Dos estudiantes murcianos encuentran en YouTube una cruz robada de la catedral hace 39 años

La investigación iniciada por Juan Manuel Rodríguez y Antonio José Gil ha permitido encontrar también un collar del siglo XIX

Ambos pertenecían al tesoro de la Virgen de la Fuensanta y habían sido sustraidos de la catedral de Murcia en 1977

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Captura de la cruz de Belluga en el vídeo de YouTube que dio lugar a su localización
Captura de la cruz de Belluga en el vídeo de YouTube que dio lugar a su localización

En 1977 el robo de varias piezas de gran valor pertenecientes al Museo de la catedral de Murcia - el conocido como tesoro de la Virgen de la Fuensanta - conmocionó al arzobispado y a los ciudadanos. Casi 40 años después dos de esas piezas han sido recuperadas gracias al buen ojo en YouTube de dos jóvenes estudiantes de Historia del Arte. Juan Manuel Rodríguez y Antonio José Gil, de 22 y 20 años, son dos amigos y vecinos de Molina de Segura que pusieron sobre aviso a la Guardia Civil del paradero de una cruz pectoral de finales del siglo XVIII. Unas pesquisas que han permitido, además, localizar otra joya: un collar con 264 diamantes y 49 aguamarinas.

“A nosotros nos gustan mucho las antigüedades y solemos interesarnos por las subastas y ventas que se hacen online”, cuenta a Verne por teléfono Juan Manuel Rodríguez, “además, como murcianos teníamos muy presente el tema del robo, porque fue algo que marcó a la ciudad. Era algo muy nuestro, un atentado contra nuestro patrimonio y aunque somos jóvenes éramos muy conscientes de lo que había ocurrido”.

El primero en toparse con la imagen de la cruz de Belluga en Internet fue Antonio. La encontró en un vídeo colgado en YouTube por una web de subastas catalana, Arts Valua. “Se da la circunstancia de que Antonio había adquirido recientemente en un rastro un catálogo de la catedral de los años 60”, explica su amigo, “la pieza en cuestión aparecía en él, así que tenía su imagen muy reciente”.

Al darse cuenta de las coincidencias con la cruz original - “al principio no podíamos creer que estuviese ahí, a la vista de todos” - trasladaron el caso a uno de sus profesores en la Universidad de Murcia, Manuel Pérez Sánchez, quien les guio durante dos semanas en el trabajo de identificación e investigación. “Una vez que estuvimos seguros”, recuerda el estudiante, “nuestro profesor envió un email a la delegación de Patrimonio de la Guardia Civil que se encarga de investigar este tipo de delitos, pero sorprendentemente no obtuvo respuesta”. Los jóvenes tuvieron que recurrir entonces a contactos personales que tenían en el cuerpo: “una familiar de Antonio que trabaja en la delegación de la Guardia Civil en Alicante fue quien nos escuchó e inició los trámites oficiales para que se diese la orden de investigar el paradero de la cruz”.

En septiembre de 2015 la Universidad y los dos estudiantes se desentendieron y dejaron en manos de las autoridades el caso. Hasta este mes de febrero, cuando comenzaron a escuchar rumores de que la pieza había sido recuperada y estaba a punto de llegar a Murcia para ser presentada públicamente.

Nuestro profesor comenzó a denunciar en las redes sociales que no se nos atribuyese el origen de la investigación. Francisco Nortes, del blog Sentir Cofrade fue, junto al periodista de La Verdad Antonio Botías, el primero en referirse al trabajo de localización que habíamos realizado y que pusimos en conocimiento de a la Guardia Civil”, explica Juan Manuel. “Ahora sí que se ha puesto en contacto con nosotros la Consejería de Cultura y el Obispado - además de otros medios de comunicación -para agradecernos lo que hicimos. No buscábamos una recompensa económica o de otro tipo, tenemos la gratificación personal, simplemente queríamos que no se faltase a la verdad y que se mencionase que quienes realmente iniciamos el proceso fuimos nosotros y Manuel Pérez ”.

Según ha explicado el grupo de Patrimonio Histórico la Guardia Civil en el acto de devolución de las piezas al Museo de la Catedral, la identificación de la cruz fue posible gracias a un exhaustivo análisis que encontró en ella partículas de hollín, procedentes del incendio que la catedral de Murcia sufrió en 1854.

Gracias a la colaboración de la casa de subastas los agentes fueron reconstruyendo el rastro del collar y de la cruz pectoral, hasta dar con sus propietarios actuales a quienes les fueron finalmente confiscadas. “Estamos muy orgullosos porque se trata de unas piezas muy valiosas tanto en el plano económico como en el sentimental”, explica Juan Manuel.

No es la primera vez que la facultad de Historia del Arte de la Universidad de Murcia ayuda en la identificación de artículos robados. El pasado mes de noviembre fue recuperado - en una casa de subastas de Madrid - un farol de plata del siglo XVIII. Los dos jóvenes creen además que el caso del tesoro de Fuensanta no está cerrado y pueden aparecer más ejemplares robados próximamente.

Antonio, que cursa primer curso de Historia del Arte y Juan Manuel, apunto de terminar el cuarto año, continuarán con sus estudios y no descartan encaminarse hacia la investigación. “Me gustaría que esto sirviese para que se escuchase la voz de los historiadores del arte” , concluye Juan Manuel, “que la sociedad sea consciente de la importante labor de los expertos en Patrimonio y que se nos tenga un poco más en cuenta. Que se nos equipare a otras profesiones mucho más respetadas.”

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