servidores para jugar contra otros jugadores, hacer pixelart o reventar algo con TNT”.
Los jugadores adultos, sin embargo, encuentran un atractivo extra en Minecraft: el innegable potencial inmersivo de un mundo digital por construir. Arellano nos cuenta que “yo soy un tarado del LEGO, y en cierto modo Minecraft me permite hacer lo mismo que los ladrillitos pero tumbado en el sofa y sin tener que recoger después de jugar. Me relaja y me distrae mucho construir sin un objetivo concreto, casi como una especie de meditación. Me ayuda a pensar”.
Granado tiene un punto de vista muy similar: “es un juego sencillo en su mecánica pero terriblemente complejo en su desarrollo. Si te limitas a minar, puedes desconectar la mente un par de horas mientras acumulas material para un futuro proyecto. Tiene una parte de planificación que te permite concentrarte en un proyecto que quieres completar y que vas a ver realizado. Como persona que le gusta realizar maquetas y dioramas, encuentro muy satisfactorio este tipo de ocio.”
También hablamos con Marc Ausente (10 años, juega una o dos horas de forma irregular por las tardes desde hace más de dos años, ya que fue el primero en tener el juego de todos sus amigos), que afirma que el mayor atractivo que encuentra en Minecraft es “que puedes hacer todo lo que quieras en un mapa que es infinito”. Asegura que conoce a muchos jugadores de Minecraft, “la mayoría de los niños de mi clase, de mis amigos y de mis contactos de Xbox y redes sociales”, y solo dos de ellos son adultos, padres de un par de amigas de su colegio que no coinciden con él cuando juega.
¿Qué papel tienen los jugadores en la transformación de Minecraft en un fenómeno masivo?
Todo. A diferencia de otros bombazos de la cultura pop, propulsados (o directamente construidos desde los cimientos) en los despachos de los gerifaltes de algún gigante del entretenimiento, Minecraft se construyó desde cero gracias, en parte, a la creatividad desatada de los jugadores. Gallardo lo define sencillamente como “millones de jugadores creando y compartiendo sus creaciones, aprendiendo y enseñando, diseñando y comentando. Es una comunidad que no se limita a jugar, sino a crear y a compartir”.
Tras unos dubitativos pasos iniciales, el pequeño estudio detrás del juego, Mojang, comenzó a apoyar sin reservas la creatividad y difusión de las creaciones de los jugadores -desde las propias construcciones a mods, programas que modifican total o parcialmente el aspecto y contenido del juego- entendiendo que, ademas de configurar el auténtico corazón de Minecraft, ayudaban a darle fama.
Gallardo lo explica con un caso concreto: la introducción de los pistones, bloques móviles que define como “uno de los puntos de inflexión en la historia de Minecraft” y que abrieron el paso en los escenarios a sofisticaciones del calibre de puertas, trampas o las redstones, base del Minecraft moderno, ya que permite la creación de complejos circuitos automatizados y generación de energía con infinitas posibilidades. “Esa inclusión deriva de un mod que un jugador programó y se hizo muy famoso. Si Mojang fuese una empresa cerrada a la participación del jugador, nunca habría tenido esta gran popularidad”.
En su momento, Trei Brundett, jefe de producto de Vox, bajo cuyo paraguas mediático se incluye la influyente web de cultura y tecnología The Verge, declaró: “honestamente, creo que existe una generación Minecraft, una que está descubriendo que no solo puedes usar los ordenadores, sino también crear cosas con esas máquinas, manipularlas y hackearlas”.
Este papel esencial de los jugadores y, sobre todo, los modders, está complementado por los youtubers. Hay miles de canales dedicados al juego (de usuarios como Yogscast, SkythekidRS, CaptainSparklez, BajanCanadian o CupQuake, entre muchos otros), con vídeos de todo tipo: desde grabaciones de partidas a exhibicionismo de construcciones que han llevado meses de paciente colocación de bloques, pasando por detallados tutoriales que explican la función de cada elemento del juego.
Gallardo nos cuenta que “no me termina de convencer todo el mundillo del videoblog, pero los canales de Minecraft son la excepción. No aburre, porque ves a gente crear y enseñarte cómo hacerlo. No es ver a alguien pegando tiros, sino contemplar como ese alguien crea algo único y espectacular. YouTube mueve tantísima cantidad de contenido diario que ha expandido Minecraft y su popularidad a unos niveles altísimos.”
¿Por qué tiene que importarme todo esto?
Minecraft no es un videojuego convencional. Nacido de la más absoluta independencia, convertido en uno de los títulos más populares de la historia del medio, es ahora propiedad de una multinacional, Microsoft, que se ve incapaz -ni le interesa, por otra parte- de mercantilizarlo por completo gracias a su indómita comunidad de usuarios. Estos se encargan de generar nuevos contenidos y desafíos completamente al margen de las intenciones de sus actuales dueños, que a veces se limitan a decisiones de imagen tan predecibles como expansiones protagonizada por los Simpsons en modo Minecraft -que, por supuesto, ya habían sido replicados en mods no oficiales, como muchas otras criaturas del imaginario pop-.
Esta participación y modificación de los jugadores es similar a lo que sucede con los juegos tipo sandbox, como GTA, pero multiplicado de forma exponencial, ya que la propia naturaleza de Minecraft, que enraiza en la creatividad del jugador, hace que su futuro sea algo impredecible. Granado opina que Minecraft supuso un antes y un después en los videojuegos “sin objetivos”, es decir, aquellos que conectan con los juegos y juguetes clásicos, en los que el hecho de jugar por jugar es toda la meta. “Fue uno de los primeros juegos en donde no había un objetivo claro. No había un camino trazado al empezar la partida. Cuando arranca el juego miras a tu alrededor y te pones a hacer lo que quieras. Esa libertad es una autentica sensación de aire fresco.”
Minecraft conecta, pues, con una forma de jugar muy esencial e infantil, pero a la vez muy sofisticada. Gallardo concluye que ”es el arte de invertir horas en construir y mejorar algo que vas a usar un par de veces, por el simple hecho de verlo terminado, de ver tus proyectos hechos 'realidad' y de marcarte cada vez objetivos más ambiciosos. A veces comparo mis antiguos mapas con el que estoy trabajando ahora y no hay color”.
La mayoría de los videojuegos se basan, como tantos juegos de esencia deportiva y competitiva, en la idea de eliminar/matar/superar al contrario, pero Minecraft pasa por encima de ello. Y no lo hace exactamente con una ética de colaboración, sino con una de libertad absoluta y de a ver qué pasa. Lo que ha pasado, como nos cuenta Granado, es que sus jugadores se han dedicado a construir (aunque sean construcciones abocadas a la destrucción). “Llevar a cabo una construcción es fácil, cualquiera puede hacerlo, solo requiere tiempo y planificación. Minecraft conecta con esa parte tuya que jugaba con legos o tentes, solo que aquí el tambor de detergente de piezas es infinito. Ademas, si lo deseas, puedes tener que ser tú quien busca esas piezas, de modo que cuando ves tu inmenso castillo en las nubes, cuando paseas por sus almenas y puentes flotantes, sabes que toda esas rocas las has conseguido y llevado tú hasta ahí”.
Vamos, la satisfacción del trabajo bien hecho de toda la vida.
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