Una vez al mes un grupo de niños visita las instalaciones del refugio de animales Humane Society de Missouri. Llegan con un libro bajo el brazo, se sientan frente a las cabinas de los perros abandonados que tienen en acogida y comienzan a leerles un cuento. El objetivo: que los animales se relajen y adquieran las habilidades necesarias para su adaptación a un nuevo hogar. Un entorno en el que, muy posiblemente, estén rodeados de niños.
“Queríamos ayudar a los perros más tímidos y miedosos sin forzar la interacción física y ver el efecto positivo que esto podría tener en ellos”, explica a Verne JoEllyn Klepacki, coordinadora del programa. Y lo que han observado es que la lectura ayuda a consolar y reducir la ansiedad de las mascotas del refugio.
Esta iniciativa de voluntariado, Shelter Buddies Reading Program, forma parte del programa educativo del centro y en ella participan niños de entre 6 y 15 años. “La lanzamos de forma experimental durante las vacaciones de verano y Navidad”, recuerda Klepacki, “y al ver que funcionaba hemos continuado".
Pero ¿por qué se elige la lectura como herramienta de trabajo? "Nuestra experta en conducta animal", señala Klepacki, "siempre nos recuerda que los perros necesitan opciones. Ellos crecen sanos si tienen opciones y los perros que están en un refugio disponen de muy pocas: nosotros decidimos cuando comen, salen, van al baño, visitan al veterinario, los juguetes que se colocan en sus perreras, etc.. La lectura es una actividad tranquila que no implica que la persona toque al perro. El perro tiene la opción de permanecer en la parte posterior de la cabina y encerrarse en sí mismo, o puede optar por acercarse a la persona que se sienta allí e interactuar con ella".
Otra razón es el contacto visual. Según explica la coordinadora, los perros se comunican mucho con los ojos - tanto con otros animales como con las personas - y "mientras el niño está sentando leyendo, mirando al libro y no al perro, evita el contacto visual directo. Esto da a los perros la oportunidad de estudiarlos y evaluar si se sienten seguros junto a ellos o no ¡Y el niño puede practicar sus habilidades de lectura en público sin ser juzgado! Ganamos todos: los niños, los animales y el refugio."
El objetivo último de la iniciativa es que los perros abandonados encuentren un nuevo hogar lo antes posible: "Los animales que son capaces de acercarse a los potenciales adoptantes e interactuar con ellos cuando visitan el refugio, suelen ser elegidos en primer lugar. Y los niños ayudan a que se sientan cómodos cuando lleguen las visitas". El tercer pilar del programa serían los valores que despierta en los jóvenes voluntarios: "queremos fomentar en ellos la empatía y la compasión".
Antes de las lecturas, los niños reciben un curso de formación previa, de unos 90 minutos, para identificar el lenguaje corporal de los perros y detectar si están estresados o ansiosos. "Durante el training lo primero que hacemos es animarlos a que traten de ver las cosas desde su punto de vista", explica la coordinadora, "cada animal tiene unos antecedentes y una historia detrás".
Otro elemento fundamental es que no se queden solo en la apariencia o el pedigrí del perro. "En el programa incluimos a todo tipo de razas y mezclas", apunta Klepacki, "y estamos enseñando a los niños a ir más allá del tamaño, el color, la raza o la etiqueta. Lo importante es que se concentren en lo que los animales están tratando de decirles: si están estresados, ansiosos o tienen miedo y no en si son una mezcla de Chihuahua o Mastín".
Desde que comenzase el programa han participado alrededor de 135 niños que, según indican en el refugio, terminan encantados con la experiencia. "Realmente ellos observan los cambios que se producen en los perros una vez que se ganan su confianza" y después del voluntariado " algunos niños ruegan a sus padres que adopten a esa mascota con la que han creado un vínculo tan especial".
De momento la iniciativa solo está disponible en la sede central de la protectora en Missouri, pero llegará próximamente a otros dos centros en Maryland Heights y Chesterfield. Sus responsables están abiertos, además, a ayudar a otros refugios para que puedan desarrollarlo en sus instalaciones. "Nada nos gustaría más que un voluntariado similar se ponga en marcha en otras partes del mundo", señala Klepacki, "Ya lo estoy visualizando... niños de todas partes sentados en unas mantitas con un buen libro en el regazo y un perro observando por encima del hombro con la esperanza de encontrar un nuevo hogar".
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