¿Alguien se acuerda de la Times New Roman? Hasta hace unos años era el tipo de letra que veíamos en todas partes: en Word, en el correo electrónico, en los periódicos… Incluso en las primeras páginas web. Hasta que desapareció. Pasó de estar presente en todos los monitores de Occidente a convertirse en un recuerdo viejuno, en la fruta escarchada de la tipografía. ¿Qué ocurrió para que pasara de moda tan bruscamente?
Una tipografía pensada para periódicos
La Times New Roman tiene más de 80 años de historia: el diseñador Stanley Morison escribió un artículo criticando la imagen anticuada del diario británico The Times, y el diario le respondió pidiéndole que creara un tipo de letra más moderno. Por hablar.
Como explica Simon Garfield en No es mi tipo, la Times New Roman diseñada por Morison se estrenaría en el periódico inglés en 1932. Es un tipo de letra con serifa o gracia (pequeños adornos en los extremos de las líneas de las letras) y sigue el modelo de otro tipo del siglo XVI, la Plantin-Moretus, “adaptada para maximizar su legibilidad y el uso económico del espacio”.
Según un artículo de la web de la Biblioteca Pública de Nueva York, el diario probó el tipo de letra antes de usarlo, llegando a enviar muestras a “una autoridad oftalmológica distinguida”. Con independencia de lo que dijera este especialista, la nueva tipografía estaba pensada expresamente para periódicos: funcionaba muy bien en tamaños pequeños y columnas compactas, al ser más estrecha y necesitar menos interlineado.
Acabó siendo uno de los diseños más exitosos de la historia: The Times usó este tipo de letra durante los siguientes 40 años sin apenas cambios. El diario comenzó a introducir variantes en 1972, siempre con este tipo como modelo. Ahora usa Times Modern, una variante de la fuente diseñada en 2006.
La tipografía se usó para todo tipo de publicaciones: diarios, revistas, libros… También fue el tipo de letra de muchos diarios españoles hasta no hace muchos años, incluido EL PAÍS. Este diario la sustituyó en 2007 en sus versiones impresa y digital por Majerit, obra del diseñador portugués Mário Feliciano. Según explica Diego Areso, director de arte de EL PAÍS, se trata de un tipo de letra parecido a Times New Roman, pero que también tiene más personalidad, “sobre todo en los titulares”, a pesar de que mantiene el tono sobrio característico de la tipografía británica. (Nota: en Verne usamos Roboto).
De The Times a Microsoft Word
La Times New Roman se hizo ubicua de verdad cuando Microsoft la convirtió el tipo por defecto de su procesador de texto Microsoft Word en los años 80. Ya no era solo el tipo de letra que nos encontrábamos en el periódico, sino que pasó a ser el más usado durante años en la oficina, en la universidad y en casa.
Al ser un tipo de letra que estaba en todos los ordenadores, también fue al que se recurrió con más frecuencia en las primeras páginas web, como explica Areso. Pero Times New Roman era un tipo diseñado para el papel y no para la pantalla, por lo que durante esos años se comenzaron a desarrollar otros tipos pensados para el monitor, como la Georgia y la Verdana, ambos obra de Matthew Carter.
Siempre se había dicho que las letras sin serifa, como Verdana, eran más indicadas para pantalla que las que tenían serifa, como Georgia, pero Areso apunta que esa distinción ya ha quedado obsoleta: “Eso tenía sentido cuando las pantallas tenían menos resolución, ya que las sans serif tienen menos detalles. Ahora lo importante es que cada letra esté pensada para su uso. Texto y titular, por ejemplo”. Tiene más importancia el hinting, asegura. Es decir, la optimización del borde de los caracteres para que se lean bien en todas las pantallas, con independencia de su resolución.
De Times New Roman a Calibri
En 2007, Microsoft cambió la letra por defecto en Word: de Times New Roman pasó a Calibri, diseñada para la empresa por Lucas de Groot. También es el tipo por defecto de Outlook, Power Point y Excel, donde reemplazó a Arial. Esto la ha convertido, explica Garfield en su libro, en el tipo de letra más usado en occidente.
Pero no es el único motivo por el que la Times New Roman ya no se deja ver tanto como antes. Como recuerda Areso, cambiar la tipografía de un diario, de una revista o de una editorial suponía hasta hace unas décadas no solo pagar la licencia de uso, sino también reemplazar unos carísimos moldes metálicos. Hoy en día es un proceso más sencillo y barato. Tanto, que muchas empresas diseñan sus propias tipografías e incluso hay bibliotecas de fuentes gratuitas, como la de Google. Incluso se habla, comenta, de “burbuja tipográfica”.
Por otro lado, Areso no da por muerta a la Times New Roman. “No es como la Comic Sans, que solo la puedes usar en modo irónico -dice, propinando la colleja a este tipo de letra que no puede faltar en ninguna conversación sobre tipografía-. La Times New Roman es muy buena, muy legible. Lo que pasa es que se ha quedado antigua”. Y apunta que se está recuperando en algunas revistas de moda, como Fantastic Man, por su legibilidad y por este valor retro.
Al final, no hay que tener manías: “Cualquier tipografía puede dar buenos resultados, si se usa bien”.
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