A nadie le caen bien los millennials. Son egocéntricos, se pasan el día en Snapchat y, lo que es peor, son tan desconsiderados que insisten en ser más jóvenes que yo.
La parte positiva es que los millennials tal vez ni siquiera existan. Al menos, no tal y como nos los quieren vender.
El término millennial “no se utiliza en las investigaciones académicas”, explica a Verne Almudena Moreno, socióloga de la Universidad de Valladolid y coautora del Informe de la Juventud en España 2012, publicado por el Instituto de la Juventud (Injuve). De hecho, ella solo ha encontrado una referencia académica, la de los autores que acuñaron el término. Fueron Neil Howe y William Strauss, en un libro publicado en el año 2000 con el título Millennials Rising: The Next Great Generation.
“En los medios de comunicación el término es útil para categorizar a los jóvenes y para venderles determinados productos, pero en sociología no se usa”, añade Moreno. Nos ayuda a situarnos, pero no es un concepto académico.
Categorías y prejuicios
Estos jóvenes ni siquiera tienen “identidad de grupo”, añade Moreno. Es decir, los millennials no se sienten millennials. Cosa que no solo ocurre en España: solo el 40% de los estadounidenses que entran dentro de la categoría se sienten parte de ella, según el centro de investigaciones sociológicas Pew Research. De hecho, un 33% se considera parte de la Generación X.
No es de extrañar que nadie quiera ser millennial si tenemos en cuenta lo que a menudo se dice de ellos: egocéntricos, vanidosos, vagos, apolíticos… Como explica Adam Conover, guionista de la web College Humor en una charla sobre generaciones, estas categorías a menudo “revelan nuestros prejuicios sobre las personas que estudiamos”. Y los jóvenes responden de forma razonable: rechazándolos.
Además, muy a menudo se olvida que “son un grupo muy amplio y heterogéneo, con tantas diferencias que usar una única categoría holística es un error”, explica Moreno, que añade: “El joven como tal no existe. Lo que existen son muchos jóvenes, que se ven influidos por muchos factores”.
Un puñado de estereotipos
Lo peor es que los adjetivos que se les dedican ni siquiera son originales. El propio Conover recordaba la famosa portada de la revista Time, en la que se hablaba de la “Me Me Me Generation” ("La generación yo, yo, yo"), y la comparaba con un artículo de Tom Wolfe titulado “The ‘Me’ Decade” sobre el nuevo egocentrismo e individualismo de la sociedad estadounidense. Este artículo se publicó en 1976.
En cuanto al desapego por la política de los jóvenes, el centro Pew Research recuerda que todos los jóvenes de todas las generaciones suelen implicarse menos en esta actividad: “Esto puede ser porque están menos informados o porque creen que les afectan menos las decisiones políticas”. Pero aunque esto pueda ser cierto para muchos jóvenes, también hay que recordar movimientos como Occupy Wall Street o el 15M, por ejemplo, que como mínimo muestran la diversidad que es natural encontrar en un grupo tan amplio.
Otro ejemplo es el de hablar de una generación "perdida”, que es el adjetivo que más destaca en la nube de palabras de Generación What, un proyecto de 16 cadenas de televisión y radio públicas de 12 países europeos que tiene como objetivo averiguar lo que piensan los jóvenes nacidos entre 1982 y 2000. Lo hará gracias a un cuestionario online de 149 preguntas sobre toda clase de temas que estará disponible hasta marzo de 2017.
“Es un tópico que no me gusta nada”, apunta Moreno al respecto. La socióloga explica que, si bien es cierto que hoy en día es más difícil acceder al mundo adulto y se nota un futuro más incierto, en este caso los jóvenes “hacen propio el discurso dominante”.
La etiqueta ni siquiera es nueva. La primera Generación Perdida es la de los escritores estadounidenses que comenzaron a publicar en los años 20. Viene de una frase que le dijo la escritora Gertrude Stein a Ernest Hemingway: “Sois una generación perdida”. El estadounidense la usó como epígrafe en su primera novela, Fiesta, y el adjetivo se usó a partir de entonces para hablar de estos jóvenes desorientados, sin rumbo, muchos de ellos expatriados. Igual a alguien le suena.
Otro rasgo que se les suele atribuir a los millennials es el de estar enganchados a las nuevas tecnologías. Pero no podemos olvidar que estas tecnologías nos influyen a todos. Por ejemplo y según recogía Slate, el 82% de las personas entre 30 y 49 años usa redes sociales, solo 7 puntos menos que el grupo comprendido entre los 18 y los 29.
Al final, lo que ocurre es que muchas de estas tendencias (egocéntricos, desorientados, interesados por lo nuevo) son comunes a la mayoría de los jóvenes de todas las generaciones. “Todos pasamos por esa etapa vital de la juventud y compartimos las mismas inquietudes, como pueden ser el trabajo y la pareja… Lo que es diferente es la forma en la que intentamos conseguir esos fines”. Es decir, “las formas de afrontar los retos son diferentes, pero estos retos son los mismos”.
Un grupo demasiado amplio
Esto queda aún más claro si tenemos en cuenta el rango de edad de los millennials. Los acuñadores del término incluyen a los nacidos entre 1982 y 2004. “Un joven de 18 años es completamente distinto a uno de 31 -recuerda Moreno-. No tienen nada que ver, están en momentos muy diferentes de madurez. Incluso hoy en día, cuando se ha ampliado el ciclo de juventud”.
Moreno recuerda que el Injuve, por ejemplo, habla de juventud entre los 15 y los 29 años, y el Eurostat deja el límite superior en los 25, aunque admite que el organismo estadístico europeo se queda algo corto para los españoles.
También hay que tener en cuenta que los cambios entre generaciones no son tan bruscos como la diferenciación entre baby boomers, Generación X y millennials podría dar a entender: “Se trata de un continuo con cambios graduales -apunta Moreno-. Si interpretamos estas categorías de forma tan rígida, no son útiles”. Es decir, es posible que un millennial de 33 años tenga más en común con un gen-X de 35 años que con otro millennial de 22.
Además, estos términos se acuñan en Estados Unidos y no siempre se pueden exportar de forma fácil. Ejemplo: The Greatest Generation, la generación más grande, es la que luchó en la Segunda Guerra Mundial. Sin entrar en detalles, no resulta difícil pensar en países en los que esta caracterización resultaría, digamos, poco apropiada.
Algunos rasgos en común
Eso sí, a pesar de todo podemos encontrar rasgos que son diferentes para los jóvenes de hoy en día frente a los de hace 20, 40 o 60 años.
Hay que recordar que algunas generaciones pasan por eventos que son únicos para ellos. Por ejemplo, los millennials no vivieron la transición y los que nacimos a finales de la Generación X ni la recordamos. Y otros viven estos eventos de forma única para ellos, como en el caso de la actual crisis económica, que a muchos millennials les ha tocado sufrir mientras intentaban acceder al mercado laboral por primera vez. Eso sí, no son los primeros en estar en condiciones financieras peores que sus predecesores: esos fuimos nosotros, los de la Generación X.
Según Moreno y teniendo en cuenta todas las salvedades antes mencionadas, muchos de los jóvenes de hoy en día tienen en común los siguientes rasgos:
- El uso habitual de nuevas tecnologías. Casi todos usamos estas nuevas tecnologías (yo no estoy escribiendo con pluma de ganso), pero muchos jóvenes no han vivido (o no recuerdan) un mundo sin internet.
- La ambigüedad respecto al futuro. Moreno recuerda que la generación de los 70 “tenía el camino más definido. Sabía que podía estudiar, que luego trabajaría y que más tarde formaría una familia… Hoy ese camino es más impreciso”.
- La diversidad y la heterogeneidad. Son una generación con orígenes y culturas más diferentes y variados que hace años.
El centro Pew Research añade algunas características más, con datos de Estados Unidos: los jóvenes no se sienten tan ligados a las instituciones políticas y religiosas; han sido los más afectados en décadas por la crisis, el desempleo y las deudas; se casan menos que las generaciones anteriores y desconfían más de los mayores, cosa que se comprende perfectamente, teniendo en cuenta, por ejemplo, el ya mencionado estado de la economía.
Un buen negocio
En definitiva, Moreno afirma que usar el término millennial para intentar analizar la juventud de hoy en día es “un error porque hay tal diversidad de expectativas y comportamientos que no tiene sentido”.
Estas categorías sirven para entendernos cuando estamos hablando en la cafetería y nos estamos quejando de los jóvenes con frases que comienzan con las palabras “pues en mi época...”. Pero poco más. Lo mismo valía, por cierto, para las generaciones anteriores. No olvidemos, por ejemplo, que Generación X era una novela de Douglas Coupland. Sí, era ficción, no un tratado sociológico.
Pero hay algo más para lo que esta etiqueta es útil, siguiendo lo que también apunta Conover en su charla: para ganar dinero. Las empresas quieren vender a los jóvenes (lo cual es comprensible: en principio, cualquier empresa quiere vender a cuanta más gente mejor) y por eso todas las consultoras publican informes y estudios, además de organizar charlas y conferencias, con el objetivo de explicar a los departamentos de marketing de estas compañías cómo hablan, piensan y, sobre todo, compran los millennials.
La búsqueda “how to sell to millennials” da más de 700.000 resultados en Google y “cómo vender a millennials", en español, casi 300.000. La mayoría son artículos que quieren desentrañar un misterio en apariencia equiparable al del idioma etrusco, a pesar de que en ocasiones los consejos no aportan mucho.
Por ejemplo, se dice que la autenticidad importa y que los millennials son leales a las marcas que les dan lo que quieren. A ver, yo no soy un veinteañero, pero también prefiero la autenticidad a la falsedad y veo razonable comprar a quien me ofrece lo que busco en lugar de optar por quien me decepciona compra tras compra.
¿Quizás compran más online? Pues compran mucho por internet, pero no están solos: según el Instituto Nacional de Estadística, en 2013 la mayor parte de las compras online en España las hicieron personas de entre 35 y 44 años (29,4%). Después venían los jóvenes entre 25 y 34 años (28%).
El problema es tratar a los millennials como marcianos y, sobre todo, olvidar que son muchos y muy diferentes. Solo en España, hay unos 8 millones. Más o menos el 17% de la población. Buena suerte con eso de encontrar una fórmula mágica que sirva para todos ellos.
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