El Museo del Prado cumple años, ni más ni menos que 200. Desde que abrió sus puertas el 19 de noviembre de 1819 ha vivido una serie de cambios que le han llevado a convertirse en lo que hoy en día es: el museo más importante de España y uno de los mejor valorados a nivel mundial. Sus colas son míticas, cada día son miles y miles las personas que deciden perderse entre sus muros para conocer su extensa colección, principalmente de pinturas, que te colocan más cerca que nunca de la historia del arte occidental.
Pero para entendernos, mejor hablemos de cifras. Actualmente, el Museo del Prado cuenta con más de 1.700 obras expuestas, sin contar aquellas que exhibe en exposiciones temporales tanto dentro como fuera del museo. Y apenas vemos el 6% de las obras: el auténtico tesoro se encuentra a buen recaudo en los almacenes del museo que, contando con grabados, esculturas, dibujos y pinturas, guardan más de 27.000 piezas.
El panorama era muy diferente hace 200 años. Aquel 19 de noviembre, cuando el proyecto del rey Fernando VII, en realidad impulsado por su esposa María Isabel de Braganza, por fin veía la luz, lo hacía con tan solo 311 pinturas a disposición del público, todas ellas de la escuela española. Entre ellas ya figuraban algunas de las pinturas más importantes de la colección y que continúan disponibles actualmente, como Las Meninas de Velázquez o la Familia del Pajarito de Murillo. Por aquel entonces, los almacenes guardaban 1.500 obras más, todas ellas encontraban su origen en las Colecciones Reales y respondían al gusto de cada uno de los reyes que habían pasado por el trono español.
Los artistas de la colección
Las grandes pinacotecas, como por ejemplo la National Gallery de Londres, van construyendo sus colecciones en torno a un discurso concreto, normalmente buscando transmitir de la forma más completa posible la historia de la pintura. El Museo del Prado marca la diferencia en este sentido, ya que su colección es en realidad un reflejo fiel del gusto de la monarquía española, por lo que popularmente se ha dicho que no es un museo de pinturas sino de artistas. Los reyes españoles, tanto Austrias como Borbones, fueron recopilando obras de los artistas que les gustaban hasta formar las bases de la colección que ha llegado a nuestros días.
Así, el germen de la colección actual lo encontramos en las Colecciones Reales, además de las adquisiciones y donaciones posteriores y su unión en 1870 con los fondos del Museo de la Trinidad, formado con bienes recaudados bajo la desamortización de Mendizábal. Después se unieron los del Museo de Arte Moderno. Cada uno de los reyes que se han ido sucediendo desde el siglo XVI ha dejado su huella en la colección, adquiriendo obras a su gusto. Esto nos hace entender, por ejemplo, la notable presencia de Tiziano, ya que monarcas como Felipe II o Felipe IV admiraron a los artistas venecianos.
Este hecho ha convertido al Museo Nacional del Prado en el museo con más obras de artistas tan reconocidos como El Greco o Tiziano, de los que conserva y expone alrededor de 40 obras. Velázquez es otra de las figuras centrales, con casi 50 obras y, por otro lado, está Rubens, que prácticamente alcanza las 100. Pero el artista mejor representado con abrumadora diferencia es Francisco de Goya, con más 130 pinturas y la colección más completa de grabados, dibujos y estampas. Aquí puedes ver todos.
Las mujeres artistas no encuentran su hueco en el museo. Y es que, aunque se está intentando enmendar con la reciente salida a exposición de obras como “El Cid” de Rosa Bonheur, la brecha de género sigue siendo una cruda realidad: el catálogo completo del Prado cuenta con la presencia de 33 pintoras frente a la abrumadora cifra de 4.926 pintores. Eso sí, expuestas solo hay obras de siete. Un recorrido por las obras de autoras femeninas sigue siendo una visita más breve de lo deseado, pero la dirección del museo ha manifestado su intención de seguir luchando por reducir esta diferencia.
Los visitantes del Museo del Prado
En 2018, 3.672.853 personas visitaron las colecciones del Museo del Prado, tanto en el propio museo como en las exposiciones temporales que se realizadas en localidades españolas y extranjeras. A su sede principal acudieron 2.892.937 visitantes. Casi el 60% de los visitantes venían del extranjero, convirtiéndolo en líder indiscutible de los museos españoles en lo que a número de visitas se refiere. Puedes saber más sobre sus visitantes aquí.
Actualmente, el Prado solo cierra tres veces al año: en año nuevo, día 1 de enero; el 1 de mayo, Día del Trabajo y por Navidad, el día 25 de diciembre. Ha quedado muy lejos del momento de su fundación, cuando sus puertas solo se abrían una vez por semana y el acceso era imposible sin una recomendación. De hecho, el Museo del Prado se funda como Museo Real para albergar las colecciones privadas de los reyes. Se mantiene así hasta 1868, con la llegada de la Revolución Gloriosa, que supuso la caída y exilio de la reina Isabel II. En ese momento pasa a ser Museo Nacional y, por lo tanto, se convierte en patrimonio de todos los españoles.
Existió un área si cabe más restringida. De 1827 a 1838, el museo contó con una sala en la que se exponían desnudos femeninos, conocida como la Sala Reservada. A esta sala solo tenían acceso las personalidades más cercanas al monarca. El llamado “Gabinete de Descanso de Sus Majestades” no era una tradición nueva, pues ya había existido con anterioridad en otras instituciones como el antiguo Alcázar de Madrid. De hecho encontramos su origen en el siglo XVI, cuando Felipe II encargó obras de desnudo a Tiziano, como Venus y Adonis, para “su uso y disfrute personal”.
¿Cuánto nos llevaría ver la colección completa actual? Pongamos que el tiempo medio que pasamos contemplando una obra es de 10 segundos. En algunas obras pasaremos más y en otras menos pero establezcamos como media esa cifra. Ahora imaginemos que somos uno de los privilegiados que tuvo la oportunidad de visitar el Museo del Prado en 1819, poco después de su apertura. Para poder apreciar cada una de las pinturas con detenimiento tendríamos que pasar más de 51 horas en su interior, poco más de dos días completos. Si la cifra ya impresiona, la actual resulta increíble: se necesitarían unas 283 horas para ver todo el museo, casi 12 días completos recorriendo sus galerías. Y eso solo con las obras expuestas, claro.
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