Alberto Vázquez-Figueroa publicó su primera novela, Arena y viento, con 17 años. Y la había escrito con 15. Alberto Méndez tardó algo más: publicó Los girasoles ciegos a los 63. Recogemos algunos ejemplos más entre ambos extremos, por si quieres compararte con alguno de estos clásicos (o casi clásicos) en lengua española y ver si te has adelantado a tus favoritos o te lo estás tomando con más calma. Al final, lo que importa es el resultado, tarde lo que tarde.
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