Moreno, delgado, con la coronilla calva y pelo blanco a los lados, vistiendo una sotana. Esas son las principales características físicas de Miguel Hidalgo en cientos de pinturas, murales, esculturas e ilustraciones en libros. Alguno de tus compañeros en la primaria (o tú) se disfrazó así para representar al iniciador de la Guerra de Independencia en algún festival del 15 de septiembre.
No hay duda de que existe un consenso entre los mexicanos sobre la apariencia del padre de la patria, pero es solo eso. En realidad, el cura y catedrático nunca se hizo un retrato en vida y sus primeros retratos (de los que se tiene registro) se hicieron más de una década después de su muerte. Sus rasgos son distintos en cada uno, como se puede notar en estos tres:
A diferencia de otros personajes de la Independencia como José María Morelos, Vicente Guerrero o Agustín de Iturbide, Hidalgo no tuvo tiempo para mandar hacerse un retrato, explica Jaime Olveda, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia. “Estuvo muy presionado por las circunstancias de la insurrección”, dice a Verne vía telefónica. “Era raro que permaneciera en un lugar por mucho tiempo y tampoco podía estar horas posando para un pintor. Los demás sí tuvieron esa oportunidad”.
En el siglo XIX sólo las figuras públicas o con mucho dinero tenían las posibilidades para contratar a un pintor, agrega el también profesor de historia. “Hidalgo nunca fue un miembro prominente del clero, como un obispo, aunque por un tiempo fue rector del Colegio de San Nicolás, pasó la mayoría de su vida en parroquias muy modestas”.
Su aparente anonimato se terminó cuando inició el movimiento de Independencia y pronto se convirtió en un símbolo de rebelión en la Nueva España, explica Guillermo Brenes Tencio, historiador costarricense en su artículo Los Rostros de Hidalgo. No por nada, todos los intentos por tener una imagen de Hidalgo “fueron sofocados con sangre y fuego por las autoridades realistas”, agrega en el documento. Después de su ejecución en 1811, se prohibió incluso hablar de él. Esta censura duró más de una década.
Los retratos de Hidalgo no necesariamente abundaron con el nacimiento del México independiente. De acuerdo con el artículo de Brenes, esto se debió a que “el movimiento que había triunfado y su Plan de Iguala (la declaración de Independencia) poco tenía que ver con las reivindicaciones de Miguel Hidalgo y sus seguidores”.
Pero dos años después de la proclamación del Plan, en 1823, surge el primer retrato del Hidalgo del que se tiene registro. La ilustración que aparece en una publicación sobre historia de México, se muestra a un Hidalgo con aires napoleónicos: joven, vestido de soldado y sosteniendo una bandera con el escudo nacional (que no existía cuando Hidalgo comenzó la insurrección).
El segundo retrato, de 1826, se asemeja más a la imagen moderna del cura. Fue publicado en el periódico cultural El Iris y según sus editores estaba basado en el Hidalgo real, aunque, según Brenes, no ofrecieron detalles de cómo lograron esto 15 años después de su muerte.
La descripción física de Hidalgo más completa y confiable para los historiadores es la del libro Historia de Méjico, escrito entre 1849 y 1852, por el historiador y político Lucas Alamán, quien conoció a Hidalgo. Así lo describe, según lo documenta Enrique Krauze en su libro Siglo de Caudillos:
De mediana estatura, cargado de espaldas, de color moreno y ojos verdes vivos, la cabeza algo caída sobre el pecho, bastante cano y calvo, como que pasaba ya de sesenta años, pero vigoroso, aunque no activo y pronto en sus movimientos...poco aliñado en su traje, no usaba otro que el que acostumbraban entonces los curas de los pueblos pequeños.
La descripción de Alamán fue la base de muchas pinturas y esculturas, dice Olveda. “Esto no quiere decir que fue su única fuente, probablemente también se basaron en otros testimonios”, advierte. “Incluso si algún artista lo hubiera llegado a conocer, no garantiza que su representación haya sido fidedigna”.
Existen rumores de que uno de los hermanos de Hidalgo sirvió como modelo para estos retratos. En 2007, el entonces gobernador de Coahuila Humberto Moreira aseguraba que un sacerdote europeo había servido de modelo para los retratos del cura a petición de Maximiliano de Habsburgo y que él lanzaría una campaña para descubrir el verdadero rostro del personaje. Los resultados de la campaña nunca fueron revelados. “No existe documentación que avale ninguna de estas versiones, por lo que solo las podemos considerar como rumores”, dice Olveda.
El investigador considera la pintura de Antonio Serrano de 1831 una de las que más se acerca a la descripción de Alamán. Esta se encuentra en el Museo Nacional de Historia.
El retrato que sirvió de base para la imagen oficial de Hidalgo, y por lo tanto la más popular, es el de Joaquín Ramírez de 1865, explica Brenes en su artículo Miguel Hidalgo a la luz del arte. Esta pintura está en el Palacio Nacional.
Olveda asegura que los muchos retratos de Hidalgo reflejan más la intención del artista que la imagen real del personaje histórico. “Cada pintor le dio expresiones distintas, en unos cuadros tiene un semblante bondadoso, en otros está enojado, iracundo o exaltado, en otro aparece reflexivo”, comenta. “Lo presentan como ellos se lo imaginan o como lo quieren mostrar, pero al final todos son imaginados. En ese sentido, el caso de Hidalgo es único en México".
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