Cuando faltaban tres días para que se firmara la paz entre las FARC y el Gobierno de Colombia y se terminará medio siglo de conflicto armado en el país, Esperanza, excombatiente de la insurgencia, se reunió con Antanas Mockus, exalcalde de la capital colombiana, para hacerle una confesión. “Con 13 años fui reclutada por la guerrilla, estuve ocho años y con 21 deserté”, le cuenta. “Necesito su ayuda para pedir perdón”.
El momento forma parte del vídeo que el político progresista, militante de la paz, ha publicado en su perfil de Facebook, que cuenta con más de 800.000 seguidores. “En una reunión de trabajo con Antanas y su esposa decidimos que teníamos que hacer algo para explicarle a la gente por qué la guerra tiene que acabar”, dice a Verne John Portela, jefe de prensa del exregidor y autor del vídeo que acumula desde el pasado 23 de septiembre más de 900.000 reproducciones y que han compartido más de 33.000 personas.
Portela encontró a Esperanza gracias a la colaboración de la Agencia Colombiana para la Reintegración, un organismo que trabaja con algunos de los más de 57.000 desmovilizados de organizaciones ilegales contabilizados desde 2003 hasta 2016. “Ella sí sabía con quién iba a hablar, lo que le iba a decir y que íbamos a grabar el momento”, confiesa Portela. El exalcalde era consciente de que se iba a reunir con una exguerillera, pero desconocía su identidad y su historia. “Para mí fue muy sorprendente. La pregunta que me salió fue: ‘¿Cuál fue su máximo momento de felicidad?’ Y de repente vi que se iluminó y me dijo: ‘Haber tenido a mi hijo”. En este instante, al sonido de la conversación se une una música emocional de piano. Ambos interlocutores se emocionan y juntan sus cabezas.
“He trabajado un enfoque de comunicación apreciativa que se trata de no preguntarle a la gente qué ha hecho de malo o cuáles son sus pecados, como si uno tuviera la autoridad o del derecho de perdonarlos”, dice el político, uno de los regidores mejor valorados por los vecinos de Bogotá por su política de cultura ciudadana con la que, entre otras acciones, sacó a mimos a la calle para que los ciudadanos aprendieran educación vial. Con esta filosofía Mockus no solo ayuda a Esperanza a pedir perdón, también le advierte de que su decisión tiene un gran riesgo: “Quien pide perdón debe estar preparado para que le digan que no, no hay perdón automático. Debe ser un acto libre”.
Esperanza, del brazo de Mockus, baja las escaleras de la Universidad Javeriana de Bogotá, uno de los centros educativos a los que acuden jóvenes de los estratos más altos de la capital de Colombia, y escribe en un cartel: “A los 13 años fui reclutada por las FARC, hoy pido perdón. Me das un gran abrazo”.
La fórmula es la misma que se usa desde hace menos de una década en grandes manifestaciones por todo el mundo. En este caso, la diferencia la marca el pañal de tela del hijo de un año de la exguerrillera con el que se cubre los ojos. “Íbamos a evaluar si se mostraba la cara o no”, explica el político. “Ella misma es la que decide taparse y me impactó porque la venda es ocultamiento, pero buscó el objeto más inocente para hacerlo”. Una vez de pie, la gente reconoce al exalcalde y empiezan a rodearlos. “No convocamos a nadie”, dice Portela, “la gente que se acerca, le abraza y le dice cosas al oído, lo hizo porque quiso”.
Con el primer abrazo de un joven, el vídeo que hasta ese momento era en blanco y negro cambia al color. “Fue una decisión personal”, cuenta el director, “decidí que había que simbolizar que su vida renacía”. Portela, antiguo periodista de varios canales de televisión en Colombia, ha realizado algunos vídeos emocionales de este tipo, pero nunca con esta repercusión. “No teníamos dinero para pautar un comercial de siete minutos, así decidimos usar las redes de Antanas que son muy poderosas”.
Tras el éxito en Internet, los medios colombianos compartieron el vídeo hasta convertirlo en un viral en un momento crucial en la historia de Colombia. No solo explica la realidad de una guerra fratricida y la necesidad del perdón para la reconciliación, también se ha convertido en una de las herramientas más rentables de la campaña por el Sí en el plebiscito que el próximo 2 de octubre refrendará o no la paz en el país.
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