El Sorteo de Navidad es hoy una tradición. Tres de cada cuatro españoles juegan y por el precio de dos entradas de cine con palomitas puedes, con muchísima suerte, pagarte un chalet. Sin embargo, hace no tanto un décimo, que costaba casi medio mes de trabajo, podía bañarte en oro a ti y a varias generaciones de herederos. Esta es su historia. (Al final del texto puedes ver una infografía con la evolución del Gordo).
1812: el Gordo paga dos casas en Madrid
Cádiz, marzo de 1812. Quince días antes de proclamarse la primera Constitución española se juega la primera “lotería moderna” para recaudar fondos contra los franceses, y el 18 de diciembre tiene lugar el que se conocerá desde 1892 como “sorteo de Navidad”. El país tiene una economía de mendicidad, se vive de la limosna y de la sopa boba de la Iglesia. Un campesino gana al día, si trabaja, casi 5 reales diarios, mientras que un kilo de pan se convierte en un lujo a 20 reales por el desabastecimiento de trigo.
En ese país que retrató Goya en “Gracias a la almorta” (una legumbre muy barata, pero también tóxica si se comía durante mucho tiempo), el primer décimo de navidad vale 40 reales y el premio por billete del Gordo es de 8.000 pesos fuertes, 64.000 reales al cambio y por número (no por décimo). Apenas pueden participar rentistas y la escasa burguesía del momento, la única gente capaz de adquirir una casa de 150 metros en Madrid por 26.883 reales.
1868: comprar lotería, un capricho caro
Madrid, 1868. España sufre su primera crisis capitalista y un mes después de ser destronada Isabel II, el ministro Laureano Figuerola implanta la peseta para poder entrar de facto en el antecesor espiritual del euro, la Unión Monetaria Latina.
Es la última lotería del viejo -y caótico- patrón de los escudos (oro), reales (plata) y maravedíes (cobre), y se venden vigésimos en vez de décimos. Estos cuestan un escudo, 10 reales, y el premio por participación es de 300.000 reales, mientras que los salarios, muy dispares, rondan los 2.000 reales al año, según el historiador Manuel Tuñón de Lara, por lo que participar es un capricho caro. Solo un menú pobre para una pareja y dos hijos (medio kilo de bacalao, medio de pan, uno de patatas y un porrón de vino) se come ese sueldo, a lo que hay que añadir 1,31 reales diarios de alquiler en una infravivienda. Un obrero puede cobrar más, entre 6 y 8 reales, pero aún así no le da para lujos como un periódico (10 reales).
1905: el sueldo anual de 500 personas al décimo
1905, la irrupción de la electricidad, del cine, del motor. Con el nuevo siglo, la lotería se convierte en una locura. El décimo vale 100 pesetas, pero el premio Gordo se eleva a seis millones el billete. No obstante, los salarios siguen siendo igual de mediocres: un hombre gana de media algo más de 1.200 pesetas al año y una mujer unas 900. Esto supone que un décimo del Gordo equivale al salario anual de 500 hombres. No obstante, dos de cada tres españoles viven en el campo y ahí los salarios son muy inferiores, unas 500 pesetas anuales más “alimentación”.
No obstante, es una época fascinante. Los pases del cinematógrafo valen entre 30 y 50 céntimos de peseta y se ven los primeros coches por los caminos. La Hispano-Suiza sacó a la venta su primer 10 CV a 14.000 pesetas, aunque de ganar el Gordo merece más la pena hacerse con la histórica empresa, cuyo capital era de medio millón.
Con la Guerra Civil, premios en "dos pesetas" diferentes
El fin de “La Restauración” llegó con la gran inflación posterior a la Primera Guerra Mundial. Debido a la especulación, el poder adquisitivo se hundió un 21% y se dispararon los precios como no había ocurrido en todo el siglo XIX. Participar en la lotería, inmune siempre al IPC, costaba 100 pesetas y el Gordo aumentaba a 12 millones, 1,2 millones el décimo, equivalente a los sueldos anuales de 521 personas en la época, pues el obrero cobraba de media algo más de 2.300 pesetas anuales. No obstante, éste empezaba a imaginarse como propietario: en aquellos años comenzaron los primeros intentos para convertir a la vivienda en un bien de mercado, como la Ley de Casas Baratas de 1911, y el número de automóviles se igualaba con Europa, más de ocho por cada mil habitantes.
Fueron años de inestabilidad en los que el español fue siempre fiel la lotería: durante la República equivalía al 1% del PIB, y el sorteo de Navidad subió la apuesta: 15 millones al primer premio, con vigésimos a 100 pesetas, 10 veces más que el sueldo medio diario del obrero. Es decir, unas 3.650 pesetas, por que esta participación equivalía a la suma de los salarios anuales de 206 trabajadores.
Pero se declaró la Guerra Civil y España se partió incluso con la Lotería de Navidad. Mientras en la zona republicana se desplazó a Valencia y Barcelona; en la parte sublevada se celebró en Burgos en 1938. Tres y cuatro millones de pesetas el Gordo, respectivamente, en dos economías con dos “pesetas” diferentes. En la zona franquista la inflación se mantuvo estable, prácticamente a niveles previos al conflicto, pero en la zona republicana la hiperinflación convirtió su moneda en papel mojado, según los datos del Banco de España. Sin embargo, la fotografía final de la guerra fue gravísima para todo el país: el PIB por habitante se había hundido un 80% y no se volvería a los niveles de consumo de 1929 hasta entrado el año 1957.
1957: 50 "pisitos"
Si en 1941 llegó la “revolución” con la introducción del reintegro, 1957 fue una fecha histórica. Se televisó por primera vez el sorteo. Fue también el año de los billetes verdes de mil, que tanta locura provocaron.Y fue el año del lanzamiento del Seat 600, el “coche del pueblo” franquista. El premio Gordo, de 30 millones de pesetas, solucionaba hasta el problema del “pisito” para medio centenar de familias obreras.
Y 1978 fue el año del color. Con la Constitución y el sistema PAL de los televisores llegaban intensos aires de cambio. Aunque el décimo se había disparado a 2.000 pesetas, el sueldo mínimo legal rondaba las 216.000, unos 1.298 euros al año. El 600 había dado paso al Citroën 2CV y el Renault 4, que valían unas 234.000 pesetas; y el metro cuadrado de vivienda nueva costaba 33.011 pesetas en España, unos 198,4 euros hoy, lo que supone que el piso de 100 metros valía unas 330.110 pesetas.
No obstante, la inflación y las devaluaciones fueron el mal de aquellos tiempos. En 1986, año de adhesión a las Comunidades Europeas y la OTAN, el décimo valía 2.500 pesetas, un coche superaba el millón y el Gordo pagaba 250 millones por billete.
Ni el Gordo arregla el problema de la vivienda
Desde la entrada de la moneda única, todo se ha encarecido notablemente salvo el décimo de Navidad, que ha pasado de 18 euros en 2001 a 20 en 2018. Según el INE, la inflación ha subido en este periodo más de un 40%, mientras que los sueldos se han incrementado ligeramente menos. Si el coste salarial (excluyendo cotizaciones y otros gastos) era de 1.399 euros al mes a principios de siglo, este año se ha situado en 1.909 euros.
Y aunque la revolución digital ha transformado profundamente los hábitos de consumo y sus costes, siendo hoy un coche o un televisor más baratos que antes, lo que está claro por los datos es que el problema de la vivienda ya no lo arregla ni el Gordo: por 400.000 euros al décimotenemos una buena casa, pero sin excesivos lujos porque se queda corto para el más de medio millón de un piso de 100 metros en el centro de Madrid, por ejemplo.
A tenor de esta evolución, el anuncio de la lotería de Navidad de este año recoge su espíritu actual fielmente. Aunque hoy es más “probable” llevarse un pellizco gracias a lo repartida que está la lotería, especialmente gracias a los reintegros, antes tocaban verdaderas fortunas, Y es que la viñeta final del “Mortadelo” en la que el personaje huye en un deportivo con sacos de dinero y el Gordo es cosa del pasado. En concreto, de la época de nuestro hambriento por excelencia, Carpanta.
(Si no ves bien la infografía, pincha en este enlace).
* También puedes seguirnos en Instagram y Flipboard. ¡No te pierdas lo mejor de Verne!