"¡Hemos llegado, chicos!", celebra uno de los tuits más populares que recuerdan durante estos primeros días de noviembre que la futurista Blade Runner (1982) está ambientada desde ya en el presente y, en breve, en el pasado. Muchos de esos mensajes comparten el rótulo de la película en el que indica la fecha y lugar en la que ocurre la historia: Los Ángeles noviembre de 2019.
Blade Runner was set in November, 2019. We made it folks.#BladeRunner pic.twitter.com/o9jMZlMmgP
— James Melville (@JamesMelville) November 1, 2019
Como decíamos al comenzar el año, la cinta de Ridley Scott es a los relatos futuristas lo que Alfred Hitchcock a los de suspense: la Biblia que dicta sus mandamientos básicos. Pero eso solo significa que Blade Runner impone normas éticas y estéticas en los títulos posteriores del género, no que acierte necesariamente en sus predicciones.
Su idea de una sociedad con androides que parecen modelos y coches voladores se concibió casi 40 años antes de que llegara esta fecha. Y eso que intentó arreglar el hecho de que Philip K. Dick, autor del relato escrito en 1968 en el que se inspira, imaginaba que todo este mundo ocurría en 1992.
Hay ciudades que se parecen a las de la película, por ejemplo Hong Kong, Seúl y barrios de Tokio como Shinjuku o Akihabara. Pero Los Ángeles, que es donde transcurre, no es precisamente uno de ellos. Sigue siendo un lugar más bien desértico.
Los Angeles, November 2019: Blade Runner vs. Reality. 😥 pic.twitter.com/YU0FfQ8KNF
— Nolan Gray (@mnolangray) November 1, 2019
Current date in Japan: November 1, 2019.
— 🎬Gyl𝕷𝖊𝖊nhaal🎬 (@Br4dAstra) October 31, 2019
Blade Runner confirmed. pic.twitter.com/nE2LJ0Lugd
El futuro que se nos ha pintado en la ficción nos decepciona a menudo. Queremos coches voladores, asistentes personales robóticos que nos lo hagan todo y estén siempre de buen humor... Pues Blade Runner, como tantas otras después, acertó mucho y falló mucho. Aunque sus aciertos o fallos no son lo más importante de la película, así es la realidad comparada con su distopía deprimente, aunque visualmente muy atractiva.
Sí acertó
1. La tecnología con reconocimiento de voz
En un momento de la película, Rick Deckard (Harrison Ford) pide a un ordenador a través de un comando de voz que haga zoom en una foto tomada a Rachael (Sean Young). En estos momentos de siris y alexas, bien sabemos todos que Blade Runner dio con la clave. Aunque lo que no nos advertía la película es que, a cambio, esos altavoces iban a grabar nuestras conversaciones…
2. El cambio climático
Lo sabían hasta cuando rodaron Blade Runner, pero hay líderes mundiales que todavía niegan lo evidente. La película acertó en el fondo, pero no en la forma. De hecho, en ese aspecto es muy de su tiempo, ya que sugería los problemas de clima llegarían por la amenaza nuclear, tan en la conversación en los años ochenta.
3. Todo es publicidad
El asunto de la publicidad masiva sí que ya estaba bastante clara en los ochenta. Times Square en Nueva York ya tenía neones gigantes, pero lo que no vieron venir fueron los banners en Internet. En lo que sí acertó es en el asunto del product placement. A lo tonto, en la película de Scott se cuelan todo el tiempo logos de Coca-Cola, Budweiser y la desaparecida compañía aérea PanAm (eso fue un fallo).
No acertó
1. Robots para todo
La inteligencia artificial está avanzando y ya hay quien ha construido un androide a su imagen y semejanza. Por ejemplo, el japonés Hiroshi Ishiguro, que tiene un robot humanoide idéntico a él y otro inspirado en su hija. Pero las creaciones de este Gepetto moderno no pueden ni de lejos cubrir todas las acciones que los replicantes de Blade Runner sí podían cubrir. Eran tantas que pasaban por humanos.
El profesor nipón, en cambio, está convencido de que esto es cuestión de tiempo y va a ocurrir en breve. En Verne, este mismo 2019 intentamos charlar sobre filosofía con un robot que hace anuncios en la tele.
Recordad que el futuro de Blade Runner comenzaba en noviembre de 2019. No veo replicantes por ningún sitio... Sólo satisfyers y coches híbridos de mierda. Decepción.
— Rafapasta (@Rafapasta) November 1, 2019
2. Gente mudándose a la Luna y a Marte
Dile a Greta Thunberg que quieres hacer un viaje en objeto volador que resulta cientos de veces más contaminante que los que hacemos ahora. A ver qué te contesta. Aunque seguimos soñando con estos viajes fuera de La Tierra, tiene pinta que es una idea solo para ricos -¿verdad, Elon Musk?- y que la huella ecológica está en una posición más alta en nuestra lista de prioridades.
3. Coches voladores
Un clásico de la ciencia ficción. Pues todavía estamos con patinetes por las aceras, así que no tiene pinta de que vaya a cumplirse esta idea en un futuro cercano. Katie Mack, astrofísica de la Universidad de Carolina del Norte, ya desmontaba en su perfil de Twitter en 2018 el mito del coche volador. Es una mala idea: "Ir en coche ya es lo suficientemente peligroso como para ponerle cohetes: Sácate una licencia de helicópteros", aconsejaba. Además, viendo cómo despegan y aterrizan esos cacharros en la película, están como para aparcarlos en zona verde...
4. Todo el mundo fumando
Por muy futurista que fuera la historia de Ridley Scott, buena parte de ella se inspiraba en el cine negro de los cuarenta y cincuenta. Y el tabaco viene dentro del paquete. Nada de tabaco de liar o cigarrillos electrónicos, el que aparece era el de cajetilla de 20 cigarrillos de los de toda la vida. Los personajes se pasan el día consumiendo este objeto que ahora está en vías de extinción y encima lo hacen en espacios cerrados. Pues justo en noviembre 2019 hasta la Sanidad española empieza a financiar parcialmente terapias para dejar de fumar en forma de pastillas.
La secuela reciente, ambientada en 2049, corrigió el tema del cambio climático y también el del vicio del siglo XXI (las apuestas) añadiendo una escena en un casino.
* También puedes seguirnos en Instagram y Flipboard. ¡No te pierdas lo mejor de Verne!