El vídeo comienza así: una concentración de manifestantes ondea esteladas mientras grita “¡Votarem! ¡Votarem!”. Poco a poco se impresiona sobre la imagen “¡Voltarén! ¡Voltarén!”. El vídeo podría quedar en un juego de palabras, una broma burlona de mejor o peor gusto. Pero continúa. Mientras la voz en off explica cómo se aplica esta pomada antiinflamatoria, se suceden imágenes de antidisturbios golpeando a manifestantes, dando porrazos, etc. Se acabó la gracia.
Puede que a ti también te haya llegado este vídeo por WhatsApp.
Este es solo uno de los cientos de mensajes que estos días circulan de grupo en grupo. El número y el tono aumentan según nos acercamos al 1 de octubre. Por supuesto, no son patrimonio de una sola postura política: los hay a favor y en contra del procés. Los que apoyan a los Mossos y los que apoyan a la Guardia Civil. Los que insultan a Rajoy y los que se meten con Puigdemont. Los que se ríen de los catalanes y los que se burlan de los españoles. También manifiestos que llaman al diálogo, aunque son los menos. A falta de campaña electoral tradicional y de mítines multitudinarios, dado que se trata de una convocatoria al margen de la legalidad, los teléfonos se han convertido en el campo de batalla propagandístico de camino a la votación.
Los hay de todo tipo. Algunos son graciosos y otros rozan el delito. Pero su objetivo es calentar el ambiente. Y la mayoría son mentira. Sí, WhatsApp es el lugar ideal para que se extiendan los bulos, como ya hemos explicado otras veces. Una de las principales razones es que es imposible comprobar la fuente original del mensaje (casi nunca van firmados ni remiten a una página web). La otra es el efecto multiplicador que tiene el sistema de mensajería: mandar mensaje no cuesta nada y la difusión es enorme. Con un solo “reenviar” puedes llegar a todos los contactos de ese grupo. También se ha creado un bot de WhatsApp para que los ciudadanos consulten en qué lugar les correspondería votar, tras las sucesivas polémicas con el cierre de webs sobre el reféndum ilegal.
Además, WhatsApp es una de las maneras preferidas de los españoles para comunicarse con su entorno. Según datos del CIS, la mayoría de sus usuarios mantiene entre cinco y diez conversaciones al día, un 20,8% tiene en un día normal más de 11 conversaciones y un 2,2% más de cincuenta”. Como no es una red abierta, es muy difícil cuantificar cuánto se comparte un mensaje. También es difícil -por no decir imposible- saber quién ha sido el primero en enviarlo, un anonimato ideal para alguien que quiere lanzar la piedra y esconder la mano.
Este hilo de Twitter recoge algunos de los mensajes falsos que han llegado a los teléfonos en los últimos días. Son 20 ejemplos y la mayoría se han movido en círculos independentistas. Algunos de los que más se repiten tienen que ver con la presencia del Ejército y la Guardia Civil en las calles catalanas. Pero no, los tanques no han llegado a la Diagonal.
Vaig a obrir un fil per contrastar missatges i fotos que m'arriben per whatsapp, relacionats amb referèndum i tota la mandanga.
— Marc Ferrer (@ferrer_marc) 19 de septiembre de 2017
Aquesta foto no és d'avui ni és a #Barcelona. És ahir (19/9) a #Terrassa, en la concentració en el registre a Unipost. I són Mosos. pic.twitter.com/Uy223TkS0B
— Marc Ferrer (@ferrer_marc) 20 de septiembre de 2017
Ni és avui ni #Terrassa ni #Bcn. I tenint en compte que visc a Terrassa ho sabria. Són maniobres a Saragossa del mes de juny. pic.twitter.com/wUPUVURebE
— Marc Ferrer (@ferrer_marc) 22 de septiembre de 2017
“Mis grupos están muy activos estos días. Yo soy independentista y me llegan desde ese círculo. Pero no puedes enviar mentiras y cosas que no son, como la falsa foto de Albert Rivera haciendo el saludo fascista, porque no son verdad”, explica Marc Ferrer. Estos días han circulado muchos otros mensajes falsos, como una nota de voz en la que se aseguraba que el director de TV3 estaba a punto de ser detenido o intentos de boicot a empresarios catalanes que supuestamente se habían manifestado a favor de la independencia.
Los grupos burbuja
A pesar de que se hable mucho de Cataluña en los grupos de WhatsApp, se discute poco en ellos. Los vídeos, mensajes y memes que se envían en unos no se reproducen en los otros. Hay teléfonos donde se repite un solo argumento y un mismo vídeo llega a través de distintos grupos de WhatsApp, da igual que sea el de los colegas, el de padres del cole o el de la familia.
Sin embargo, hay otros muchos mensajes circulando que dicen lo contrario, miles de veces compartidos, y que probablemente nunca lleguen a los primeros. Si tu grupo del trabajo y el de la familia son de ideologías -o regiones- diferentes, a lo mejor has recibido los de ambas posturas. Y pobre de aquel que se confunda de grupo a la hora de reenviar algo.
Esto lo explica muy bien un fenómeno que ha estudiado durante muchos años Eli Pariser y que plasmó en su libro El filtro burbuja: cómo la red decide lo que leemos y lo que pensamos. Tendemos a rodearnos de contactos que refuerzan nuestras ideas y que comparten contenidos con los que estamos de acuerdo. Por eso, a mucha gente que principalmente se relacionaba con votantes demócratas y leía noticias favorables a Hillary Clinton le sorprendió tanto que Trump ganara las elecciones. Vivían en su burbuja particular. Cada uno tenemos la nuestra. Por eso es posible que aquellos que reenvían la convocatoria para colgar la bandera de España del balcón nunca sepan que existe un texto que llama a ir a votar con una sonrisa. Y viceversa.
No solo compartimos más esas bromas que nos llegan al WhatsApp si nos hacen gracia, sino que además somos menos críticos con una cadena, por ejemplo, si nos la envía un familiar o un amigo en el que confiamos. En este proceso también entra en juego el sesgo de confirmación, que hace que seamos más propensos a creernos las noticias que refuerzan las ideas que ya tenemos.
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