General Electric va a permitir que sus empleados estadounidenses elijan libremente sus vacaciones. Solo deben cumplir los objetivos o las tareas asignadas y conseguir la aprobación de su responsable, y la empresa se compromete a que no hará un seguimiento de los días libres. La decisión se toma, según el departamento de recursos humanos, para "ofrecer una muestra de confianza al equipo y mejorar la productividad". La duda que sobrevuela esta medida es que si a falta de un seguimiento que ofrezca resultados de efectividad, ¿las vacaciones ilimitadas funcionan o se parecen a esa mesa de ping pong que pretendía ser un divertimento y al final se ha convertido en un mueble más de la oficina?
La mayoría de organizaciones que no cuentan los días libres imitan a Netflix, pionera en aplicar esta política. El servicio de streaming estadounidense hizo una presentación de 128 diapositivas en 2009 que se ha convertido en una de las guías empresariales más compartidas en la red. Se resume en una idea: sus empleados podrán coger las vacaciones que quieran sin informar a nadie porque ningún responsable llevará la cuenta. "Hay que centrarse en las capacidades y habilidades de las personas, no en el número de horas que trabajan al día. Por esta razón no tenemos una política de vacaciones de cinco a nueve días, simplemente no necesitamos una política de vacaciones".
Glassdoor, la plataforma a la que acuden 13 millones de personas para evaluar e investigar a empresas estadounidenses, es otro ejemplo de vacaciones ilimitadas. Cuando aplicaron esta filosofía sustentaron su decisión en tres razones. En primer lugar: es gratis, es decir, no conlleva ningún coste adicional que los trabajadores repartan su tiempo como les convenga y encima refuerza esa sensación de confianza. "Tampoco se tendrá que lidiar con tablas, calendarios o cualquier documento de registro", plantearon. Por último, están convencidos de que mejora la productividad. "A los trabajadores les gusta que se les considere personas y que, por tanto, sus empleadores sean conscientes de que tienen una vida fuera de la oficina". El planteamiento de Glassdoor es que si, por ejemplo, alguien quiere irse dos semanas a la playa con sus hijos trabajará todo lo posible para tener sus tareas terminadas a tiempo. "Las empresas deben entender que el trabajo es simplemente una parte más de la vida de una persona".
Resulta complicado dilucidar si los efectos de esta política laboral son tan positivos como las compañías pregonan o existe una trampa detrás de este eterno verano. La mayoría de las organizaciones no contabilizan los días libres, no publican cifras y por tanto no se puede analizar cómo se comportaban sus trabajadores antes y después de que se pusiera en marcha esta medida.
Silicon Valley se ha convertido en una especie de centro neurálgico de experimentación de este tipo de estrategias laborales. "El sector de las tecnológicas vive un mix matching, es decir, hay más demanda que oferta de profesionales de este tipo", explica Luis Pérez, responsable de Relaciones Institucionales de Randstad. "Si un trabajador se siente explotado se irá a otra empresa porque sabe que esa posibilidad existe". En Estados Unidos, uno de los países donde esta práctica está más extendida, los trabajadores solo disfrutan del 51% de sus vacaciones (de una media de 15 días) y el 15% ni siquiera lo hace, según un estudio de Glassdoor. El experto considera que esa idea de que los estadounidenses no se van de vacaciones por la competitividad salvaje que caracteriza su mercado laboral está cambiando. "Entre los requisitos o preocupaciones el salario sigue siendo muy importante, pero cada vez lo es más la flexibilidad laboral para conseguir la conciliación", plantea haciendo referencia al estudio Employer Branding de esta empresa experta en recursos humanos.
"La realidad es que la mayoría de empleados de este tipo de compañías estadounidenses tienen graves problemas para alejarse del trabajo independientemente de la política de vacaciones que se establezca", explica Dian Domeyer, responsable ejecutiva de The Creative Group, empresa de cazatalentos (headhunters) especializada en el sector de la tecnología. El 72% de los altos cargos y el 52% de los empleados reconocieron en un estudio interno que si sus empresas instauraran esta medida seguirían eligiendo los mismos días de vacaciones. "Son los jefes los que deben mostrar ejemplo y coger tiempo libre", plantea la responsable, "de esta manera motivarían al resto de la plantilla para que hicieran lo mismo. Por ejemplo, si contrataran personal externo para determinadas tareas, los objetivos se seguirían cumpliendo y aliviarían presión y carga de trabajo a sus empleados".
Pérez plantea que "cualquier medida que huya del presentismo y respete la protección social favorecerá a las empresas porque supondrá una mejora de las capacidades del trabajador, se conseguirá un mayor valor añadido". Twitter, por ejemplo, no pierde mucho tiempo en controlar a sus trabajadores. Establece formalmente 10 días, pero no vigila si la cifra aumenta o desciende. "La tecnología nos conecta con el trabajo de una manera en la que el concepto de jornada laboral queda completamente difuminado", aseguró Brian Schipper, vicepresidente de recursos humanos, a la revista Fortune. "Las grandes ideas se pueden producir, compartir y ejecutar en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo".
David Tomás, cofundador de Cyberclick Group, una compañía de servicios de marketing creada en 1999, comparte esta cultura empresarial y comenzó a aplicarla en 2007. En su caso, optó por crear una organización dividida en equipos de un máximo de 16 personas sin jerarquía, es decir, no tienen jefe. Esta estructura permite que la comunicación sea más sencilla y cualquier miembro puede participar en la toma de decisiones. Por esta razón aplican la política de vacaciones ilimitadas desde 2011. "Desde hacía un tiempo no llevábamos un registro de los días", explica por teléfono, "entonces leímos el documento donde Netflix explicaba por qué había adoptado esta decisión, nos convenció y hablamos con los empleados para formalizarlo".
Hace cuatro años los empleados de Cyberclick se regían por un convenio laboral que establecía "23 o 24 días hábiles", explica Tomás sin poder precisar la cantidad exacta. "No me acuerdo muy bien, hace mucho que no miro ese documento". Ahora tampoco cuantifican cuántas vacaciones están disfrutando. "Nadie lleva el recuento, se llegan a acuerdos en los equipos". Laia Cardona, responsable de comunicación, confirma esta realidad laboral: "No tenemos un calendario, tampoco un departamento de recursos humanos, simplemente lo debatimos". Esta empleada, de Mallorca, explica que, por ejemplo, si un fin de semana quiere viajar a su ciudad, solo tiene que avisar a su compañero de que se va a coger el viernes. "A lo mejor trabajo por la mañana desde casa y por la tarde me dedico a estar con mi familia".
A falta de cifras, Tomás enarbola una filosofía laboral que en 2014 les permitió conseguir el galardón Best Workplace España 2014 en la categoría de 20 a 49 trabajadores, que premia los mejores centros laborales según la opinión de los propios empleados. “Las estructuras rígidas servían hasta ahora, con la industria, pero cuando mueves conocimiento no tiene sentido ser estricto”, asegura. Por eso también confía en que sus trabajadores no van a abusar de estas prerrogativas. "Siempre existirá un 1% que se aprovechará, pero es de lógica que las compañías den confianza al otro 99%". Considera un cliché la idea de que los españoles, por cultura, siempre van a abusar. En su caso, tuvieron algún problema cuando comenzaron a aplicar esta política. "Algunos empleados no se adaptaron porque provenían de una cultura empresarial antigua y otros intentaron aprovecharse", relata.
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