Cuando lanzamos El Tragabulos, nuestra página especializada en bulos, habilitamos una dirección de correo (eltragabulos@verne.es) para que nos enviarais las cadenas de origen dudoso que os llegasen a través de las redes sociales.
Muchas de estas cadenas, según hemos comprobado, están relacionadas con el cáncer, ya sea con alimentos que lo producen o con sustancias que lo curan. Ya hemos desmentido los bulos de que unos pintalabios, unas sandías agrietadas y unos cosméticos producían cáncer. Y también nos han llegado bulos sobre las supuestas propiedades curativas de productos como el zumo de remolacha o la guanábana:
Marta Blanco, médico de la Asociación Española contra el Cáncer, se muestra tajante en declaraciones a Verne: "Es cierto que casi un tercio de los cánceres podrían evitarse con una alimentación saludable, pero no existe ningún producto milagroso contra el cáncer. Debemos desconfiar siempre de los mensajes que prometan una recuperación instantánea".
Aunque muchos bulos sobre el cáncer se borren rápido de las redes sociales, como ha sido el caso de las remolachas y las guanábanas, es fácil que su mensaje cale entre la población. Al fin y al cabo, en internet es infinitamente más fácil difundir un bulo que desmentirlo, como demuestra que, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el bulo sobre los pintalabios cancerígenos lleve, como mínimo, una década circulando.
En un artículo titulado "¿Por qué te llegan tantos bulos al WhatsApp?" explicábamos que uno de los principales motivos por los que se propagan los bulos es el miedo: estas informaciones falsas suelen contener mensajes catastrofistas y sentimos el impulso de compartirlos para prevenir a nuestros seres queridos.
Esto encaja, en el caso del cáncer, con lo que nos cuenta en conversación telefónica Juan Antonio Cruzado, director del Máster en Psicooncología de la Universidad Complutense: "El cáncer se ha convertido en la enfermedad más temida por nuestra sociedad, por lo que es normal que la gente le tenga un miedo especial y comparta más información, aunque sea falsa".
Juan Antonio Cruzado también apunta a otro de los factores que, psicológicamente, explican la profusión de bulos sobre el cáncer: "La gente con cáncer está sometida a un estado extremo de ansiedad, inseguridad y desesperanza. Y en semejantes condiciones somos más vulnerables a las informaciones falsas que nos brindan esperanzas".
Otra de las razones que nos empujan a difundir bulos en general es que no cuesta nada hacerlo. Basta con pulsar un botón para, en teoría, protagonizar una acción solidaria. Sin embargo, desde el punto de vista de Juan Antonio Cruzado, no debemos perder de vista que la difusión de información falsa sobre el cáncer sí que tiene un coste importante: "Genera falsas esperanzas y frustración a las personas que lo sufren. Además, podría empujarles a confiar en terapias alternativas sin ninguna eficacia", nos explica.
Cómo se combaten los bulos sobre cáncer
Para reconocer un bulo podemos seguir los mismos pasos que recopilamos en el artículo "Cómo reconocer una noticia falsa antes de compartirla con tus amigos". Entonces, mencionábamos aspectos como desconfiar de las noticias que parecen demasiado buenas para ser reales, revisar las fuentes del artículo, comprobar si la información se ha publicado en otros medios, evaluar la credibilidad del resto de noticias que hay en la página o acudir a las webs que se dedican exclusivamente a desmontar bulos.
A la hora de desmontar bulos sobre salud, contamos con algunas ventajas con respecto a otro tipo de informaciones. "Al tratarse de un material extremadamente sensible, el público general dispone de más recursos. La mejor solución para saber la veracidad de una información es preguntar directamente a tu médico", nos recuerda Marta Blanco. La doctora también nos recuerda la existencia de asociaciones de pacientes que, como la propia Asociación Española Contra el Cáncer, disponen de consultorios online gratuitos y de teléfonos para resolver dudas.
Además, también por tratarse de un asunto especialmente sensible, las autoridades nacionales y los organismos internacionales suelen hacer pública mucha información.
Por ejemplo, volvamos al bulo de las sandías agrietadas que, supuestamente, producían cáncer. La información que se compartió en redes sostenía que las grietas se debían al uso del forclorfenurón, un compuesto químico cancerígeno. Según nos explicó en aquella ocasión José Miguel Mulet, biotecnólogo de la Universidad Politécnica de Valencia, para desmentirlo bastaría con acudir a la base de datos de PAN (Pesticide Action Network, una coalición internacional de control de pesticidas y que aglutina información de diferentes bases de datos de tóxicos), que recoge que no hay evidencias de que el forclorfenurón produzca cáncer.
Y, otra vez por tratarse de un tema sensible, algunos organismos como la @policia o la @guardiacivil se han involucrado activamente, a través de sus redes sociales, en la lucha contra estos bulos. Por ejemplo, en el bulo que mencionábamos sobre los pintalabios cancerígenos, la propia Policía Nacional española alertó, a través de su cuenta de Twitter, sobre la falsedad de la información:
¡Alerta #bulo! Dos supuestas doctoras👩🏻⚕️ nos advierten del peligro del plomo en pintalabios💄 #StopBulos https://t.co/BFWdVTLmiZ pic.twitter.com/X4OgHTOITY
— Policía Nacional (@policia) 9 de mayo de 2017
Más arriba mencionábamos la utilidad de revisar las fuentes de un artículo para identificar un bulo. La doctora Marta Blanco nos recomienda desconfiar "de los artículos que únicamente se apoyan en un testimonio personal aislado". Blanco nos recuerda que las revistas especializadas suelen seguir unos protocolos de publicación muy estrictos: "Solo debemos fiarnos de los artículos con una bibliografía sólida".
Otro de los remedios clásicos para identificar un bulo es acudir a alguna página especializada, como la estadounidense Snopes o la francesa Les décodeurs. O nuestro Tragabulos, claro, que también está en Telegram (https://t.me/tragabulos). Snopes, que es la más veterana de estas páginas, lleva investigando bulos y leyendas urbanas desde 1995. Eso hace que en su página web abunden los bulos sobre cáncer: que si los limones lo curan, que si los espárragos...
En estos casos, como ocurre con los bulos en general, la mejor manera de combatirlos es romper la cadena si no estamos seguros de su autenticidad.
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