El Ayuntamiento de Manresa debate este jueves una moción, propuesta por la CUP, para fomentar la educación sobre la menstruación y que las adolescentes de 2º y 4º de la ESO conozcan métodos higiénicos alternativos como las copas menstruales, las compresas de tela y las esponjas marinas.
Después de hacerse pública, la iniciativa de la CUP ha registrado más de 6.000 menciones en Twitter - según la herramienta Curator - y se ha colado entre los temas más comentados del miércoles. "Hay titulares que dicen que la CUP está en contra de las compresas y tampones, pero no es cierto: yo los he usado", aclara por teléfono a Verne Gemma Tomàs, del partido anticapitalista en la localidad barcelonesa.
La copa menstrual ya no es la novedad desconocida de hace unos años. Para saber más sobre el uso de compresas de tela no hay más que preguntar a madres y abuelas que las conocieron intímamente antes de la llegada de las compresas de un solo uso, mucho antes de las alas y materiales superabsorbentes. Las esponjas marinas como método de recogida del sangrado, sin embargo, son todo un misterio que ni la propia Tomàs ha probado (ella es de copa).
Marián García, doctora en Farmacia y bloguera en Boticaria García, abordó en un post de 2014 cómo funcionan y cuáles serían sus ventajas e inconvenientes de la esponja. A través del teléfono García explica que "todas las propuestas que se hagan para promover métodos alternativos son adecuadas siempre y cuando sean utilizadas de forma responsable". Pero, en su opinión, "si se utilizan mal, los riesgos sanitarios son peores y mayores que los de los métodos tradicionales".
¿De un uso o reutilizable?
La CUP defiende las esponjas naturales -junto a la copa y las compresas- frente a los tradicionales por razones de salud femenina (como el riesgo de síndrome del shock tóxico asociado a los tampones), por sostenibilidad ecológica y por "el precio excesivo para una necesidad que es básica". Hablan por tanto, según Tomàs, en esponjas marinas que cuestan 16,5 euros (dos unidades) y que se pueden usar hasta seis meses, lavándolas con agua y jabón entre cada uso, y con bicarbonato entre ciclos. En concreto estas.
La doctora Laura Prieto, del hospital de la Paz de Madrid, está en contra de las copas menstruales porque no le parece higiénico reutilizarlas por mucho que se laven. Prefiere los tampones y considera el shock tóxico "una entelequia" con la que no se ha cruzado en 14 años de carrera. En ese tiempo tampoco ha conocido a ninguna paciente que le haya contado que usa la esponja ni está familiarizada con el producto, pero afirma que "por mucho que puedas lavarlas, nunca es lo mismo".
Hay otras esponjas que son sintéticas y de un solo uso, y estas a la doctora Prieto a priori le parecen bien, equivalentes a un tampax. "Quitar y poner una esponja no debe requerir una colocación especial, y además son adaptables", dice. Son las que pueden comprarse en farmacias, pero según García estas no son ni ecológicas ni baratas: "Tienen un precio aproximado de 1,20 euros por unidad. Si no se reutilizan y se cambian cada 6- 8 horas, estaríamos hablando de unos 3 euros y pico al día".
Cómo usarlas correctamente
Pluvio Coronado, director del Instituto de la Mujer del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, observa las esponjas como "una opción más" dentro de los métodos que bloquean la salida de sangre. "Es igual que un tampón, ni mejor ni peor", dice, pero advierte de que no hay experiencia con ellas y "la evidencia científica es cero".
Si una paciente le pidiese consejo sobre su uso, le diría sobre todo: "Úsala bien, lávala bien, desinféctala". Si la esponja se recicla, como propone la CUP, hay que tener en cuenta que es un material poroso donde pueden alojarse restos de flujo y sangre, que podrían dar lugar según su opinión a microorganismos tóxicos. "No estoy seguro de que esa esponja no se vaya a infectar", advierte.
No es aconsejable hervir las esponjas para esterilizarlas porque pierden sus propiedades y se ponen duras. En las web donde las comercializan recomiendan sumergirlas en agua tibia con bicarbonato, pero el doctor Coronado avisa de que este producto es solo eficaz para eliminar hongos. Para desinfectarlas recomienda mejor clorexidina y yodo.
El doctor intuye un último problema: extraerlas puede ser difícil si no tienen algún hilo -se pueden coser, pero vienen sin nada-. "Entonces es cuando vendrán a vernos, con la sangre retenida, que sí es un problema porque es un alimento estupendo para las bacterias de la vagina y genera más riesgo de infección". Sabina Urraca, redactora de Vice, probó "todos los todos los productos para la regla que existen" y confirma en su artículo de enero pasado que sacársela y limpiarla tiene inconvenientes.
Gemma Tomàs está sorprendida por la atención que ha captado su propuesta, pero "contenta de que se hable de este tema tabú". En otros países como Reino Unido y Australia se han presentado iniciativas para que los productos de higiene femenina pasen a ser considerados de primera necesidad y queden exentos de los impuestos extras que encarecen su precio final. En España una campaña en change.org pide que se baje el IVA de estos artículos del 10 al 4%.
Ese es uno de los temas que aborda el último número de la revista Newsweek, con una portada dedicada a la regla y su normalización.
COVER STORY: The fight against period shaming is going mainstream https://t.co/yRgFXkpecK pic.twitter.com/OeBATxKp3z
— Newsweek (@Newsweek) 20 de abril de 2016
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