Si Hitler resucitara, quizá sería una estrella de Twitter y colgaría sus discursos en Facebook. Leni Riefenstahl rodaría para YouTube y Heinrich Hoffmann publicaría en Instagram, mientras que Goebbels sería el community manager. "Por desgracia, muchas de sus ideas triunfarían en la sociedad actual", asegura a Verne el cineasta David Wnendt. El alemán muestra en la versión cinematográfica de la novela Ha vuelto una comedia con aires de documental, dedicada a una sociedad en la que ha resurgido el miedo al otro y nacen nuevas formas de propaganda en Internet.
Su película plantea una hipótesis para invitar al análisis: Hitler despierta de un coma en el Berlín del siglo XXI. Se encuentra solo, pasea por las calles de la ciudad y alucina con los millennials, la gente le pide selfis, los quioscos venden periódicos turcos y Polonia sigue ahí al lado. Se da cuenta de que ser el Führer hoy en día es muy duro, pero pronto encuentra la forma de hacerse escuchar de nuevo.
Con Ha vuelto David Wnendt quiere que el espectador se ría y que luego su sonrisa se congele; que la mirada quede perdida en una "reflexión profunda e incómoda que destaque por encima del humor", comenta en conversación telefónica sobre la cinta.
La adaptación de la novela superventas de Timur Vermes se ha proyectado en pantalla grande en la 18º edición del Festival de Cine Alemán de Madrid, que se celebra hasta este domingo y que cada año acerca a la capital los títulos más interesantes de la filmografía germana. Netflix España programa la cinta en su catálogo actual.
En 2013, el escritor alemán llevó el rostro del tabú a las librerías alemanas y a más de un millón de hogares del país. Ahora, David Wnendt nos cuela al dictador en las pantallas de cine y en nuestras tabletas y teléfonos. "Aunque en Alemania analizamos al personaje y al nazismo continuamente en las escuelas y museos, sí era un tabú en otros contextos más propios del día a día y, por supuesto, en la comedia. Lo que logró Timur fue prodigioso", dice el director.
Este Hitler ficticio, desubicado en la era de las redes sociales, encuentra un aliado. Pocas cosas tienen más peligro que un periodista autónomo y uno de ellos, en busca desesperada de una exclusiva, decide irse de gira por Alemania con quien considera un perfecto imitador del dictador para grabar las reacciones con su cámara. En cuento logra un millón de reproducciones en YouTube, la televisión llama a su puerta.
Durante su viaje, el dictador habla con su pueblo. En un imbiss (puesto de comida para picar) le protestan sobre los niños inmigrantes, en un kneipe (un bar de barrio) rechazan al salafismo y al Islam y también departe con un criador de perros sobre la conveniencia de no cruzar ciertas razas para no echarlas a perder.
"Internet es más caótico que la comunicación unidireccional de la televisión o la radio, da lugar a la denuncia ciudadana, pero también a cosas peligrosas. En China, por ejemplo, el Gobierno controla las redes sociales, falseando millones de comentarios. Si Hitler estuviera vivo, intentaría usar todas ellas para que no se le escapara ninguna porción de población, pero sin duda imitaría el modelo chino", comenta el alemán a Verne.
La vuelta a la vida de Hitler que plantea en Ha vuelto busca un tono más documental que lo reflejado en el libro original. Por eso, puso a pasear a su actor protagonista, Oliver Masucci, por las principales plazas del país metido en la piel de su personaje.
Registró con su cámara las reacciones espontáneas de la gente y algunas de ellas aparecen en la película. "La novela plantea qué pasaría si Hitler estuviera vivo hoy y cómo reaccionaría, y eso es lo que hice sin recurrir del todo a la ficción", comenta Wnendt.
El director viene de adaptar el otro gran bestseller de la literatura alemana reciente. En Wetlands, la escritora Charlotte Roche agitaba el debate sobre el feminismo con una versión muy escatológica de Amelie. Asegura que el riesgo de navegar entre líneas rojas le estimula y no teme cuestionar a la Alemania actual.
La agitada actualidad del país da la razón al cineasta. Los ultraderechistas de Pegida protestan hasta por lo poco rubios que son los niños que aparecen en las chocolatinas Kinder; la población turca colapsó la semana pasada el centro de Berlín, instantes después de que el Gobierno germano reconociera el genocidio armenio; y Angela Merkel no se atrevió a defender al humorista Jan Böhmermann, cuando el presidente turco decidió emprender medidas legales contra él tras una parodia televisiva.
Dieses Plakat hängt gerade vor der türkischen Botschaft in #Berlin. #freeboehmi #mimimi https://t.co/plpNKSGgte pic.twitter.com/kTKaqYJBHP
— mitvergnuegen (@mitvergnuegen) 13 de abril de 2016
Cartel colocado frente a la embajada turca en Berlín, que bromea con la protesta del presidente Erdogan sobre las parodías de Jan Böhmermann
Wnendt sí se posiciona junto a Böhmermann. "La libertad de expresión es irrenunciable. Incluso Merkel ha pedido perdón por no haberse puesto de su parte desde un primer momento. Acallar a periodistas o humoristas es una de las cosas más alejadas a la democracia y no debería haber dudas al respecto", comenta.
Otra de las verdades inconvenientes que arroja la cinta sobre la sociedad occidental nos recuerda que, a menudo, mostramos más empatía con animales que con los refugiados. "La explicación de por qué ocurre algo así es sencilla. Tratamos a diario con animales, pero mucha gente no ha visto a un refugiado en su vida. No sabe lo que ha sufrido, ni si se parecen a nosotros. El miedo irracional a lo desconocido siempre funciona. Por eso muchos países buscan en estos momentos un líder de apariencia poderosa que defienda los intereses nacionales, como ocurrió en el pasado", argumenta.
"Me atreví con la opción más arriesgada"
Cuando Timur Vermes lanzó en Alemania la muy comentada novela en la que se inspira esta película, nos explicaba el porqué de recurrir al dictador. "A diferencia de otros personajes históricos similares, Hitler llegó al poder apoyado por el pueblo. Toda sociedad que ha vivido una guerra está traumatizada por ello pero, en el caso de Alemania, nuestro daño psicológico es distinto. No fuimos las víctimas y nos sentimos inocentes, pero a su vez algo responsables. Sentimos que fuimos parte de sus crímenes, incluso entre los que no habíamos nacido entonces", decía.
¿Por qué Hitler consiguió tanto apoyo popular?: "Era inteligente, carismático, sabía como abordar a la gente y supo sacar provecho de un momento histórico muy concreto", argumentaba el escritor, "el relato podía haber funcionado con otro personaje, pero preferí que fuera Hitler, aunque la idea resultara más arriesgada".
* También puedes seguirnos en Instagram y Flipboard. ¡No te pierdas lo mejor de Verne!