Cosas que he descubierto releyendo mis revistas de adolescente

Guardan frases como "para conquistarlo de verdad, hazle creer que pasas de él y, sobre todo, no te muestres celosa"

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Revista You de junio de 1998.
Revista You de junio de 1998.

[Este artículo pertenece a La Matяioska, la newsletter quincenal de Verne en la que compartimos contigo temas sobre feminismo y mujer. Si quieres suscribirte, puedes hacerlo a través de este enlace y si quieres hacernos llear algún mensaje, puedes escribirnos a lamatrioksa@verne.es. En agosto, hemos preparado unas cartas con un formato especial, en las que volveremos a los veranos de nuestra adolescencia].

Junio de 1998. Ahí estoy yo, con 14 años recién cumplidos y en el verano anterior a pasar a tercero de la ESO (equivalente a 1º de BUP). Eso suponía llegar al instituto de los mayores. Metiéndome de cabeza en la edad del pavo, vaya. Estoy leyendo una revista que he comprado por 350 pesetas a escondidas de mis padres y que guardaba en un armario de mi habitación, el mismo lugar al que he acudido ahora para desempolvarlas y escribir este texto. Leo la You, que se vende como “revista mensual para chicas atrevidas”, uno de los actos más aspiracionales de mi vida: "atrevida" nunca ha sido un adjetivo que sirva para definirme.

Antes de la You leía la Superpop, con la que, básicamente, me informaba sobre todo lo que hacían, bailaban y opinaban las Spice Girls y los Backstreet Boys. Y después de la You fue la Vale, famosa por sus provocaciones y artículos sobre sexo. Pero de los 14 a los 17 compré casi cada mes esta revista que tengo asociada a ese momento en el que notas que todo se vuelve intenso: las amistades, las decepciones, los enfados. El momento en el que lo que más quieres es ser mayor. Y, supongo, atrevida.

Julio de 2018. Aquí estoy yo, 20 años (¡20 años!) después. En los últimos años he aprendido, reflexionado y discutido mucho sobre feminismo. El último año ha sido intenso en el trabajo y apasionante en las calles, con el 8-M como punto álgido. Estoy tirada en el césped de la piscina, releyendo las revistas de mi adolescencia para escribir estos artículos veraniegos e intrigada por lo que voy a encontrarme. Estas son algunas de las cosas que más me han llamado la atención:

Cejas finas y menos tetas

Fui una adolescente muy acomplejada por el físico (como la mayoría). Por eso, cuando empecé este ejercicio, lo primero en lo que me fijé fue en el tipo de chicas que aparecían en las fotos. La You no solía dedicar su portada a famosos, sino que estaban protagonizadas por modelos de agencias. Son guapas, no hay duda, pero tienen un físico menos explosivo y sexualizado de lo que esperaba. Tenían menos pecho, incluso en fotos de bikinis y ropa interior, y ni un pelo de más. No es que podamos hablar de una belleza diversa, pero sí más real. Simplemente creo que el canon de belleza ha cambiado en estas dos décadas.

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¿Guapos tontos o listos feos?

Tengo 14 años pero ya tengo claro que en esta vida hay que elegir entre los guapos o los listos y que son cualidades incompatibles. En el fondo no está mal, porque a esa edad no me considero guapa, así que me queda el consuelo de que puedo ser lista. La portada de la revista más antigua que conservo me invita a descubrir qué tipo de chico me conviene más y los clasifica tirando de tópicos entre: el musculitos (como Mark Wahlberg), el intelectual (como Hugh Grant), el tierno (Eloy Azorín), el modernillo (Ewan Mc Gregor) y el guapo (Mark Vanderloo). La sucesión de estereotipos lleva frases como “Uno tan guapo y otro tan interesante. ¡Vaya dilema!” o “A uno no dejarías de mirarle y el otro te emboba con sus palabras”. El artículo culmina con un mini-test que comparto con cierto pudor y que me descubría que el amor de mi vida sería una mezcla entre el modernillo y el chico cañón. Parece que a mis 14 no me interesaba mucho ni la vida interior ni el intelecto.

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¿Listo o guaperas? Hay que elegir

Cero diversidad

Hay tantos estímulos en estas páginas (Ryan Phillipe hablando de su novia Reese Witherspoon, las entrevistas a Devon Sawa y Melón Diesel, el look de Amaia Montero a sus 22 años…) que he tardado un rato en darme cuenta de que no hay ni una referencia a la diversidad sexual ni de género. Todos los temas están enfocados a chicas conquistando a chicos y viceversa y no hay ningún referente homosexual. De hecho, Ricky Martin aparece en su faceta de latin lover. Tampoco hay una sola palabra sobre transexualidad. Y recuerdo el beso de Marina de Operación Triunfo y Bast, su novio trans, en prime time y pienso que qué bien que hemos cambiado y cómo será de importante para un adolescente trans sentirse identificado en los medios.

Beber molaba. Y fumar era solidario

Una de las cosas que más me ha llamado la atención de este viaje al pasado ha sido ver tanta publicidad de bebidas alcohólicas en una revista para adolescentes. Pero, sin duda, de todo lo que he releído, el mayor shock ha sido ver en un anuncio de tabaco. En julio de 2005 entró en vigor una normativa europea que prohibía este tipo de publicidad en toda la UE. En febrero de 1999, la contra de la You mandaba un mensaje totalmente opuesto al que vemos ahora en las cajetillas de tabaco, con tres chicos sonrientes y con pinta saludable. Y, además, solidarios, porque por cada paquete de Fortuna que se fumaban, donaban el 0,7% de lo que valía a una ONG. Y no están envueltos en bruma: están envueltos en humo de cigarro.

La fuerza del destino

No solamente estaba el horóscopo mensual, sino que también había numerología (tu número personal era la suma de las cifras de tu fecha de nacimiento), taogramas (con una complicada combinación de letras y números) y cuadros de afinidades. Ahí estaba la enjundia: la mayoría de las predicciones servían para saber cuál era tu pareja ideal, cómo de compatible eras con el chico que te gustaba y si las estrellas, los números o las piedras harían posible vuestro amor. “¿Quieres conocerle mejor y saber de qué rollo va él?”. Pues hazte el numerograma, para qué vas a preguntárselo. Especial curiosidad me despertó este titular de portada: “¿Tienes poderes? ¡Averígualo!”. Spoiler: NO.

Hay modas que espero que no vuelvan. Pero que nos encantaban

Casi todos los meses, la You traía algún tipo de regalo relacionado con la belleza y la moda. El repaso por accesorios y consejos de belleza de esa época es fascinante y despierta un poco de vergüenza ajena: dos pulseras tibetanas, una cajita de bindis (para ponerte en la frente o en cualquier otra parte del cuerpo), tatuajes de quita y pon, falsos piercings, tinte para mechas que se va con un lavado (¡las maquimechas!), gargantillas de plastico ajustables (esas sí han vuelto), labios perfilados con un color cinco tonos más fuertes que el pintalabios, un montón de pinzas en el pelo… Lo llevé todo.

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La chicas atrevidas que no nos atrevíamos tanto nos pintábamos mechas que luego se iban.

“¿Tienes la regla? ¡No problem!”

Celebro ver cómo un tema que sigue siendo tan tabú como la regla se trataba con bastante naturalidad en sus páginas y con un tono positivo, incluso hablando de sexo: “Del mismo modo que la menstruación no significa un impedimento para llevar a cabo otras actividades, tampoco te has de privar de hacer ciertas cosas con tu novio”. En otros artículos hablan del SPM y de cómo va cambiando tu cuerpo. Aunque, teniendo en cuenta la cantidad de anuncios de tampones y compresas que hay en estas revistas (incluso podías pedir muestras gratuitas), tampoco es tan extraño.

Una historia de violencia

No recordaba esta sección en la que las lectoras contaban historias personales. Esta es impactante y me hace pensar sobre cómo concebíamos la violencia de género en ese momento, cuando la llamábamos “violencia doméstica”. Creo que más o menos por esos años empezaron las grandes campañas mediáticas para animar a las mujeres a denunciar a sus maridos, cuando pensábamos que la violencia solo eran los golpes y todo el mundo había escuchado a algunos vecinos alguna vez, pero no había hecho nada porque eran cosas que se quedaban en casa. Me pregunto si esta carta sería cierta o solo un texto para animar a las chicas a denunciar casos parecidos, pero el lenguaje y la normalidad con la que habla de ello me han parecido durísimos.

 Ay, el amor romántico

Por supuesto, el poso de amor romántico que desprende cada página me ha hecho llevarme las manos a la cabeza más de una vez en esta relectura. Frases como "para conquistarlo de verdad, hazle creer que pasas de él y, sobre todo, no te muestres celosa" han hecho que me sangren los ojos. Hay tanta información que hemos decidido dejarlo para una newsletter completa que enviaremos a vuestro correo electrónico dentro de dos semanas.

Mientras tanto, y por si os habéis quedado con ganas de más, os dejo una pila de fotografías sobre este viaje vacacional a la adolescencia.

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