Recetas clásicas

Hablemos de lo reconfortante, pero reconfortante de verdad

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'Siete novios para siete hermanas'
'Siete novios para siete hermanas'

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Hace poco hablaba con mi amiga Judith sobre la importancia de las comfort films a raíz de un tuit suyo en el que trataba el mismo concepto en relación a las series. Judith es, por cierto, una ilustradora maravillosa y aprovecho para enlazar la cuenta a la que suele subir su trabajo, en un descaradísimo acto de nepotismo.

Ambas ideas parten de la muy conocida noción de comfort food, término bastante engorroso de traducir. No tiene por qué ser exactamente “comida reconfortante” como podría ser un caldo, a no ser que precisemos que se trata más bien de “comida reconfortante para el alma y el espíritu”. Comfort food podrían ser tanto los macarrones con siete kilos de queso o el helado que te tomas cuando estás pocho o las croquetas que haces intentando imitar las que se hacen en casa de tus padres.

El objetivo, al fin y al cabo, es sentirse mejor, muchas veces a través de la memoria. Exactamente lo mismo que le pasaba al cínico y severo crítico gastronómico Anton Ego cuando probaba la ratatouille y se transportaba inmediatamente a su infancia en la fabulosa película de Pixar que toma el nombre de dicho plato.

En el campo de las películas, digamos, reconfortantes, se suele hablar sobre todo de las grandes comedias (románticas o no) y de lo que se ha venido a llamar “dramas de época”. Una de mis favoritas de este último género, Mujercitas, está ya siendo adaptada para televisión por la BBC, si bien sienta algo de desconfianza por esta apariencia de muñecas indiferenciables unas de otras.

Otro nicho de pelis reconfortantes está en las películas de aventuras o en un buen thriller. Y luego están por supuesto, los reyes del sentirse bien: los musicales. Esta semana, precisamente, se cumplían trece años de la muerte de Howard Keel, protagonista del Rolls Royce de los musicales: Siete novias para siete hermanos. La cinta fue dirigida por Stanley Donen, responsable de otros melocotonazos del género como Cantando bajo la lluvia. Como nota curiosa, Donen acabó peleadísimo con Gene Kelly (con el que codirigió tanto esta como Un día en Nueva York), en parte porque ambos consideraban que el otro le estaba restando crédito a su trabajo y también porque los dos se casaron con la misma bailarina, Jeanne Coyne, en una suerte de George Harrison / Pattie Boyd / Eric Clapton cinematográfico.

Por si alguien no recuerda bien los detalles, Siete novias para siete hermanos es esa peli en la que seis hermanos deciden que la mejor manera de convencer a las chicas que les gustan de casarse con ellos es secuestrarlas y llevárselas a pasar un invierno a su casa en las montañas de Oregon. Un plan sin fisuras, vaya.

Da igual que en la parte de atrás de la cabeza haya una voz que diga “madre mía, los Pontipee, qué bofetada en la cara tenéis”, Siete novias para siete hermanos va estar siempre en el top de mejores películas de todos los tiempos para muchos amantes del technicolor y los decorados pintados con pinturas La Pajarita.

Los Pontipee en un plano que si lo miras así entrecerrando un poco los ojos casi podrías pensar que está rodado en exteriores.

También es cierto que yo no soy partidaria de juzgar las películas desde un punto de vista actual (no olvidemos que hablamos de una película de 1954). Prefiero dejar esas consideraciones a un lado y tomarme los calores con películas actuales con premisas del año 54. Quizá parte del grandísimo éxito de La la land se deba a eso, a haber sabido reinterpretar los elementos del musical clásico incorporándolos al contexto actual, ofreciéndonos una Emma Stone que sabe lo que quiere (y lo que no) en una relación y un Ryan Gosling que aparece en pantalla haciendo algo tan absolutamente doméstico como freír un filete.

Ryan Gosling, símbolo de las nuevas masculinidades y el único hombre vivo capaz de estar tan guapo con un traje negro, una corbata amarilla y una manopla

No obstante, aunque está claro que hay que saber adaptarse a los nuevos tiempos, hay algo tremendamente satisfactorio en saber que vas a poder volver a los platos clásicos siempre que los necesites.

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