Kanye West está escribiendo un libro de filosofía y estos son sus referentes

En sus tuits habla de vivir el momento, de dejarse llevar por el amor y de zombis

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Montaje de Anabel Bueno a partir de 'La escuela de Atenas', de Rafael, y de una foto de Stephane Cardinale (Corbis / Getty Images)
Montaje de Anabel Bueno a partir de 'La escuela de Atenas', de Rafael, y de una foto de Stephane Cardinale (Corbis / Getty Images)

Kanye West está escribiendo un libro de filosofía titulado Break the Simulation (rompe la simulación), según contaba a Hollywood Reporter. Poco después anunciaba en Twitter que iría escribiendo ese libro en esta red social, a la que había vuelto recientemente: “Ningún editor o publicista me dirá qué poner dónde o cuántas páginas escribir. Esto no es una oportunidad económica, sino una necesidad innata de expresarme”. No es de extrañar que siga este método si tenemos en cuenta que West ha dicho de sí mismo que no es “un fan de los libros. Nunca querría un autógrafo de un libro. Soy un orgulloso no lector de libros”.

Aun así, si leemos los tuits que están dando incipiente forma a su no-libro podemos encontrar referencias a clásicos de la filosofía. De hecho, el propio West escribe en Twitter que “la cultura evoluciona mediante la repetición de las ideas” y critica que “se pone demasiado énfasis en la originalidad. Siéntete libre para coger ideas y actualizarlas como quieras. Todo gran artista coge y actualiza”.

Es pronto para decir si los aforismos de West serán tan importantes para la filosofía como sus discos para la música, pero no nos extrañaría. Analizamos brevemente algunos de los tuits que lleva publicando desde la semana pasada, mencionando (inevitablemente) los que ha escrito expresando su amor por Trump, que confirman lo mucho que le gusta mostrarse como uno de los villanos de la cultura pop.

Kanye West, el cínico

Intenta evitar cualquier situación contractual en la que se te aparte de tus ideas.

La distracción es la enemiga de la visión.

A veces te tienes que deshacer de todo.

No resulta difícil ver algo de cinismo en estos tuits. Pero del cinismo clásico, el de Diógenes de Sinope. Este filósofo del siglo IV antes de Cristo proponía “una vuelta a la naturaleza (...) que hiciera del individuo un ser absolutamente libre y autosuficiente”, escribe Victoria Camps en Breve historia de la ética. Aunque West no parece despreciar las riquezas y los bienes materiales tanto como los cínicos (Diógenes vivía en una tinaja), en estos tuits sí apuesta por defender su autonomía como principal fundamento para la felicidad.

Diógenes es famoso por sus anécdotas. Por ejemplo, se cuenta que Alejandro Magno se le acercó y le dijo: “Pídeme lo que quieras”, a lo que él contestó: “Que no me hagas sombra”. Es decir, Diógenes jamás habría expresado su apoyo a ningún presidente de Estados Unidos.

Kanye West, el estoico

Sé aquí y ahora. Vive en el momento. El ahora es el momento más importante de nuestras vidas y no deja de mejorar. Las partes malas, las partes aburridas, las partes con mucha ansiedad. Acepta cada momento en su grandeza. Esto es la vida. Es la mejor película que veremos jamás.

Los estoicos aspiraban a vivir “sin perturbaciones de ningún tipo”, para lo que buscaban “liberarse de las pasiones que dominan al individuo”, escribe también Victoria Camps. Para lograrlo, no juzgaban la realidad, sino que se limitaban a aceptarla sin darle valor alguno. Querían aceptar el destino, aprender a vivir con lo inevitable.

Como recuerda Kenan Malik en The Quest for a Moral Compass (La búsqueda de una brújula moral), el estoicismo apostaba por la resistencia personal y no por la transformación social, motivo por el que resultaba atractivo al poder y acabó convirtiéndose en la filosofía “más o menos oficial de las clases altas del Imperio Romano, sobre todo después de que el emperador Marco Aurelio la defendiera”. De ahí pasó al cristianismo y, en los últimos años y de forma algo descafeinada, al ideario de muchos gurús y directivos de Silicon Valley, igual que ocurrió hace unos años con el mindfulness, del que también vemos ecos en este tuit.

La versión californiana del estoicismo ha sido también criticada por ser complaciente con el poder, ya que parece dar a entender que hemos de asumir que no tenemos tanto control sobre nuestras vidas y que no merece la pena rebelarnos.

El método socrático

La verdad es mi meta. La controversia es mi gimnasio. Haré cien repeticiones de controversia para lograr los abdominales marcados de la verdad.

A West le gusta ser polémico. Cosa que también le gustaba a Sócrates. Su método para buscar la verdad consistía en hacer preguntas desconcertantes, “con el fin de poner en evidencia la ignorancia de sus interlocutores, haciendo ver que nadie sabe en el fondo lo que cree saber”, escribe Victoria Camps. Según Sócrates, nos acercamos a la verdad a través del diálogo y desconfiando de las opiniones preconcebidas sobre la piedad, el coraje, la virtud o la justicia.

Pero el individualismo y la independencia de Sócrates incomodaron al Estado ateniense, que lo acusó de no honrar a los dioses patrios y de pervertir a la juventud. Fue condenado a muerte.

Cuidado, Kanye, la controversia no solo es un gimnasio. También es una copa de cicuta.

La duda kanyesiana

Cuestiónalo todo.

De las preguntas de Sócrates es fácil pasar a la duda metódica de Descartes, que planteaba la posibilidad de que toda la experiencia fuera ilusoria. ¿Y si todas nuestras experiencias y pensamientos fueran fruto del engaño de un demonio maligno? Descartes salvaba la realidad mediante la razón: de lo único que no podía dudar era de que pensaba. Y si uno piensa, puede decir que existe.

Eso sí, hay filósofos que creen que llegó demasiado lejos: lo más que podía decir era “hay un pensamiento” o “alguien está pensando”. Y ese algo ni siquiera tiene por qué ser un humano: el filósofo Nick Bostrom proponía en un artículo publicado en 2003 que podríamos estar viviendo en una simulación de realidad virtual.

Su argumento se basaba en dos premisas: la primera, que la conciencia se puede simular por ordenador. La segunda, que civilizaciones futuras podrían tener acceso a una cantidad ingente de poder computacional. En tal caso, estas civilizaciones podrían programar millones de simulaciones de mundos enteros. Y, como habría muchos más universos simulados que reales, es más probable que vivamos en una simulación que en un mundo real.

¿Y si este mundo solo es una simulación para ver si alguien como Kanye West puede encajar?

Emoción y razón

No sigas a la muchedumbre. Sigue los sentimientos innatos de tu interior. Haz lo que sientes, no lo que piensas. Los pensamientos se han colocado en nuestra cabeza para que todo el mundo quede asimilado. Sigue tus sentimientos.

Tienes las mejores ideas. Las opiniones de los demás distraen más que informan. Sigue tu propia visión. Basa tus acciones en el amor. Haz lo que amas y si no amas algo del todo deja de hacerlo lo antes que puedas.

Sé tan transparente como puedas. Deja de organizar obras de teatro. Deja de jugar al ajedrez con la vida. Toma decisiones basadas en el amor, no en el miedo.

Aquí West se detiene en la distinción entre razón y emoción, tomando partido por la última. La neurociencia lleva ya años recordando la importancia de las emociones a la hora de tomar decisiones. Sin ellas, no podríamos tomar decisiones morales, como prueban los estudios de Antonio Damasio con personas con lesiones en la corteza prefrontal.

250 años antes, el filósofo David Hume ya expresaba la misma idea en su Investigación sobre los principios de la moral: “La razón nos instruye acerca de las varias tendencias de las acciones, y el sentimiento humanitario hace una distinción a favor de aquellas que son útiles y beneficiosas”. Y es que “la razón, al ser fría y desapasionada, no motiva la acción y solo dirige el impulso recibido del apetito o inclinación, mostrándonos los medios de alcanzar la felicidad o de evitar el sufrimiento”.

En cuanto a la idea de que “los pensamientos se han colocado en nuestra cabeza”, va en línea con lo que explica John Stuart Mill en Sobre la libertad, cuando dice que quienes sostienen una opinión “por lo general la han heredado, no adoptado”. Nos gusta pensar que nuestras ideas son el fruto de una reflexión independiente, pero no siempre es así.

Algunos han querido ver aquí un guiño a las ideas de la extrema derecha estadounidense, que a menudo pretende hacer creer que está al margen de convencionalismos. De hecho, West llevaba días coqueteando con simpatizantes de Trump: recientemente elogió en Twitter a la youtuber conservadora (y afroamericana) Candace Owens, por ejemplo. Pero todo eso quedó eclipsado la noche del miércoles, cuando dedicó varios tuits a expresar su amor (literalmente) por el presidente, quien a su vez agradeció a West sus palabras. Eso sí, hay que recordar que el músico también ha manifestado su apoyo al feminismo, al control de armas y al movimiento Black Lives Matter. De todas formas, resultaría decepcionante que su apuesta por apartarse de la muchedumbre fuera en realidad para unirse a otra muchedumbre. A una con antorchas.

Kant West

Deja ya de mentir sobre mierdas. Deja ya de mentir.

Si hay un filósofo que odie la mentira, ese es Immanuel Kant. Para Kant, la moral ha de tener forma de imperativo categórico universal, es decir, una ley que no tenga condiciones ni excepciones. No puede expresarse, por ejemplo, como: "Hay que decir siempre la verdad a no ser que me pueda resultar perjudicial". No solo eso: para Kant mentir es “una injusticia causada a la humanidad en general”, ya que cuando mentimos minamos la confianza mutua.

De hecho, para Kant no se puede mentir ni siquiera a un asesino, como escribe en Acerca del supuesto derecho a mentir por motivos altruistas. Si un asesino nos preguntara por el paradero de alguien a quien quiere matar, tendríamos que decirle la verdad. Para Kant, quien miente pasa a ser “jurídicamente responsable de todas las consecuencias que de ello pudieran derivarse”, mientras que si decimos la verdad, nadie nos podría reprochar nada. Por ejemplo, si miento al asesino y el hombre, rabiando por no poder encontrar a su víctima, decide asesinar a otras tres personas, sería en parte consecuencia de mi embuste bienintencionado. 

Siervos y señores

Todos somos siervos.

Hubo un tiempo en el que la esclavitud era la tendencia y aparentemente ese tiempo todavía está entre nosotros. Pero ahora es una mentalidad.

Traer de vuelta el pasado te mantiene enganchado en él.

Para Hegel, el sujeto humano se crea según su relación con los demás. Como explica Alasdair MacIntyre en su Historia de la ética, si queremos entender un concepto o una creencia, tenemos que estudiar el sistema del que forma parte, que está definido por los límites y características de cada época y lugar.

Uno de los pasajes más famosos en este sentido es el que dedica a la relación entre señor y esclavo en su Fenomenología del espíritu. Esta relación va evolucionando a medida que el esclavo interactúa con el mundo y lo siente como propio gracias a su trabajo, aunque sea siguiendo órdenes del señor, quien a su vez se siente más ajeno y esclavizado en un mundo en el que realmente no llega a intervenir.

Es decir, como apunta West, todos somos siervos. Pero solo en cierta medida: a pesar de esta relación cambiante, el señor sigue siendo un hombre libre y el esclavo sigue siendo un esclavo.

Todos zombis

El efecto psicológico del zombi.

La gente respeta a la gente que sigue la tendencia general y el consenso.

El zombi como metáfora social y filosófica lleva presente al menos desde la Guerra Fría, cuando a menudo se presentaba como un símil de la propaganda comunista o de los reclutadores de terroristas. Recientemente, Kyle W. Bishop, autor de dos libros sobre zombis y cultura popular, ha usado a los zombis para explicar cómo se contagian y viralizan las ideas, sean buenas o malas. Según Bishop, es muy difícil resistirse a ideas exitosas, ya sea abrirse una cuenta en Facebook o tener un móvil. Se está mucho más a salvo en el consenso.

Y es que los zombis filosóficos no son no son cadáveres putrefactos que comen cerebros como los de series y películas. Son personas en apariencia normales. Las diferencias no son visibles, pero siguen siendo inquietantes. En los experimentos mentales de David Chalmers, estos zombis no tienen ni conciencia ni ninguna vida interior. Son como autómatas programados para dar respuestas que parecen humanas. ¿Cómo podemos saber si los demás son zombis? ¿Es Kanye West un zombi contagiado por la derecha estadounidense? Y tú, ¿podrías convencer a un escéptico como West de que no eres un muerto viviente?

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