El 29 de junio se celebra la 41 edición de la Marcha del orgullo LGTBQ+ en Ciudad de México. En 1978, la primera manifestación fue llamado Marcha del orgullo gay, como contó a Verne Patria Jiménez, activista a favor de los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTB, ya que no se incluía a otros grupos.
Este año, el comité organizador de la marcha conmemorará El baile de los cuarenta y uno, una redada policial que se realizó en 1901 en una fiesta en el centro de la capital, donde se detuvieron a hombres homosexuales de clase alta. Carlos Monsiváis contó en la revista Letras Libres que “la policía interrumpió una reunión de homosexuales, algunos de ellos vestidos de mujer”, un hecho que “por así decirlo ‘inventó’ la homosexualidad en México”, relató el escritor.
Históricamente, las preferencias sexuales han sido objeto de juicio en la sociedad mexicana. En ese sentido, asistir a la marcha del orgullo también puede ser cuestionable. En Verne hemos conversado con cuatro personas mayores de edad que no habían asistido antes a una marcha del orgullo LGTBQ+.
A sus 38 años, Iván Hernández no había pensado que ir a la marcha fuera necesario. Y menos porque tiene tres años que le comunicó sus preferencias a su familia. “Creo que eso influyó en que no fuera antes, que no había salido completamente del clóset”, cuenta el también economista. “Eso te impide expresarte libremente”, comenta.
La experiencia de salir del clóset es determinante a cualquier edad. Mariana Ruiz, de 21 años no había comunicado su bisexualidad a sus padres hasta hace un par de meses. “No habían sido falta de ganas de ir a la marcha, pero tenía miedo de contarle a mis papás por qué iba”, cuenta la estudiante. “También pensaba en qué iban a pensar mis amigos”, dice.
Aunque esta joven tiene consciencia de su orientación desde que era adolescente, no lo aceptó públicamente hasta hace poco. “Yo veía a quienes eran lesbianas o gays, pero yo no me consideraba parte de ellos”, recuerda. “Un día decidí que tenía que hablarlo y aceptarlo”, dice.
El primer paso es personal, según cree Marco Arizpe, quien a sus 27 años asistirá por primera vez de esta manifestación a favor de la diversidad. “Yo tenía miedo, pero más que miedo de la marcha, era de conocerme a mí”, dice. “Pensaba que me iba a encontrar a personas similares, hasta que decidí que era tiempo de participar”, comenta. “Todo tiene un momento y creo que hasta ahora es el mío”, cuenta el psicólogo, quien dijo compartir su orientación con su familia a los 24 años pese a tener pareja desde varios años antes.
“Era un pesar para mí, estar en un mundo heteronormado y con miedo a decir lo que eres”, recuerda. “Finalmente cuando hablé con mi mamá fue muy liberador. Hoy ya puedo ir libremente a esta marcha”, dice.
Maximiliano Mamaní, de 24 años, ya asistió a una marcha del orgullo en la ciudad de Salta (Argentina), pero se considera primerizo. “Creo que no se compara con Ciudad de México donde hay miles de personas y es tan grande”, dice. “Esta será mi primera vez en algo tan grande”, indica. El salió del clóset a los 19 años. “Es un tema importante hacerlo, si no no eres libre”, comenta.
El reclamo por los derechos de una comunidad
Una fiesta, sí, pero también una oportunidad de pedir que se respeten los derechos de la comunidad, según estos jóvenes. “La marcha es para decir ‘estamos aquí’. De apreciarte a ti y a tu comunidad, porque muchas personas han luchado porque tengamos derechos y eso debe llenarnos de orgullo”, dice Hernández.
El economista se ha forjado una opinión de lo que es la marcha a partir de notas que ha visto en la prensa mexicana y de publicaciones en Instagram y Facebook. “He visto de todo: desde los que van de lo más normal y los que enseñan más piel”, dice. “Yo voy con un grupo de amigos y vamos a llevar sombrillas arcoiris o abanicos, aún no lo decidimos”, comenta.
Para la estudiante de 21 años no se trata de un carnaval. “He visto notas en que dicen que es una fiesta, pero yo más bien creo que es una exposición colectiva de personas que se muestran tal cual son”, dice Mariana Ruiz. Ella y su grupo se han mandado hacer unas playeras con la bandera de la diversidad y personajes de Disney. “Yo escogí a Rapunzel, de Enredados”, comenta, y añade que llevará un par de pancartas.
Aunque se trate de la edición 41 de esta marcha, Ruiz cree que no hay ninguna batalla ganada. “Somos un país homofóbico y machista, con estas manifestaciones se debe cambiar el concepto que tenemos de que la comunidad es ‘mala’”, indica.
Arizpe participará con la compañía de danza México de colores, que forma parte del comité organizador de esta manifestación. “He vivido comentarios despectivos de personas conocidas y de familiares”, dice. “Esta es una oportunidad que tenemos para exigir respeto como somos”, destaca.
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