Teresa Agulló, de 82 años, tiene desde el pasado 10 de marzo la misma rutina: a las 19:30 sale de misa, sube a casa y enciende un foco que proyecta una cruz idéntica al monumento franquista que el Ayuntamiento de Callosa de Segura, en Alicante, retiró aplicando la Ley de la Memoria Histórica. Después, espera a que una pareja de la Policía Municipal vaya a multarla. 100 euros. El 15 de marzo, los agentes llaman a su telefonillo mientras atiende a Verne en su casa. No les abre. “Estoy ocupada, ahora bajaré”, les responde. Después, vuelve a sentarse en una silla al lado del balcón. “Con esta van cinco”, cuenta.
Callosa de Segura tenía una cruz franquista colocada, en 1942, en honor a 81 muertos vinculados al bando sublevado durante la Guerra Civil. Ahora, tiene decenas. Tras su polémica retirada el 29 de enero, que se saldó con la detención de dos personas vinculadas a Falange Española, los vecinos contrarios a la decisión del Ayuntamiento han comenzado un pulso con el alcalde. Este quita la cruz, ellos colocan réplicas en diferentes formatos. Agulló, que forma parte del grupo vecinal Plataforma en Defensa de la Cruz, la proyecta desde su balcón y también vende, a 15 euros, telas cubrebalcones con la imagen del monumento. “No sacamos dinero con ellos, es lo que nos cuesta hacerlas”, asegura.
También se han producido actos vandálicos: la mañana del 17 de marzo aparecieron pintadas de la cruz en el portal de dos concejales del Ayuntamiento. La plataforma vecinal se ha desvinculado. “Siempre hemos denunciado y repudiado tales actitudes”, escribían en su página de Facebook, que utilizan como medio de comunicación oficial. Se consideran “cristianos y apolíticos”, y aseguran defender el monumento por su carácter religioso. Su Facebook, sin embargo, está lleno de mensajes de odio como “qué falta hacen un par de años de Guerra Civil” u “ojalá [el alcalde] aparezca empalado”.
“En la cruz se han hecho fotos generaciones de callosinos al salir de su boda o comunión”, defiende una integrante de la plataforma. En ella también se han reunido en diversas ocasiones integrantes de Falange Española para recordar a algunos de los caídos homenajeados en la cruz, que contaba con la inscripción “José Antonio Primo de Rivera presente”. Para intentar disuadir al Ayuntamiento de que retirara el monumento, el párroco tapó la mención a Primo de Rivera y retiró las placas de Falange Española. No convenció al alcalde y tampoco a Falange, que ha seguido acudiendo a defender y reivindicar la cruz:
El pulso entre la Plataforma en Defensa de la Cruz y el Ayuntamiento, gobernado por un tripartito de PSOE, IU y Somos Callosa (marca de Podemos) comenzó en 2016. La retirada de la cruz estaba prevista para el 14 de diciembre de ese año, pero los vecinos lo impidieron. “Se colocaron por las zonas de trabajo, y con los policías locales y los dos o tres guardias civiles que había… Ante unas ciento y pico personas no puedes hacer nada”, cuenta a Verne Fran Maciá, Alcalde de Callosa de Segura.
Surgió entonces la figura de los custodios. Un grupo, compuesto en su mayoría por ancianas, que organizaban turnos diarios para proteger la cruz. Teresa Agulló, la propietaria del balcón desde donde se proyecta la réplica del monumento, era una de ellas. “Nos organizamos por un grupo de WhatsApp en el que estábamos unas cincuenta personas, aunque acudir era voluntario”, cuenta. El 16 de diciembre de 2016 hubo un nuevo intento de retirar la cruz. Ocurrió lo mismo que en el primero.
Los custodios estuvieron guardando la cruz durante 400 días, momento en el que finalizó su permiso de concentración. Maciá aprovechó y fue a por la tercera: en la madrugada de este 19 de enero, y escoltados por un fuerte dispositivo policial, los operarios del Ayuntamiento retiraron la cruz. Hasta que se decida qué hacer con ella, se encuentra almacenada, a piezas, en el Museo del Cáñamo de la localidad.
Ahí terminaron los 400 días consecutivos de guardia de las custodias, pero la Plataforma en Defensa de la Cruz no se dio por vencida. Aprovechando que Teresa Agulló vive justo enfrente del lugar donde estaba el monumento, le propusieron la idea de la proyección. Se mantuvo en secreto incluso para muchos de los integrantes de la plataforma: a través de textos bíblicos, la página de Facebook del grupo vecinal fue informando de que ocurriría algo relacionado con la “resurrección”, pero no el qué.
El Ayuntamiento de Callosa está a 35 pasos de la casa de Teresa Agulló. Si el alcalde y la anciana se asomaran a sus balcones a la vez, podrían charlar sin necesidad de levantar la voz. Pero no lo han hecho. “Se están empeñando en hacer las cosas mal, si pidiera los permisos para proyectar la cruz se los concederíamos”, cuenta Maciá. Ella defiende que las multas diarias de 100 euros son otra muestra más de cómo el alcalde “persigue a los cristianos”. “¿Tú crees que si fuera con los mahometanos o con los moros se meterían?”.
Agulló no sabe hasta cuándo mantendrá la cruz, y de momento no ha pagado ninguna multa. “Hay mucha gente dispuesta a pagarlas, desde la Plataforma se va a hacer un fondo para ello”, cuenta. Sin embargo, reconoce que por ahora no ha recibido ningún dinero para hacerles frente. Las sanciones, además, no son las únicas medidas disuasorias que ha tomado la alcaldía: durante varias noches, el consistorio encendió unos potentes focos para difuminar su cruz luminosa.
Después llegaron los cubrebalcones. Según varias personas de la plataforma, se han entregado, por encargo, cerca de 250, y 50 más vienen en camino. “Yo puse 300 euros para prepararlos, pero porque ya teníamos interesados en comprarlos”, cuenta Josefina Meseguer, otra de las custodias. “Si no tuviéramos compradores de antemano, esto nos cuesta la ruina”. Uno de los lugares de donde pende uno de estos cubrebalcones es la sede del PP de la localidad.
La cruz está ahora por todo el pueblo. También en las conversaciones y en los diarios regionales. En varios bares de la localidad encontramos a vecinos discutiendo sobre la situación, que ya no es solo un pulso entre la Plataforma y el Ayuntamiento. El grupo ultracatólico Hazte Oír y Abogados Cristianos han intercedido a favor del grupo vecinal, y la Junta Central de Semana Santa de Callosa ha vetado al alcalde de todos sus actos. “Yo soy cristiana y cofrade en dos cofradías, pero esto se está yendo de madre”, dice una mujer a sus amigas en la sobremesa. El resto no le dan la razón, y acaban discutiendo.
Este 16 de marzo era la tradicional procesión de la bajada de la Virgen de los Dolores en el pueblo y, por primera vez en la historia, el Alcalde de Callosa de Segura no está invitado. “Hemos vivido una situación muy extraña con todo esto, es como si hubiéramos quitado un tapón y hubieran surgido sentimientos de hace mucho tiempo”, reconoce. “Esta Semana Santa no va a ser una Semana Santa normal”.
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