En 1969, Neil Armstong y Buzz Aldrin se dieron el primer paseo por la Luna. Solo tres meses después, un profesor y un estudiante de la Universidad de California-Los Angeles (UCLA) enviaron el primer mensaje por Internet.
No había cámaras ni millones de personas siguiendo el momento por televisión. Tampoco es de extrañar. Aunque marcó el inicio de una revolución tecnológica, no había mucho que ver: solo a alguien tecleando dos letras.
Unas semanas antes, en verano, había llegado a la universidad un ordenador llamado IMP, las siglas de Interface Message Processor (procesador de mensajes de interfaz). El equipo estaba bajo la supervisión de Leonard Kleinrock, un profesor que por aquel entonces tenía 35 años.
Técnicamente se trataba de una "minicomputadora", pero "mini" para los estándares de la época. Tal y como recoge Andrew Blum en Tubos: de cómo seguí un cable estropeado y descubrí las interioridades de internet, la máquina pesaba unos 400 kilos y había costado 80.000 dólares, que 50 años más tarde equivaldrían a medio millón de euros. Su tamaño era similar al de una nevera.
En 1967 el Departamento de Defensa de Estados Unidos había comenzado a desarrollar una red experimental de ordenadores llamada ARPA. Estaba bajo la dirección de Larry Roberts, que había compartido despacho con Kleinrock en el MIT, el Instituto de Tecnología de Massachussets. Allí, Kleinrock había publicado el primer artículo sobre el envío de datos en paquetes, una de las nociones básicas de la tecnología de internet.
Esta red, ARPA net, comenzó con cuatro universidades: UCLA, Stanford, Utah y California-Santa Barbara. Kleinrock se encargó de seguir y estudiar su funcionamiento. Por eso le tocó hacer la primera prueba.
El 29 de octubre de 1969, Kleinrock y un estudiante, Charles Kline, enviaron su primer mensaje a la Universidad de Stanford, a 600 kilómetros de distancia, donde había otro ordenador similar al IMP. Solo se iba a enviar el comando LOGIN, el que sirve para acceder a un sistema. UCLA enviaría las tres primeras letras, "LOG", tecleadas por Kline, y el ordenador de Stanford completaría la palabra tecleando "IN". Además de eso y para asegurarse de que todo iba bien, Kleinrock estaba también al teléfono con Stanford.
-¿Os ha llegado la L?
-Sí.
-¿Os ha llegado la O?
-Sí.
Lo que no llegó fue la G. La computadora de Stanford se cayó, por lo que el primer mensaje enviado con éxito en internet solo fue “LO”. Tras una hora más de trabajo y un nuevo intento, las tres letras de LOG cruzaron esos 600 kilómetros.
He aquí el primer mensaje de Internet
Fue un mensaje poco solemne, si lo comparamos con otros estrenos. En 1844, Samuel Morse envió por telégrafo un mensaje de Washington a Baltimore, con la frase What hath God wrought? (“¿Qué nos ha traído Dios?”). Alexander Graham Bell pudo decirle por teléfono a su asistente en 1876: “Señor Watson, venga aquí. Quiero verle”, en la primera conversación telefónica registrada (aunque Meucci inventara el teléfono años antes sin poder patentarlo). En internet tenemos “LO”.
En los textos de historia de internet se suele comparar este “lo” a “lo and behold!”, una expresión frecuente en las Biblias en inglés, que en las versiones en español suele aparecer como “he aquí”. Ese fue el título de la serie de documentales sobre internet dirigida por Werner Herzog en 2016. Kleinrock decía en el primer episodio que “no podríamos haber pedido un mensaje más breve, más poderoso, más profético”.
Aunque hoy se habla del “cumpleaños de internet”, la ocasión no se celebró particularmente, como se explica en Troublemakers: Silicon Valley’s Coming of Age, libro editado por la historiadora Leslie Berlin. Después de aquel mensaje no hubo ruedas de prensa ni nada parecido, más allá de una nota en un diario de trabajo de la universidad: “22:30, hemos hablado con SRI [Stanford Research Institute] de servidor a servidor. Hay una foto del cuaderno en la página de Kleinrock en la web de la universidad, donde sigue trabajando a sus 85 años.
La UCLA envió una nota de prensa en julio de 1969 (pdf) que recogía declaraciones del propio Kleinrock: “Por el momento, las redes de computadoras están en su infancia. Pero a medida que crezcan y aumente su sofisticación, probablemente veremos cada vez más servicios de computadoras, que, igual que los servicios de electricidad y teléfono, darán servicio a hogares y oficinas de todo el país”.
El profesor también contaba que las redes de ordenadores “no son un concepto nuevo del todo”, aunque hasta ese momento se trataba de redes para funciones muy concretas, como el sistema de reservas de aerolíneas Sabre. ARPA no tenía un propósito definido, como ha quedado claro años después, cuando usamos internet para ver series, buscar recetas, enviar mensajes y buscar una ruta sin atascos, entre otras muchísimas cosas.
Los medios no hicieron mucho caso: incluso el periódico de los estudiantes de la universidad, The Daily Bruin, apenas le dedicó al tema una esquina de su portada del 15 de julio: “Las computadoras del país se unirán aquí primero”. El artículo detallaba que en el proyecto participaban 20 personas de UCLA, incluyendo a 15 estudiantes. (Una reproducción de esta portada está en la foto que abre esta noticia, colgada en la pared detrás de Kleinrock).
El ordenador dejó de usarse en 1982. Como recoge también Blum en Tubos, la universidad estuvo a punto de tirarlo a la basura. “Nadie pensaba que esta máquina fuera importante”, explicó al autor Kleinrock, que logró salvarla a tiempo. En 2011 se abrió el Kleinrock Internet Heritage Site and Archive. Y un perfil de Twitter de lo que ahora es el UCLA Net Studies. Su primer tuit: “Lo”.
LO
— UCLA KCIS (@UCLANetStudies) March 3, 2011
La sala se reconstruyó tal y como estaba en 1969, con una placa en la puerta que dice: “Lugar de nacimiento de internet”. Aunque según explica la web del centro, es algo más pequeña que entonces.
Suponemos que también hay wifi.
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