"Siempre he sido muy activa, muy de customizarlo todo, de crear, de aportar nuevas ideas", cuenta risueña Ángela Castro Díaz, " así que a mis amigos nos les ha sorprendido en absoluto el premio". Se refiere a su galardón en My IKEA product idea, un concurso que organiza la compañía de muebles sueca para sus trabajadores. Entre las más de 600 ideas presentadas a nivel mundial en su segunda edición, ha triunfado la de Ángela: una tabla de cocina que lleva un pequeño cajón adosado para ir depositando los restos de comida.
“Este año la idea de la dirección era relanzar la línea de productos de la cocina, el menaje, así que mi propia casa me sirvió de inspiración”, recuerda Ángela a Verne a través del teléfono. “Mi cocina es muy pequeña, no dispongo de mucho espacio y los cubos de basura los tengo fuera, lo que resulta muy poco práctico. Cuando veía a Arguiñano en televisión cortando los alimentos y tirando los desechos por un agujero de la encimera pensaba: Así da gusto, que facilidad. Tiene que haber una forma de conseguir algo similar... Hasta que se me ocurrió incorporar un cajón a la tabla”.
Ángela, que se formó como Ingeniero Técnico Naval cuenta que no tuvo especiales dificultades técnicas para elaborar el diseño: “Se pedía cumplir una serie de requisitos: que fuese sostenible, útil para los consumidores, que no existiese ya en el mercado... Aunque lo que primaban era la idea, que fuese funcional y no muy caro. En el formulario que debías rellenar había que indicar el precio del producto, en que mercados podría comercializarse, por qué resultaría útil para la gente en casa, etc."
La tabla, sin embargo, no era la propuesta favorita de la representante española: "Había una idea que me encantaba. Consistía en una tupper de cristal con un depósito para meter dentro polvo de zeolita. Los alimentos tienden a estropearse muy pronto cuando los guardas en el frigorífico y este material permite conservarlos en buen estado durante más tiempo. Así que me parecía una idea genial, pero no tuvo tanto éxito. No sé si falle en la explicación o por qué".
Ahora, como parte del premio, ha pasado una semana en Suecia visitando las instalaciones que IKEA tiene en Älmhult, la localidad en la que se fundó la multinacional. Allí ha podido tocar el prototipo de su diseño, aunque cuando se comercialice será distinto: "Sobre todo el material porque remplazarán la silicona inyectada que encarece mucho el producto. Pero ese momento en el que ví mi idea materializada fue muy emocionante porque no me lo esperaba".
La tabla con cajón incorporado llegará a las tiendas de España aproximadamente en un año y medio, pero no estará en catálogo: "forma parte de una colección que la compañía denomina free range y que cada tienda elige si quiere comprar o no, en función de la demanda y las costumbres de cada país".
Ángela, de 36 años, lleva un año y medio trabajando en la tienda IKEA de San Sebastián de los Reyes en un departamento que nada tiene que ver con el diseño: "Estoy en el control de stock, realizando inventarios y encargando los productos que se van agotando". Recuerda que cuando volvió a España de EEUU en 2012 - "en plena crisis y con un bebé de cinco meses"- necesitaba conciliar su vida laboral y familar. Este trabajo a media jornada se lo permite.
Tras el premio ¿contempla la posibilidad de pasar a ser diseñadora en la empresa?: "Sería genial, pero de momento no me han comentado nada. De todas formas, la experiencia ha sido maravillosa. Animo a todo el mundo a participar en este tipo de iniciativas porque resultan muy enriquecedoras, aprendes un montón y sales de tu rutina diaria en la empresa".
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