El municipio de Xilitla es un Pueblo Mágico en el sureste de San Luis Potosí. Tiene unos 50.000 habitantes y los más jóvenes comienzan a adquirir una característica común: tienen nombres de origen anglosajón, entre los más comunes está Brian o su variación Brayan, dice Jannett López Márquez, titular de la oficialía del registro civil local. “Hemos notado un incremento de estos nombres en inglés de enero para acá. Tenemos en promedio unos dos o tres al mes”, explica a Verne vía telefónica. El problema de esto, agrega López, es que los niños son usualmente objeto de burla cuando tienen este tipo de nombres. “El municipio ha sabido casos de bullying en las escuelas. Por eso recomendamos a los padres darles nombres que se relacionen más con la región, su cultura y su historia familiar”.
López reconoce que ella tiene un nombre poco común. "No es tan común como el nombre María, pero tampoco lo consideraría muy inusual, digamos que está en un punto medio", comenta. "No soy nativa de la región, tal vez por no es un nombre típico de aquí, pero existen otras Janets que incluso trabajan en esta oficina, lo único que cambia es la forma en la que se escribe".
Desde finales de agosto, el registro civil hace esta sugerencia para prevenir casos de discriminación. “Tratamos directamente con los padres en la oficina del registro. Algunos padres sí han cambiado el nombre cuando exponemos nuestra preocupación, pero cuando nos dicen que ese el nombre que quieren para su hijo, que lo han pensado desde hace tiempo, ahí la dejamos. Nosotros respetamos su derecho a nombrarlos como ellos quieran”, comenta López. Nombres como Brandon, Kevin o Dylan, otros ejemplos que la oficina ha registrado, no son tan preocupantes para el municipio como los que provienen del mundo del espectáculo o de la televisión como Michael Jackson. “También queremos evitar que los nombres sean muy complicados de pronunciar y que los padres sepan bien sus significados”.
López ha notado que muchos de los padres que registran a sus hijos con nombres anglosajones han trabajado o vivido fuera de Xilitla. “Muchos vienen de Monterrey o de Estados Unidos y es probable que ahí hayan escuchado los nombres. Creo que muchos también provienen de los programas de televisión”. Estos dos son los factores más comunes por los que en México cada vez son más comunes los nombres anglosajones, explica Liliana Reyes, socióloga por la Universidad Autónoma de Barcelona. “En México hay una gran influencia cultural de Estados Unidos, principalmente por la música, el cine y la televisión”, dice vía telefónica. “Los migrantes también le dan esos nombres a sus hijos para adecuarse al idioma y la cultura de ese país. Para los que retornan a México o viven aquí lo ven como una especie de ascenso en la escala social, pues por desgracia en el país existe la idea de que hay nombres de pobres, como Lupita o Juan, y que para salir de una situación de pobreza es necesario deshacerse de ese estigma social”.
La dificultad de pronunciarlos
Brian Hernández, un desarrollador de software de Texcoco (Estado de México), comenta a Verne que su madre lo llamó así porque siempre quiso que él viviera del otro lado de la frontera. “Ella lo eligió para que yo pudiera adaptarse más fácilmente en Estados Unidos. Algún día pienso vivir ahí y quisiera que mis hijos tuvieran nombres del lugar y me gustaría poder registrarlos en México sin que me digan que está mal”. Hernández, de 25 años, dice que el principal desafío que ha enfrentado con su nombre es la pronunciación. “Desde primero de primaria la gente me llama Bri-an y no Braian, que es como se debe decir. No es que no lo puedan pronunciar, a veces lo hacen a propósito para molestarme. La verdad es que desde que la prepa ya no me pasa tanto, porque ahí no era el único Brian. Creo que esto no solo le pasa a la gente con mi nombre, sino a todos los que tienen uno que no se pronuncia como se lee”.
Esta podría ser una de las razones por las que la gente discrimina o se burla de la gente con nombres anglosajones, dice Reyes. “Cuando obligas a alguien a llamarte de una forma que no puede pronunciar se siente ofendido, porque lo estás forzando a hacer algo que es distinto de su cultura y su entorno”, agrega la académica especialista en temas de migración.
Brayahan Paredes, analista de ventas de Cuautitlán Izcalli (Estado de México), ha pasado por una situación similar. “Los maestros en la escuela siempre veían hacían caras raras cuando leían mi nombre en las listas”, comenta vía telefónica. Él cuenta que su madre deletreó así su nombre en el Registro Civil a sugerencia de una vecina, que le dijo que era un nombre del Libro Mormón. “He optado por presentarme como Osvaldo (su segundo nombre) no porque me avergüence de mi otro nombre sino porque es muy difícil que lo sepan escribir bien”.
Paredes, de 24 años, admite que sus amigos y colegas se han burlado de su nombre. “Lo asocian al estereotipo de un joven de índole delictiva y me dicen cosas como ‘no me vayas a sacar la navaja o me vayas a robar la cartera’. La verdad son cosas chuscas que no me ofenden y nunca me han afectado. Hasta yo me mofo de mi nombre".
Una de las maneras más comunes en las que se burlan de él es compartiendo bromas en redes sociales sobre el nombre Brayan y sus variaciones. En estos memes e ilustraciones, que han surgido recientemente en México, el nombre se usa para referirse a un estereotipo de hombre de escasos recursos proveniente de una zona urbana. “Mis amigos me mandan estas bromas todo el tiempo en mi Facebook”, dice Paredes. “Lo único que me molesta es que me manden la misma mil veces, ojalá fueran más originales”.
Ambos, Hernández y Paredes consideran la medida de Xilitla innecesaria. “No creo que valga la pena, yo puedo decir que a mí realmente no me ha afectado mucho llamarme Brayahan, incluso con la forma en la que se deletrea mi nombre”, dice Paredes. Al respecto, Hernández comenta: “Yo creo que mientras los nombres no sean ofensivos o tengan doble sentido, no es necesario evitar que se usen”.
López, del registro civil de Xilitla, dice que las recomendaciones no solo se hacen para prevenir la discriminación. “También buscamos preservar la cultura y las raíces de la comunidad, por eso les sugerimos a los padres nombrar a sus hijos con nombres más tradicionales, o combinar los nuevos con otros que sean los de los padres o los abuelos". Ella reconoce que tal vez los nombres anglosajones se vuelvan más comunes en México. "Es probable que esto suceda por que hay mucha influencia de nuestro país vecino, pero nuestro objetivo es precisamente procurar que las nuevas generaciones les pase lo que a las nuestras y pierdan los nombres que están más relacionados con nuestra cultura".
En opinión de Reyes, la recomendación no será suficiente para lograr este objetivo. “No creo que la medida sea malintencionada, pero se queda un poco corta”, dice. “Es necesaria la creación de una política desde el Gobierno federal para reforzar la cultura mexicana y el orgullo por las raíces mexicanas y así contrarrestar la gran influencia proveniente de Estados Unidos”.
La socióloga añade que esta medida tampoco es una solución a la discriminación. “El bullying es el síntoma de un problema mucho más grande y si queremos combatirlo hay que atender el gran problema de discriminación que hay en este país. Aquí estigmatizamos por todo: por nuestro orígen étnico, nuestro nivel socioeconómico y nuestro lugar de residencia. Lo que la gente discrimina no es el nombre en sí, sino toda la identidad de la persona. No es solo un problema de los padres que registran a sus hijos, es de todos”.
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