Unos cazadores mataron al león Xanda el 7 de julio en el noroeste de Zimbabue. La partida de caza, legal, tuvo lugar fuera del parque nacional de Hwange, según informa la agencia AFP. Xanda era un adulto de seis años. Aún era joven: la esperanza de vida de los leones en libertad está entre los 10 y los 15.
La caza de leones no es tan extraordinaria como para que sea noticia, pero Xanda es uno de los 12 hijos de Cecil, a quien cazó en 2015 el dentista estadounidense Walter Palmer, provocando la ira de millones de personas en medios de comunicación, en redes sociales y en la puerta de su consulta.
El caso de Cecil fue muy polémico: no solo porque este animal fuera muy popular en el parque, sino también porque se acusó a esta partida de caza de no tener licencia y de haber engañado al animal para que saliera de la reserva. Palmer se encontró con centenares de comentarios negativos sobre su negocio en Google y Yelp, y tuvo que cerrar temporalmente su consulta, ya que decenas de personas se concentraron en la puerta para protestar. En Twitter se publicaron sus datos personales, más de 120.000 personas firmaron una petición de extradición para llevarlo a Zimbabue y otras 700.000 firmaron para acabar con la caza de animales en peligro de extinción. Sin embargo, no se presentaron cargos ni contra Palmer ni contra su guía, y se determinó que la caza había sido legal.
El nombre del cazador de Xanda no se ha hecho público, pero, según AFP, la mayoría son estadounidenses o sudafricanos que pagan “decenas de miles de dólares por la oportunidad de matar leones y otros animales salvajes”. Por ejemplo, Palmer habría pagado 65.000 dólares.
En opinión de los defensores de la caza, esta actividad proporciona “un incentivo económico esencial para promover la conservación a largo plazo”. Según The Telegraph, más del 70% de los ingresos sirven para proteger la vida salvaje y capturar a los cazadores furtivos.
Xanda, igual que su padre, llevaba un collar con un rastreador GPS, ya que ambos formaban parte de un proyecto de la Wildlife Conservation Research Unit de Oxford. Los científicos que participan en el proyecto quieren impulsar una zona de exclusión de la caza de hasta 5 kilómetros alrededor de Hwange para proteger a los 550 leones que viven en el parque y que en ocasiones salen de los límites. A Xanda lo cazaron a dos kilómetros, en una zona en la que es legal disparar a animales para cortarles la cabeza y colgarla en el salón.
Según The Washington Post, la muerte de un macho joven, como Xanda, puede tener “consecuencias dramáticas” para su manada, de la que era el líder y en la que había tres leonas y siete cachorros. Lo habitual es que el resto de leones del grupo formen una coalición para proteger a las leonas y a los cachorros de otros machos que intentarán atacarles con la intención de hacerse con las hembras. Si lo logran, suelen matar también a todos los cachorros.
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