¿Alguna vez has fantaseado con dejar tu vida atrás? ¿Alguna vez has soñado con despertar cada día en un sitio diferente? ¿Alguna vez has sentido el impulso de dejarte llevar por la improvisación? Pues nosotros también y por eso decidimos embarcarnos en un catamarán de vela para conocer el mundo.
Hace un mes que abandonamos Galicia a bordo del Louro, que es el nombre de un monte gallego y también el nombre que hemos puesto a nuestra embarcación. Desde entonces hemos pasado por el puerto de Sines, en Portugal, por el de La Graciosa, en las islas Canarias, y por el de Mindelo, en Cabo Verde, donde nos encontramos ahora mismo.
Aquí hemos conocido a Rui, un biólogo marino con quien nos puso en contacto un amigo nuestro. Y también hemos podido conocer una ciudad llena de gente amable y atenta. Mindelo es un lugar que parece caribeño, pero con mucho sabor portugués. Una mezcla interesante y mucho más colorida que nuestra vida anterior.
Trabajábamos como farmacéutica y organizador de espectáculos. No eran malos trabajos, pero no nos sentíamos a gusto con la rutina de levantarse todas las mañanas para hacer lo mismo. A excepción, claro, de unas vacaciones que, por fuerza, tenían que ser cortas y limitadas a una forma convencional de hacer turismo.
En el mercado de Mindelo
Posted by Louro Catamaran on Lunes, 28 de diciembre de 2015
Por eso apostamos por un cambio. Y para nosotros, que llevamos muchas millas náuticas en el cuerpo, la opción más natural era echarse al mar. Y es que hemos participado desde hace muchos años en las regatas más importantes del calendario gallego. Además, hemos hecho unos cuantos cruceros por España, Grecia, Portugal y Croacia. Pero en nuestro viaje de ahora no hay orquestas de crucero ni cócteles extravagantes. Estamos nosotros y el océano. Los sonidos del mar y el viento.
Normalmente, en tierra vivimos con más cosas de las necesarias. En nuestro catamarán nos apañamos con muchas latas de comida (también comemos aquello que pescamos), una guitarra (el piano lógicamente no cabía), muchos libros, un sextante, bastantes herramientas (el mantenimiento del barco es algo que nos lleva mucho tiempo), un botiquín bastante apañado (podemos coser heridas importantes), un ordenador portátil y una olla a presión. Y la verdad es que ni tenemos ni necesitamos mucho más.
Aunque tener pocas cosas en el barco no significa necesariamente que vivamos como ascetas. Por ejemplo, la pasada Nochebuena la celebramos en alta mar. Y cenamos un buen jamón de bellota, algo de salmón marinado, queso de cabra canario (buenísimo, por cierto) y algo de turrón. Como en cualquier casa española. Eso sí, nos faltó el vino, porque cumplimos a rajatabla la máxima de "si bebes, no conduzcas".
Por si te estás animando a seguir nuestros pasos, debes saber que un barco como el nuestro cuesta más o menos lo mismo que un piso medio. Es algo lógico, porque hay que acondicionarlo muy bien antes de la salida y porque, al fin y al cabo, nuestro catamarán es una casa. Este desembolso nos obligará a trabajar en algunos momentos del viaje. Pero, cuando lo hagamos, trataremos de ser los dueños de nuestro tiempo y no caer en lo mismo de antes.
Posted by Louro Catamaran on Sábado, 28 de noviembre de 2015
Tampoco ha sido sencillo dejar atadas las cuestiones burocráticas antes de nuestro viaje, porque el sistema está pensado para que vivas en un lugar concreto. Por ejemplo, dar de baja los teléfonos, la luz o el agua pueden ser una odisea equiparable a cruzar el océano en barco. Pero al final nos hemos organizado –con algo de ayuda de nuestra familia, muchas gracias- para dejar las cosas resueltas. En algunas cuestiones, como la declaración de la Renta, nos serviremos de Internet, que en el fondo ha facilitado bastante las cosas para gente como nosotros.
¿Y por qué nos hemos dirigido en primer lugar a Cabo Verde? Es una cuestión que los lobos marinos habrán entendido de inmediato. Cabo Verde está en un lugar estratégico en la ruta de los vientos aliseos, que en esta época soplan de manera constante y libres de huracanes. Y, además, son los vientos que, tras 18 días de navegación, nos llevarán al Caribe, nuestra próxima parada.
Y quienes sepan un poco más de barcos se preguntarán por qué hemos optado por un catamarán en vez de un monocasco. Es cierto que el monocasco se defiende mejor en el mar, pero navegando de popa no hay mucha diferencia. Y el catamarán es mucho más estable y tiene mucha más habitabilidad. Además, podemos decir que un monocasco es un sótano con terraza, mientras que un catamarán es un ático con vistas.
Hasta ahora, todos los momentos que hemos vivido a bordo del Louro han sido especiales. Podríamos destacar el momento en el que llegamos a La Graciosa, porque en ese instante nos dimos cuenta de que realmente había empezado nuestra aventura. Pero también hemos vivido momento duros, que no imaginábamos en nuestra partida. Por ejemplo, cuando durante nuestro trayecto escuchábamos mensajes por radio sobre pateras a la deriva. Eso te forma un nudo en el estómago.
Se me pone un nudo en el estómago escuchar por radio los avisos a los navegantes "patera navegando o a la deriva con 40 personas a bordo" ...... Y no una ni dos.....
Posted by Louro Catamaran on Domingo, 20 de diciembre de 2015
En momentos buenos y malos, tenemos la sensación de que aprenderemos mucho en este viaje. No sabemos cuándo regresaremos a Galicia. ¿En 10 años? Quien quiera estar al tanto de qué descubrimos en este viaje solo tiene que seguirnos en nuestra página web o en nuestra página de Facebook.
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