A los profesores de matemáticas se nos acercan a menudo para preguntarnos qué se puede hacer para que un hijo, un sobrino o un alumno se interesen por las matemáticas. Voy a tratar de responder en este artículo dando alguna idea. Os dejo los comentarios para todas las otras ideas que tengáis y que no se me hayan ocurrido.
1. Ayúdales a descubrir las matemáticas que hay a su alrededor. Vivimos rodeados de números, datos, porcentajes y fracciones. Sacadlas juntos a la luz. Un móvil o una cámara de fotos antigua, puede servir para cazar matemáticas.
#Zaragoza está llena de #matematicazas!! Prismas octogonales para sentarse a contemplar El Pilar. pic.twitter.com/Xz5XtqqK97
— Elsa Santaolalla (@SantaolallaElsa) 8 de septiembre de 2017
También podéis buscar patrones en suelos y fachadas. ¿Cuántos balcones tiene un edificio de seis plantas que tiene ocho balcones por planta? ¿Y si tuviera una planta más? Las repeticiones en las fachadas y suelos nos pueden servir para repasar las tablas de multiplicar:
O buscar regularidades en las matrículas de los coches, como que las dos primeras cifras sumadas den el número de dos cifras que forman las dos siguientes (como le pasa a 1607 o a 7815). O mejor aún, con la multiplicación, como explicaba en esta entrada de mi blog que me sirvió para construir las tablas de multiplicar con matrículas de coches:
2. Utiliza materiales comunes. Por ejemplo, palillos. Arroja un buen puñado de palillos sobre la mesa. ¿Cuántos habrá? Que diga un número por arriba y otro que seguro está por abajo. Vamos a contarlos. Como seguro que nos perdemos, podemos usar gomas elásticas pequeñas para agrupar paquetes de 10. Y luego paquetes de 10 paquetes de 10.
Se puede observar cómo esta técnica ayuda a comprender cuántos había y como el número de paquetes de 100 es la cifra de las centenas y el de 10 es la de las decenas. Con este material es sencillo comprender que la “resta con llevadas” no es más que quitarle una gomita a una de las decenas o de las centenas si es que te piden más de las que tienes.
3. Calculadoras online. Las hay magníficas, como La calculadora de Alicia, de mi amigo José Pol Lezcano, que hace las operaciones como le pedían a su hija Alicia que las hiciera en el colegio, o como Desmos o Geogebra, que se las saben todas. También hay aplicaciones para el móvil como Malmath (android) o Photomath (iOS) que resuelven paso a paso operaciones y ecuaciones.
4. Plantea juegos matemáticos. Como, por ejemplo:
- Cierra la caja, con el que realizar sumas y descomposiciones.
- El resto cuenta, un juego delicioso para practicar divisiones.
- Set, para practicar la lógica y afinar la percepción.
5. Usa extraescolares de matemáticas. Cuestan dinero, claro, pero pueden merecer la pena, mucha gente me pregunta por ellas, aquí las tres más populares:
- Smartick es un método de aprendizaje online (PC o tableta) de matemáticas para niños de 4 a 14 años con el que trabajan y mejoran la capacidad de cálculo, lógica y resolución de problemas. Esté método de apenas 5 años de edad y de origen español, está implantado en 54 países. Es muy bueno y recomendable y ofrece extensiones de programación y ajedrez, además de muchos juegos matemáticos en un entorno controlado para los padres. Proporciona además información muy detallada a los tutores del trabajo realizado, gestionando autónomamente las áreas y tareas sobre las que se debe incidir en la siguiente conexión. Ofrece 15 días de prueba gratis, aunque como tantas cosas buenas de esta vida, es algo caro.
- Aloha o UCMAS plantean utilizar el ábaco japonés (soroban) para generar imágenes mentales de los números. Es efectivo y los niños pequeños son capaces de operar con números bastante grandes, o directamente enormes, como la niña de este vídeo:
El pero que le veo a métodos como este es que el aprendizaje es un poco memorístico y que la bolita de las decenas vale diez unidades casi por arte de magia.
- Kumon. El método diseñado por el matemático japonés Toru Kumon para ayudar a su hijo con dificultades es muy efectivo en niños con determinados tipos de necesidades educativas ya que trabaja de manera muy sistemática, avanzando poco a poco y partiendo de un conocimiento en el que el alumno se sienta seguro. Es, por tanto, una opción a tener en cuenta en caso de dificultades en el aprendizaje. Lo mejor es que fomenta la autonomía. Lo peor, para mí, es que es machacón y algo aburrido.
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