Hacía siete meses que Petr venía viajando a dedo desde la República Checa cuando nos conocimos en Camboya. Jamás olvidaré que incluso allí, perdidos entre las épicas ruinas de Angkor Wat, todo su entusiasmo viajero lo acaparaba el recuerdo de Irán. Solo un año más tarde, otra amiga polaca mencionaba que había recorrido sola el país durante un mes sin encontrar más que amabilidad. Y encima, el verano pasado, dos amigos que venían de cruzar desde Turquía a China por tierra volvían también enamorados de Persia.
¿Eran imaginaciones mías o Irán, jugador titular de la sección de malas noticias del telediario, se estaba convirtiendo en destino turístico de moda?
Irán había cruzado alguna vez mi horizonte de planes viajeros, pero estar forzada por ley a cubrirme el pelo, la prohibición de la homosexualidad, la prohibición del rock, la prohibición hasta del baile… Nada acababa de convencerme. Solo los relatos en primera persona de otros viajeros me fueron despertando la curiosidad, hasta que cierta noche de invierno me vi comprando un billete a Teherán.
Estoy de vacaciones en Irán. Aquí van algunos comentarios un tanto aleatorios sobre lo que voy encontrando. pic.twitter.com/Kwyg8DMn9A
— Susana (@suniggurath) 13 de enero de 2018
Una puerta antigua, dos llamadores: uno para hombres, otro para mujeres. Según el ruido de cada uno, las mujeres de la casa sabían si cubrirse el pelo para abrir o no. pic.twitter.com/CK3FTBmGzn
— Susana (@suniggurath) 17 de enero de 2018
¿Es seguro viajar por Irán?
Sí, fue ver en la televisión las noticias sobre las protestas de finales de diciembre y plantearme cancelar todo. Sin embargo mis contactos en el país aseguraban que por más que los iraníes están hartos del paro, de las subidas de precios de la gasolina y de la carne, de que los presupuestos nacionales se desvíen a Siria… La violencia era muy localizada. Incluso con censura, todo el mundo seguía las noticias por los canales internaciones y las redes sociales se mantenían activas gracias a las VPN.
Telegram es la aplicación más popular para comunicarse, seguida a distancia por WhatsApp.
— Susana (@suniggurath) 18 de enero de 2018
Facebook y Twitter están censuradas y hay que tirar de VPN.
Y considerando que el otro día hasta un pastor de dromedarios me enseñó su Instagram, parece que casi todo el mundo tiene cuenta. pic.twitter.com/YQ5TDVcXkm
Así, un 5 de enero volé sola a Teherán. Y me alegra decir que el país casi entero me ha dado una impresión de seguridad muy alta, incluso haciendo autostop por parajes desérticos, incluso aceptando invitaciones para alojarme con desconocidos.
Vamos con la gran pregunta: ¿es seguro viajar por Iran, sobre todo una mujer sola?
— Susana (@suniggurath) 1 de febrero de 2018
En mi experiencia, es muy seguro y solo hace falta seguir las precauciones habituales (vigilar los objetos de valor, evitar caminar de noche por el extrarradio...). pic.twitter.com/ApnOc2jVO0
¿Es seguro viajar por Irán sola? En mi caso, me he sentido cómoda moviéndome por ciudades, viajando a zonas más aisladas e incluso haciendo autostop. El norte me ha parecido más abierto y, cuanto más al sur y más rural la zona, más conservador el vestir y las actitudes. pic.twitter.com/vr7BrlKZho
— Susana (@suniggurath) 1 de febrero de 2018
Lo más peligroso que he visto en Irán por ahora es el tráfico. La gasolina es muy barata pero los coches muy antiguos y la conducción temeraria. pic.twitter.com/Ck4IvqhEIa
— Susana (@suniggurath) 14 de enero de 2018
Viajar para contarlo
Si antes de llegar a Irán los medios de comunicación habían jugado el papel del NO, en las tres semanas de viaje siguientes las redes sociales han jugado el del SÍ. Hablo en concreto de dos redes censuradas en Irán: Twitter y Couchsurfing (una red para alojarse y acoger viajeros gratis).
Me flipan las casas iraníes. Básicamente una cocina abierta sobre un salón enorme, alfombrado y casi sin muebles, para que toda la familia se reúna. Ejemplo: pic.twitter.com/KqttoedtN1
— Susana (@suniggurath) 14 de enero de 2018
En Irán es obligatorio que las mujeres se cubran el pelo, es la ley y te lo avisan ya antes de bajar del avión.
— Susana (@suniggurath) 18 de enero de 2018
La jóvenes llevan un pañuelo bastante suelto y lucen sus teñidos sin problema. En las ciudades más conservadoras, se lleva chador completo. pic.twitter.com/cRdjVcAs02
El primer día de viaje, con el móvil atascado por los "ey-estás-bien-ya-me-dices", me tomé una foto y empecé a tuitear sobre mi día a día: los deliciosos purés de verduras, el sutil desafío en el vestir de muchas jóvenes, la segregación por sexos para sentarse hasta en el autobús, la presencia en cada casa de buenas dosis de vodka casero por más que el alcohol esté prohibido, la incomodidad de que un hombre que te acaban de presentar no te pueda dar la mano en público…
Después de una semana recorriendo el norte y centro de Irán, acepté la invitación de un ingeniero en pleno servicio militar para acampar una noche en el desierto cerca de Yazd; tras pasar una noche al borde de la congelación y volver a conectarme a la red, descubrí con estupefacción que tenía unos mil cuatrocientos seguidores más de golpe.
En un país sin bares ni discotecas, ir al desierto de rave es muy popular, sobre todo en verano.
— Susana (@suniggurath) 18 de enero de 2018
Yo vengo de acampar esta noche en el desierto... casi muero de frío, pero aun así me he cruzado con gente local que estaba de fiesta con amigos. pic.twitter.com/qjOS1lqQqm
No se vende alcohol legalmente en ninguna parte, pero parece que todo el mundo conoce a alguien que conoce a alguien que produce coñac o vino o aragh (60%, el vodka iraní lo llaman). Las tiendas están llenas de bebidas que parecen cerveza pero no. pic.twitter.com/yI2E0m6gsW
— Susana (@suniggurath) 15 de enero de 2018
¿Quién era toda esa gente que me felicitaba y me pedía consejos sobre viajar a Irán? En línea con la noche surrealista que acababa de vivir, pasé las siguientes siete horas de viaje en bus hacia el sur respondiendo preguntas y actualizando.
Desde ese día, mi viaje ha tenido un nuevo objetivo pero también mucha más responsabilidad. Me empecé a preguntar: ¿estoy dando la información más adecuada sobre Irán? ¿Sirve mi experiencia de viajera solitaria como modelo para más chicas? ¿Cuándo hablé de aquel hombre iraní que se había convertido en secreto al zoroastrismo di información suficiente como para meterle en problemas?
En la tercera semana de vacaciones, rumbo al sur para explorar el golfo Pérsico, se me hizo evidente que contar las vacaciones estaba influyendo en cómo vivía el viaje; mucho más desde que Verne me contactó para proponerme escribir este mismo artículo. No he podido evitar sentirme como una periodista novata infiltrada en el día a día iraní. La noche en que me vi aceptando la propuesta de un italoiraní para salir a tomar algo, ¿no fue también para comprobar cómo funciona el mercado negro del alcohol en Persia? Mientras recorríamos las callejuelas de un mal barrio siguiendo a nuestro distribuidor en moto, me pregunté: "¿Estoy viviendo para contarlo?".
Españoles, chinos e iraníes. Juntos en nuestro amor por las pipas. pic.twitter.com/pOlZSjBPz2
— Susana (@suniggurath) 14 de enero de 2018
En Isfahan hay un barrio armenio (cristiano) que se ha convertido en el centro de la cultura hipster, todo cafés, bigotes, cabellos teñidos de colores bajo el pañuelo... Algunos dicen que aquí la policía les deja más tranquilos pic.twitter.com/9zyEVopxtD
— Susana (@suniggurath) 13 de enero de 2018
La comida iraní es taaaan deliciosa.
— Susana (@suniggurath) 14 de enero de 2018
Al llegar esperaba mucha carne, pero (dentro de las variedades regionales) arroz, pan y verduras son reinas.
Hoy me han dicho que en los últimos años la carne está tan cara y los sueldos tan bajos que se empieza a usar soja como sustituto. pic.twitter.com/u9sxr6eBbQ
Durmiendo con desconocidos
En 2014 el couchsufer Stephan Orth pasó un mes viajando por Irán y conociendo desde dominatrix teheraníes hasta productores de vino; el libro que escribió a la vuelta se convirtió en un superventas. Tanta curiosidad por Irán, ¿no vendrá de que todos sospechamos que los medios nos están contando una versión poco fiable del país?
Mi anfitrión en Shiraz, que fue también lo fue de Orth, me dijo: “Irán es el paraíso de Couchsurfing”. Tras alojarme con un ingeniero parado que me recogió en el aeropuerto a las dos de la mañana, un empresario turístico en un pueblo desértico que movilizó a toda su familia para evitarme hacer autostop, una familia de vendedores de alfombras armenia que se preocupó de conseguir brandy para que pudiera probar una especialidad local… No puedo estar más de acuerdo.
En mi opinión, muchos iraníes, incapaces de conseguir visas para viajar ni trabajar en el extranjero, está deseando explicar qué le ha pasado a un país que en los setenta era una potencia mundial y hoy vive en aislamiento: desde el profesor que me abordó en el tren para darme explicaciones sobre las protestas, hasta el jubilado que se explayaba sobre por qué odiaba que su nieta aprendiera mejor árabe que inglés en la escuela.
Uso Couchsurfing, pero menos mujeres ofrecen sus casas y me está costando más hablar con ellas. En la práctica se licencian, se divorcian, tienen sus carreras, sus novios... Pero hay censura y segregación por sexos en la escuela, metro, bus. pic.twitter.com/ToOgB5l8Sr
— Susana (@suniggurath) 15 de enero de 2018
Si ayer ya decía que me flipa que los salones iraníes sean un gran espacio abierto alfombrado, más me flipa la ausencia de mesa alta en muchas casas. Cada comida es un picnic. pic.twitter.com/CqYD2SzcFP
— Susana (@suniggurath) 15 de enero de 2018
En las casas, en las tiendas, en los parques los iraníes siempre tienen una taza de té en la mano. Y lo acompañan masticando un terrón de azúcar tras otro, removiendo navat (azúcar cristalizada), comiendo dátiles, degustando pastas... El dulce es el sabor nacional. pic.twitter.com/44CMuZP0nU
— Susana (@suniggurath) 18 de enero de 2018
Tus próximas vacaciones serán en Irán
Mi viaje estilo siglo XXI por Irán toca a su fin y aún siento que me quedan muchas preguntas de seguidores por responder. Con algo de suerte, más gente podrá experimentar el país en primera persona muy pronto.
El turismo es un negocio hambriento de novedades. Las visitas a Irán crecen sin parar, sobre todo en los últimos 4 años, en las ciudades rehabilitan barrios enteros, en los pueblos casas se convierten en albergues, los taquilleros atienden mientras revisan sus libros de inglés... pic.twitter.com/Znuva6hkqX
— Susana (@suniggurath) 19 de enero de 2018
Tal vez aún te extrañe, pero Irán se está convirtiendo en un destino turístico masivo y va a estar en tu lista de destinos de vacaciones muy pronto. Hasta entonces, nos quedarán las redes.
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