La N-550 es la carretera que cruza Galicia de norte a sur. Empieza en A Coruña, pasa por Santiago, Pontevedra, Vigo y termina en Tuy, la frontera con Portugal. Joseba Muruzábal, más conocido como Yoseba MP, artista gallego de 33 años, la ha atravesado muchas veces. "A ambos lados de esa carretera puedes ver a señoras faenando, sachando en la huerta, segando hierba, cargando bolsas... Todas vestidas con el mandilón a cuadros", dice a Verne por correo electrónico. Este coruñés lleva más de un año pintando a esas mujeres en fachadas de edificios gallegos. Las muestra como lo que son, superheroínas.
Estos murales se enmarcan en Fenómenos do rural, una serie que arrancó en forma de cuadros para la Feria del Cocido de Lalín (Pontevedra). "El tema de esa exposición gira en torno al cocido, un plato típico gallego. Partiendo de eso se me ocurrió cambiar el concepto de las Meigas gallegas (brujas). Pero para una mirada educada en la ciencia ficción es mucho más natural que una señora que pela una patata en el aire sea un jedi de Star Wars que una bruja", dice Muruzábal.
Poco después, los cuadros dejaron paso a los murales gigantes: "Pinté mi primer mural en octubre del 2016 en el festival Desordes creativas". Los organizadores de este encuentro de arte urbano le animaron a pintar "en grande". Son murales de hasta 15 metros de altura. Pero, ¿por qué mujeres gallegas como si tuvieran poderes? "Creo que la Galicia rural es un sitio atípico. El minifundio y la economía de subsistencia son algunas de las causas. No te sorprendas si ves a una octogenaria podando un frutal o carreteando leña por el arcén de la carretera".
"En la Galicia rural, las casas definen los bordes de las carreteras, una fila india de construcciones que te llevan de pueblo en pueblo. Se cultiva durante todo el año, un trabajo de casa para el que la jubilación no existe. Para la mayoría de estas señoras, el trabajo en la huerta es para toda la vida, lo que las hace fuertes y resistentes. Una vida acostumbrada al trabajo hace que lo que antes fue necesidad y obligación ahora sea el mejor de los deportes. ¿Cómo no van a ser superabuelas si lo siguen haciendo?", dice Muruzábal.
El artista consigue convencer a las abuelas que ha pintado a través de sus nietos, amigos que tiene por toda Galicia. Es el caso de A greleira de 50 pies en Ordes (A Coruña). Lola, de 91 años, posa para Muruzábal vendiendo grelos y versionando la película El ataque de la mujer de 50 pies (1958): "La ruta del grelo es un tramo de carretera antes de entrar en Ordes, donde las mujeres venden sus grelos en pequeños puestos cerca de la carretera o en la puerta de sus casas".
"Una vez conozco a la modelo y veo su casa, busco la magia. A veces hago una relación con la tradición del sitio donde estoy pintando y en otras, el poder está vinculado directamente a las actitudes de la modelo", indica. El mural de Maruja va por el segundo camino: "Una mujer haciendo levitar un pollo y asándolo a base de ondas de calor que le salen de los ojos". Esta obra de arte se encuentra en Santiago de Compostela.
En Cambre, pueblo de Muruzábal, está el mural de Luisa, que a sus 83 años es A cortesa de Cambre, a muller acrobata. "Es la abuela de una excompañera de clase. Lo que hoy es el salón-cocina-comedor de su casa, fue el bar O Novo. Lo abrió con el dinero acumulado tras años de trabajo en Inglaterra. Llegar con dinero para hacer una casa o montar un negocio es un clásico de nuestra tierra. En la terraza tenía casi tantas bombonas de butano como gallinas. Me la imaginé circense bajando la cuesta de su casa encima de una bombona de butano y con otra en la mano", dice el artista.
Muruzábal hace fotos a sus modelos antes de pintarlas en fachadas de edificios. Tiene que conocerlas para saber sus poderes. En Fina de Carballo (A Coruña) está A muller nitromón, donde Elisa (84 años) sujeta una patata gigante como si fuera Obélix con un menhir. "Hablamos de la huerta y me dijo en Galicia no crecían bien las cosas hasta que llegó el químico. De toda la charla me quedé con la palabra nitromón (un abono químico). El resultado es un juego entre Obélix y una mujer que hace que sus patatas sean del tamaño de menhires", dice.
Muxía (A Coruña) es "tierra de rocas, muchas olas e ideal para el percebe". Allí está el miral de Claudina, de 79 años, que "fue al percebe desde los 15 hasta los 65. Más de una vez casi se la lleva el mar. La pinté varias veces en una secuencia saltando de roca en roca como una ninja. El mural está en la lonja", explica Muruzábal sobre A ninja Claudina e raspa dourada.
En As Pontes (A Coruña) encontramos A Carmen da depuradora, Lady Falcon. "Es la más mayor de todas. 95 años de buen humor. Su marido trabajaba en la casa de la depuradora de agua. Lleva más de dos décadas de viuda viviendo sola y de forma autosuficiente. Me autoinvité a comer en su casa cuando terminé el mural. No me dejó levantarme de la mesa. Todo lo hacía ella, despacio pero con ritmo. Me limité a escuchar la historia de su vida comiendo su tortilla", comenta el artista gallego.
Asegura que las modelos suelen reaccionar antes los murales "con un susto bueno". Y quedan sustos por dar: en mayo pintará otro mural en Zas, un pueblo costero de A Coruña. Lo más seguro es que la modelo también lleve el babi, "el uniforme de trabajo autonómico que ya es un elemento iconográfico de nuestra tierra". Es el uniforme de las superheroínas gallegas.
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