Hay remedios caseros que, aunque su eficacia no esté comprobada, siguen utilizándose en muchos hogares españoles: ¿para el hipo? Un susto o beber agua con pajita. ¿Para las quemaduras? Aplicar miel o pasta de dientes. ¿Para ahuyentar a las mocas? Pues de todo: que si una bolsa de agua colgada del techo, que si un limón con clavo aromático... O incluso un número, el 58. Este truco sin ninguna base científica consiste en colgar carteles con el número 58 para que "asusten" a las moscas, y se ha vuelto a popularizar después de que el tuitero @castoret publicara el pasado 6 de agosto un hilo en el que hablaba de un restaurante valenciano que lo utilizaba.
Hoy ya me ha podido la curiosidad y he preguntado. Me han dicho que es que el 58 ahuyenta a las moscas pic.twitter.com/rTb7NIYEVp
— Lex [+=••] (@castoret) 6 de agosto de 2019
Al hilo, que ha superado los 3.700 retuits en menos de una semana, han contestado otros usuarios contando que ellos también conocían el truco, y han publicado más imágenes de lugares donde lo utilizan. Este método para ahuyentar a las moscas se popularizó en 2017 después de que varios medios regionales hablaran de él por su uso en un restaurante vizcaíno, y también se utiliza desde hace décadas en otros países europeos. Pero su popularidad y difusión no implican que funcione. "No tiene ninguna base científica", cuenta a Verne el investigador especializado en dípteros [moscas, mosquitos...] Miguel Carles-Tolrá. "Es una estupidez".
La leyenda urbana alrededor de este método dice que funciona porque las moscas confunden el 58 con una tela de araña, lo que hace que huyan. Carles-Tolrá explica que esto no tiene sentido, precisamente, porque las moscas no distinguen las telarañas, ni siquiera las reales. "Si lo hiciesen, entonces no caerían en ellas", cuenta.
Sin embargo, el método es utilizado en diferentes países del Mediterráneo además de España, como Francia o Italia, donde es especialmente popular. La entrada en wikipedia del número 58 en italia recoge esta leyenda urbana, y el diario La Repubblica de Milán le dedicó un artículo en 2009 que concluía lo mismo que cuenta Carles-Tolrá: que es solo una leyenda urbana sin ninguna base científica.
En 2002, 17 años antes de que el tuitero @castoret mostrara su sorpresa por este método en Twitter, ocurrió algo similar en The Straigh Dope, un foro estadounidense en el que se desmienten bulos y leyendas urbanas. Uno de los usuarios comentaba haber leído que este método se utilizaba en un restaurante de Padua (en el norte de Italia) y que provenía de "un truco oriental".
Otros trucos "por si las moscas"
Escribir el 58 en un folio y pegarlo en las paredes no va a hacer que las moscas desaparezcan, y tampoco lo hará ninguno de los otros remedios caseros populares en nuestro país. Hemos preguntado a Miguel Carles-Torrá por la efectividad de algunos de ellos, y estas han sido sus respuestas:
- La bolsa de agua colgada del techo: "Otra estupidez sin fundamento. Estas sí las he visto en algún bar... con moscas revoloteando".
- El limón con clavos aromáticos clavados: "Podría tener algo de sentido por el olor, pero dudo que sea muy efectivo. Lo he visto en alguna pescadería con moscas posadas en el pescado"
- La botella de agua colgada o en el suelo: "Si el agua lleva vino o cerveza, entonces puede funcionar como cebo para algunas especies". Es decir, que puede servir para atraerlas, pero no para espantarlas.
Para librarte de las moscas, vas a tener que recurrir a remedios químicos... O a un matamoscas.
La "efectividad" del 58 y otros remedios antimoscas está en tu cerebro
Es posible que recuerdes un momento muy divertido de Los Simpson que puede resumir por qué creemos que el 58 (y el resto de métodos) funciona. Lisa coge una piedra del patio de casa y le dice a Homer que es una "piedra antitigres". "¿Ves algún tigre a tu alrededor?", pregunta a su padre. Homer, después de esa prueba irrefutable, cree que funciona y le ofrece dinero por ella.
Como escribe Michael Shermer en The Believing Brain ("El cerebro que cree") estamos continuamente buscando patrones, es decir, relaciones entre hechos aislados. Por lo general, nuestra tendencia a identificar estos patrones es ventajosa, ya que nos ayuda a identificar novedades y resolver problemas. El problema viene cuando nos hace caer en el sesgo de correlación ilusoria, que nos lleva a asumir que hay relación entre dos variables aunque no haya datos que lo confirmen. Puede ocurrir con una piedra antitigres o con un número antimoscas.
Además del sesgo de correlación ilusoria, en este caso entra en juego el sesgo de confirmación. No solo se trata de que muchas veces apreciamos una correlación, sino que además escogemos solo la información que nos interesa. Como escribe Shermer, una vez hemos identificado lo que creemos que es la causa de un evento que acabamos de observar, tenemos tendencia a seguir "recogiendo información que apoye ese vínculo causal por encima de otras posibilidades". Es posible que ignoremos el 58 si vemos una mosca, pero si dibujamos uno y no hay ni una mosca alrededor, reforzaremos nuestra creencia de que funciona. Para evitar que estos sesgos te afecten, lo mejor tener a mano un matamoscas.
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