A raíz de varios episodios catastróficos en los años ochenta, el término "gota fría" se convirtió en una especie de cajón de sastre que englobaba cualquier situación de lluvias torrenciales sin importar el fenómeno físico que las originaba.
En concreto, el término ha quedado muy asociado a los episodios de lluvias intensas en la vertiente mediterránea que originan inundaciones y que ocurren en su mayoría durante el otoño.
Sin embargo, el término tiene su origen a finales del siglo XIX en la palabra alemana kaltlufttropfen que, traducida a nuestro idioma, significa "gota de aire frío".
La expresión hace referencia a una situación meteorológica caracterizada por un área en capas altas de la atmósfera –generalmente por encima de los 5000 metros de altitud- cuya presión y temperatura es mucho menor que el área circundante (de ahí que esa "gota" sea "fría").
Debido a que la expresión "gota fría" ahora se aplica casi para cualquier episodio de lluvias torrenciales, como hemos dicho, el término ha quedado en desuso y la mayoría de los autores prefiere utilizar el vocablo DANA, depresión aislada en niveles altos, porque define mejor el tipo de situación que estamos viviendo hoy.
A las 12 UTC de hoy, la DANA ya se situaba centrada en el Golfo de Cádiz pic.twitter.com/j40hSofEOe
— SINOBAS (@AEMET_SINOBAS) 18 de octubre de 2018
Lo que la mayoría de la gente desconoce es que este tipo de embolsamientos fríos en altura ocurren muchas más veces de lo que pensamos, pero no en todos ellos se producen precipitaciones y tiempo adverso.
Para entender el porqué vamos a centrarnos en el episodio actual (que me perdonen mis compañeros meteorólogos las simplificaciones para un fenómeno tan complejo).
La imagen siguiente muestra el embolsamiento frío en altura (o DANA) a las 00 UTC del viernes 19 previsto por el modelo IFS 12 horas antes, y sobre ella destacamos dos zonas principales: en el centro de la DANA (situado en el Estrecho de Gibraltar) el aire asciende por efectos térmicos, y a su derecha (en la vertiente mediterránea) el aire asciende por efectos dinámicos. El hecho de que ambas zonas estén situadas sobre el mar implica que el aire ascendente es muy húmedo y puede dar lugar a precipitaciones intensas.
Para que se dé una situación excepcional de lluvias en la Comunidad Valenciana se necesita un segundo factor: la presencia de otra baja presión en superficie al sur de Baleares. Tanto ella como la DANA giran en el sentido contrario a las agujas del reloj y generan un flujo desde el mar hacia las costas de Valencia y Castellón de modo que en todos los niveles el aire está saturado de humedad y la cantidad disponible para precipitar es muy alta. Si la baja en superficie no existiera o si el núcleo de la DANA estuviera sobre Galicia los efectos serían menos devastadores.
Otro factor importante es que la temperatura del mar Mediterráneo sigue siendo alta (unos 23⁰C actualmente) y la evaporación es mayor que en primavera e invierno, épocas en las que las DANAs no son a priori tan destructivas como en el otoño. El verano tampoco está exento de este tipo de situaciones, pero la probabilidad de que sucedan es mucho menor.
Existen más factores, tales como la orografía, las corrientes en chorro, etc. Cuando todos ellos se confabulan el tiempo adverso está asegurado.
En resumen, no todas las DANAs tienen por qué provocar tiempo adverso ni todas las inundaciones son consecuencia de las DANAs. Las tormentas aisladas o el paso de un frente provocan el típico tiempo de otoño, pero en ocasiones también pueden ser severas y originar lluvias fuertes que una persona inexperta achacaría erróneamente a una gota fría.
¿Cuánto dura una DANA?
El tiempo en otoño es comparable a un niño de tres años: sabes que va a cometer una trastada pero es difícil precisar cuándo y dónde. Las DANAs tienen un comportamiento parecido porque llevan mucha incertidumbre asociada y pueden permanecer estacionadas varios días –conformando una situación de bloqueo- o pueden atravesar la península en cuestión de horas.
Por otro lado, aún es pronto para establecer una relación directa entre DANAs y cambio climático. En los últimos años ha habido episodios de lluvias intensas a finales de otoño e invierno pero necesitaremos estudiar más casos y ver si es una mera fluctuación estadística o si verdaderamente se está produciendo un desplazamiento temporal de este tipo de situaciones.
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