"Tenemos que hablar del futuro": una astrofísica contra los tópicos de la ciencia ficción

Los coches voladores no son una buena idea

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En 'Regreso al futuro 2' había coches y monopatines voladores
En 'Regreso al futuro 2' había coches y monopatines voladores

El futuro ha resultado para muchos decepcionante: poco importan los avances en sanidad, educación, internet… Todavía se oyen quejas por la ausencia de coches voladores. Katie Mack, astrofísica de la Universidad de Carolina del Norte, ha dedicado un hilo en Twitter a exponer algunos de los motivos por lo que ese futuro imaginado por la ciencia ficción no era tan buena idea como nos parecía de niños. “Amigos -arranca su hilo-, tenemos que hablar del futuro. No tiene sentido quejarse por no tener jetpacks (mochilas propulsoras) ni coches voladores. Las viejas series de televisión han creado a una generación que está teniendo una envidia equivocada del futuro de la ciencia ficción”.

En su hilo explica que los jetpacks ya existen, pero que no se usan porque son caros, ruidosos y muy peligrosos. “¿Quieres llegar rápido a un sitio? En muchas ciudades puedes caminar por la calle y alquilar una moto eléctrica con tu móvil. Disfrútalo”. Los coches eléctricos también son una mala idea: ir en coche ya es lo suficientemente peligroso como para ponerle cohetes: “Sácate una licencia de helicópteros", aconseja.

Además de eso, habría que mencionar que ya ha habido más de 300 modelos de coches voladores funcionales. Pero solo se puede despegar y aterrizar en un aeropuerto; en ciudad hay que ir rodando. Y está bien que sea así: imaginemos un accidente entre un par de coches voladores. No solo es peligroso para quien viaje en ellos, sino también para quien esté tan tranquilo paseando despreocupadamente por debajo.

Sí lamenta que no podamos teletransportarnos: “No parece haber forma de teletransportar la materia sin desmontarla y reconstruirla de cero”. Lo mismo con los viajes a velocidad mayor que la luz y los agujeros de gusano, “que no parecen estables”. Estos agujeros serían túneles que conectarían dos puntos del espacio y del tiempo. ¿Qué hay de las colonias en la Luna y en Marte? La radiación obligaría a vivir en cuevas y bajo tierra: “Aun así, iría sin pensármelo”.

Mack alaba las impresoras 3D (aunque son lentas) y la tecnología de la comunicación, en especial las llamadas de vídeo, que “finalmente son algo de verdad que la gente usa”. Además, vienen "con todas las otras cosas increíbles que hacen nuestros superordenadores de bolsillo”.

Las interfaces que comunican el cerebro con ordenadores “son cada vez más impresionantes, aunque se usan sobre todo en tecnología de asistencia en lugar de para ahorrarte el problema de hablar con tu reloj o lo que sea. Estoy un poco nerviosa por el rumbo que esto podría tomar, para ser sincera”. En cuanto a la energía por fusión nuclear (que sería más segura y limpia que la energía nuclear actual) “lleva medio siglo estando a una década o dos de resolverse”. Mientras tanto “la energía solar y eólica son bastante buenas”.

La inmortalidad “sería una idea terrible, pero lo hemos hecho bastante bien erradicando un montón de enfermedades y alargando la vida en el último siglo, más o menos. ¿Cuántos años necesitamos? Mejor calidad que cantidad”. Aunque se le podría responder con el chiste: ¿Quién quiere vivir 100 años? Pues los de 99.

“Los poderes mentales también serían una mala idea -añade-. Mejor ni trabajemos en eso. Ya es bastante malo que tengamos algoritmos que analicen todos nuestros movimientos en internet. Si existieran los poderes mentales, probablemente serían como anuncios previos de los vídeos de los que no se puede salir, pero para nuestros pensamientos”. Y los alien asesinos no se han dejado ver. “Creo que podemos estar todos de acuerdo en que esto es una cosa buena”.

El futuro de la ciencia ficción

Como ya mencionábamos en este artículo, los vaticinios de la ciencia ficción y del periodismo no han sido por lo general muy acertados. Con honrosas excepciones, como el año 2014 que imaginó Isaac Asimov en 1964. En este artículo, el autor hablaba de comida precocinada, energía solar y misiones espaciales a Marte sin tripulación.

Uno de los motivos para explicar estos errores es que, al intentar predecir el futuro, muy a menudo extrapolamos a partir el presente. Es decir, nos imaginamos lo mismo, pero con más vitaminas. ¿Tenemos coches? Pues que haya coches voladores. ¿Hablamos con voz? Pues hablaremos con voz y vídeo.

Pero la innovación no siempre es una evolución de lo que ya tenemos y el progreso tecnológico puede llegar por un camino al que ahora mismo no prestamos atención. Por tanto, resulta difícil imaginar cosas para las que no hay un modelo previo. Por ejemplo, aunque en Star Trek aparece algo parecido a móviles con vídeos, no vemos al capitán Kirk usando ese mismo aparato para abrir un hilo en Twitter explicando su última misión.

Además, hay que tener en cuenta que los escritores de ciencia ficción a menudo están más preocupados por el presente que por el futuro, sobre todo (aunque no únicamente) en el caso de las distopías. En su novela 1984, Orwell no imagina los años 80, sino que advierte de los riesgos que se están planteando en la sociedad en la que vive. Y, por poner otro ejemplo, Margaret Atwood ya dijo de El cuento de la criada (publicado en 1984, por cierto), que “cuando lo escribí me aseguré de que no incluía nada que los seres humanos no hubieran hecho en algún sitio y en algún momento”. A menudo, imaginar el futuro (con o sin coches voladores) es una excusa para analizar el presente.

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