Haz la prueba: busca en Google cualquier disfraz. Luego, repite la búsqueda añadiendo la palabra “mujer”. Comprobarás que casi cualquier profesión o personaje ficticio tiene una versión sexualizada para ellas:
El pasado 30 de enero, a dos semanas de la llegada del Carnaval, el sindicato de enfermería SATSE pidió la retirada de los disfraces que perpetúan una imagen sexista de las enfermeras. Alcampo –hipermecado al que SATSE señalaba en su comunicado– ha anunciado que retirará este tipo de trajes, aunque siguen siendo fáciles de encontrar en bazares y tiendas online. Algunos vendedores reconocen que lo complicado es encontrar un disfraz que se salga de este canon. "Casi todos los disfraces de enfermera tienen falda o minifalda. Normalmente, no se vende ninguno para chica con pantalones", cuenta a Verne Miguel Ángel Sánchez Gómez, gerente del almacén de disfraces y tienda online Comarfi, fundado en 1980.
Los disfraces sexualizados se popularizaron antes en Halloween que en Carnaval. Concretamente, durante la década de los 70 en Estados Unidos, en plena efervescencia del movimiento de liberación homosexual. "Empezaron a realizarse desfiles extravagantes de Halloween con temática gay", explica la escritora especializada en la historia de Halloween Lesley Bannatyn, en un reportaje de la revista Time. "Combina esto con el feminismo de la segunda ola y la atmósfera general de indignación y libertad, y tienes una tormenta perfecta para los disfraces más escandalosos".
De reivindicativos a sexualizados
Aunque estos trajes "escandalosos" tenían un carácter reivindicativo, acabaron por convertirse en la norma. "La producción de disfraces basados en los roles de género no es nueva", cuenta la doctora en Historia Elizabeth A. Grater en su tesis sobre la sexualización de Halloween. "Sin embargo, cada vez se vuelven más estereotipados, más sexualizados y más limitados en su variedad de opciones para mujeres".
En España, algunas casas de disfraces veteranas –como Chindasvinto (fundada en 1967) o Bazar Ani (1973)– consideran que el apogeo de estos disfraces llegó hace algo más de una década, hace 10 - 15 años. Otros, como la distribuidora sevillana La Casa de los Disfraces o Comarfi los recuerdan desde los años 90.
"Una serie de mayoristas empezó ofrecerlos en el catálogo, probamos a traerlos a la tienda y vimos que tenían bastante aceptación", recuerda Agustín Armas, gerente de Bazar Ani, una tienda familiar de Maspalomas (Gran Canaria) que lleva más de 40 años dedicándose los artículos de Carnaval. "Era un tipo de disfraz diferente, ya no se trataba de llevar un traje divertido, sino de ir elegante o guapa".
"Lo que tradicionalmente se ha trasladado a la mujer es que, para agradar, necesitamos resaltar nuestros atributos físicos", cuenta a Verne Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas (FMP). "Esto hace que algunas mujeres compren estos disfraces que, precisamente, perpetúan esa idea de cosificación a la mujer".
Los disfraces hipersexualizados son, en su mayoría, para el sexo femenino. De hecho, en los packs de disfraces para pareja que incluyen un traje para hombre y otro para mujer, puede verse hasta qué punto son diferentes las indumentarias para ambos sexos. No se trata ya de disfraces "sexys", sino de que cualquier disfraz para mujer –y muy especialmente los gremiales como enfermero, policía, bombero...– está sexualizado:
Los disfraces "sexys" en la época del #MeToo
En los últimos años, los disfraces "sexys" se han convertido en un debate que resurge cada vez que se acerca Halloween o Carnaval. "Poco a poco va calando la sensibilidad por estos temas", explica la directora de la FMP. "2017 ha sido el año en que se ha puesto de manifiesto el problema del acoso y las agresiones sexuales, y precisamente la imagen sexualizada y cosificada que transmiten estos disfraces contribuye a perpetuar el problema".
Los disfraces hipersexualizados, sostiene Besteiro, "no solo perpetúan los roles de género, sino que relegan a la mujer a un mero objeto sexual". La problemática crece cuando estos trajes acaban en versiones infantiles, como el polémico disfraz de "enfermera sexy" para niñas de cuatro a seis años que se difundió ampliamente en redes el pasado año:
Me acaban de enseñar en Facebook este Disfraz PARA NIÑAS. Atentos a los rangos de edad. pic.twitter.com/q0iGxYcJYb
— El Hematocrítico (@hematocritico) 2 de febrero de 2017
En niños, estos disfraces no solo fomentan la cosificación de la mujer, explica Besteiro, sino que "transmiten una imagen nada saludable de cómo debe ser una mujer, que está vinculada a problemas como la bulimia o la anorexia". Según un estudio de Asociación Americana de Psicología, la sexualización de las mujeres está vinculada con desórdenes alimenticios, problemas de baja autoestima y depresión. Desde 2007 a 2015, el número de menores de edad tratados por trastornos alimenticios en España aumentó un 31%.
La polémica suscitada el año pasado con el disfraz para niña de enfermera sexy hizo que FACUA solicitara a la fiscalía de menores que investigara su comercialización. Un portavoz de esta asociación de consumidores explicó entonces a Verne que la retirada de este tipo de prendas era complicada, y que “depende únicamente de la voluntad de la empresa”.
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