Llevamos toda la vida recopilando en libros los tesoros ocultos que podemos encontrar en destinos remotos. Ya lo hacían los alquimistas árabes en la Edad Media y también el Códice Calixtino, que daba consejos a los peregrinos del Camino de Santiago. Pero la verdadera guía de viajes del mundo moderno se la inventaron dos hippies que decidieron contar su luna de miel en los años 70. Había nacido la Biblia de los mochileros.
Maureen y Tony Wheeler no eran los millonarios creadores de las guías Lonely Planet cuando decidieron, recién casados, recorrer mundo con muy poco presupuesto. Salieron de Londres y terminaron, meses después, en Melbourne (Australia) en 1972. Sus amigos, fascinados por la aventura, no hacían más que preguntar cómo lo habían hecho.
"Querían cruzar varios continentes viendo a ver qué se encontraban por el camino, sin apenas nada más que sus mochilas. Todo fue muy espontáneo, pero ante tantas preguntas a su vuelta, decidieron crear un manual", cuenta a Verne Javier Zaldúa, director general de Lonely Planet en España.
Resumieron parte de su aventura en un libro de 500 páginas que terminaron editando. Se titulaba Across Asia in the Cheap, algo así como "Cruzar Asia a lo barato". Conectaron de inmediato con miles de jóvenes, que agotaron la primera tirada del libro.
Aunque tuvo buen ojo a la hora de lanzar guías de viajes, fue el mal oído de Tony Wheeler el que bautizó sus guías de viajes. Escuchaba la canción de Joe Cocker Space Captain, que habla en sus primeras estrofas del lovely planet ("planeta encantador"). Él entendió lonely planet ("planeta solitario") y bautizó así a sus libros de viajes.
No es que no existieran guías hasta ese momento, pero no eran para todo el mundo. El alemán Karl Baedeker y el británico John Murray competían en el siglo XIX por editar los almanaques viajeros más sofisticados. Tenían forma de Biblia y eran útiles, de hecho inventaron el sistema de asteriscos/estrellitas que ahora vemos en sitios como TripAdvisor. Pero sus reseñas de comida y alojamiento a menudo estaban pensadas en función de los gustos refinados de la minoría privilegiados que podían ver mundo en esa época.
En cambio, en la era de los Wheeler, el concepto de turismo ya se había democratizado y, a medida que los trabajadores habían logrado derechos como las vacaciones pagadas, surgía la necesidad de nuevas guías que acompañaran y asistieran al nuevo viajero. El matrimonio apeló al nicho mochilero y acompañó con sus libros a toda una generación de viajeros, al tiempo que se creaba todo un imperio mediático en torno a sus libros, ampliando su presencia con webs, revista mensual y programas de televisión. En el año 2009 ya habían lanzado a la venta 100 millones de ejemplares de sus distintos títulos.
El mundo evoluciona muy rápido y las Lonely Planet han tenido que hacerlo con él. "Las aerolíneas y hoteles low cost nos llevan a sitios que antes eran impensables para nosotos sin necesidad de ir de mochileros. Por eso el formato ha tenido que adaptarse a las nuevas formas de viajar con diferentes guías temáticas: en familia, en pareja, en solitario...", comenta Javier Zaldúa. Algunos de los lanzamientos, por ejemplo, en vez de incluir consejos de viaje recopilan imágenes espectaculares.
"Los autores de las guías viajan de forma prácticamente anónima, así que no pueden recibir regalos de los establecimientos que incluyen en ellas", explica el director general de Lonely Planet España. Es la forma de mantener su esencia: escribirlas como viajeros y no como invitados.
Así se escribe una guía Lonely Planet
La periodista Andrea Nogueira ha tenido el privilegio de escribir la guía Lonely Planet dedicada a su tierra, Galicia, lanzada en junio de 2018. Es la primera que dedica la editorial a esta región de España, así que ella se ha encargado de ella de principio a fin.
La revista mensual de Lonely Planet colocó a Galicia entre sus tres destinos europeos favoritos de 2017. "Es casi un país en sí misma, con su propia lengua, su propia música (protagonizada por las gaitas), un impresionante patrimonio arquitectónico de varios siglos, impresionantes acantilados y una población muy acogedora", explicaba en su blog.
Nogueira tenía claro cómo aconsejar al lector sobre su región natal al estilo Lonely Planet: "Quería escribir una guía que ofreciese una visión completa de Galicia y que fuese útil para cualquier tipo de viajero. La editorial me dio total libertad en cuanto a contenido. Las únicas pautas a seguir eran las de la estructura de la colección en la que se integra. Este esqueleto es lo que las hace tan prácticas, porque incluye apartados para los itinerarios, mapas, consejos, tiempos estimados de visita...", explica la autora a Verne.
La periodista invirtió nueve meses en gestarla, entre el tiempo de documentación, viajes y escritura, compaginando esta labor con su trabajo en un periódico gallego. Para ella también fue un viaje de descubrimiento, nos comenta. "Recorrí todos los lugares que no conocía, pero que por la información previa consideraba que podían formar parte de la guía. Algunos los incluí y otros los acabé descartando".
Bordeó toda la costa, el interior, los parques naturales, los museos, hizo rutas de senderismo, vitivinícolas, en barco... Es imposible calcular la distancia que recorrió dentro de su propia tierra: "En una ocasión tuve que alquilar un coche para hacer un viaje de tres días. Al devolverlo me preguntaron que si había salido de Galicia y cuántos kilómetros había hecho. Dije que no había salido y la chica que me atendió lo fue a comprobar. Cuando volvió me preguntó: ¿Seguro que nos has salido de Galicia? ¡Hiciste casi 800 kilómetros! En ese viaje me fui desde el sur de Galicia hasta la frontera con Asturias bordeando toda la costa, visitando pueblos. Los kilómetros merecieron la pena".
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