Verano es sinónimo de fiestas patronales. Las calles de los pueblos se llenan de carpas, banderines y escenarios de orquesta para celebrar por todo lo alto sus días grandes, uno de los momentos más divertidos del año en todo pueblo que se precie. Orgullosos de sus fiestas, los más hospitalarios aprovechan para traerse a algún amigo de la ciudad en estas fechas. Si ese eres tú, te aseguramos que te divertirás más que en cualquier festival, pero hay algunas cosas que debes saber antes de tu llegada si no quieres acabar en el pilón, el río, la piscina o cualquier masa de agua en la que quepa un ser humano. Apunta:
1. La “hora de acostarse” no se mide en tiempo, sino en fritanga. Si no te has tomado unos churros o unos buñuelos todavía no puedes irte a la cama. Si algún flojeras no se ve capaz de resistir hasta que abran los puestos de churros, puede sustituirlo por unas salchipapas.
2. Los motes del pueblo se quedan en el pueblo. Tal vez Pedro López, el chico arreglado que estudia Derecho contigo y que te ha invitado a las fiestas, de repente pase a llamarse El Pitu, El Jebi, El Perla o incluso El Drogas. No te acostumbres: al volver a la ciudad será Pedro López de nuevo.
3. Respeta los vasos de plástico. No, en los chiringuitos de la zona de marcha no tienen copas de balón y, posiblemente, ningún tipo de vajilla de cristal. La medida de las copas sigue siendo el vaso de tubo, ese recipiente casi en extinción en los bares de Madrid. Y ni se te ocurra refunfuñar: esos vasos están perfectamente aceptados y se utilizan no solo para beber, sino para ir diseñando poco a poco el cuidado tapiz de colillas y trocitos de plástico con el que el suelo va adornándose durante la noche. Si no quieres acabar con las manos pegajosas, es recomendable comprar vasos de tubo de plástico duro antes de las fiestas para practicar. Si los muerdes se rajan, si aplicas demasiada fuerza se rajan, un movimiento brusco de hielo los raja…
4. Si tienes intenciones libidinosas con alguien, no lo anuncies. En los pueblos los seis grados de separación suelen ser bastantes menos (uno, con toda seguridad), y la probabilidad de que el pretendido o pretendida sea novio, exnovio, rollo, antiguo rollo, follamigo, primo o hermana del amigo que te ha invitado al pueblo, o de alguien de su cuadrilla, es alta.
5. Si una señora aleatoria te saca a bailar, baila. Las mayores de los pueblos disfrutan de un aforamiento especial que les permite sacar a la pista, sin preguntas, sin mediar palabra, desde a su nieta de 3 años hasta al alcalde. Los forasteros están incluidos.
6. Si pides un gintonic, no preguntes “¿qué ginebras tienes?”. Probablemente no quieras saber la respuesta. Ante la duda, acude a los best-sellers de las fiestas: Larios si eres de ginebra, DYC si eres de whisky. Y, en la barra, sin prisas. No quieras llegar al pueblo marcando ritmos, que hay bebida para todos.
7. Si alguien se ríe de tu acento, te aguantas. Tú puedes reírte también de nosotros, pero por dentro, claro. Si te ríes en voz alta, al pilón.
8. Hay canciones que es obligatorio cantar y bailar. A lo mejor no te gustan estos estilos de música, pero estos temas hay que llevarlos aprendidos: Paquito el chocolatero, Ave María de David Bisbal, La gozadera (o una de sus versiones regionales), Fiesta pagana de Mago de Oz (el guiño con el que el DJ piensa que se mete a los metaleros en el bolsillo), Cannabis de Ska-P (ídem, pero con los punkis), El roce de tu cuerpo de Platero y Tú, Suspiros de España y Pipas pal pájaro.
9. Gritar "¡ya, para!" mientras te echan alcoholazo en el cubata está mal visto. Estás en un pueblo, bebe como los de pueblo.
10. Si no aguantas las bromas, te vas del pueblo. Si incluso cumpliendo este decálogo a rajatabla por algún motivo, el que sea, acabas en el pilón, el río, o la piscina… Te aguantas.
* También puedes seguirnos en Instagram y Flipboard. ¡No te pierdas lo mejor de Verne!