Pedro Correa dio un giro a su vida el día que murió su padre. “Él tenía 56 años y yo, 29. Un día estaba fuerte como un roble y al día siguiente se fue. Todos sabemos que somos mortales, pero una cosa es saber que somos mortales y otra que vamos a morir. Ese día mi voz interior cogió un megáfono e hizo enmudecer a todas las demás voces. Me preguntó sin rodeos: ¿Ahora que ya sabes que te puedes morir mañana, cambiarías algo de esta última jornada que acabas de vivir? Es imposible vivir como antes cuando uno se hace esta pregunta al final de cada día”, dice en francés en el vídeo que abre este artículo (se puede ver traducido al castellano seleccionándolo en los subtítulos).
Las palabras de este fotógrafo nacido en Madrid hace 41 años se han escuchado mucho en Bélgica y Francia en las últimas semanas. Las pronunció el 28 de noviembre en la graduación de los alumnos de Ingeniería de Telecomunicaciones de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). El vídeo de su discurso, en el que habla sobre la importancia de aprovechar el tiempo y no de atarse a un trabajo que cause infelicidad, ha viralizado en Facebook en países francófonos de Europa. “Estoy impresionado con el impacto que ha tenido”, dice a Verne por teléfono Correa, residente en Bruselas.
El post anterior, con cinco millones de reproducciones en tres semanas desde el 15 de diciembre, es el más compartido con la intervención de este fotógrafo. Pero se ha difundido mucho más: la publicación en la cuenta de Facebook de Correa lleva medio millón de visualizaciones y medios francófonos se han hecho eco del discurso. Este fotógrafo nació en Madrid, pero ha vivido la mayor parte de su vida en Francia y en Bélgica.
Correa no habla en la graduación por ser profesor de los alumnos. Hace tiempo, él fue ingeniero y se doctoró en la misma universidad en la que dio el discurso. Pero trabaja como fotógrafo y está especializado en fotografía urbana.
“Algunos intentarán embelesaros con contratos y cochazos y os dirán que esa es la prueba del éxito. Yo solo tengo la prueba de mi propia felicidad cuando me levanto cada mañana para hacer mi trabajo ”, dice Correa en su discurso viral, en el que invita a los alumnos a no atarse a un trabajo que les genere infelicidad. Entre otras cosas, para evitar episodios de depresión por la exigencia del mercado laboral actual.
El fotógrafo anima a los alumnos belgas a dedicarse a algo que les haga felices, que les llene: “Siempre que estemos en un camino de autenticidad, que nos corresponda, nunca habrá malas decisiones [...] Mi camino comenzó con una condición fundamental y pienso que fue escuchar mis propios deseos, escuchar mi voz interior. Esa voz interior no tiene nada de místico, solo es mi propia voz. Vuestra propia voz. Una voz auténtica que no le tiene que dar cuentas a nadie”.
Correa cree que esa voz es “superdifícil de oír” porque le ponemos “otras voces por encima, la de los padres, los profesores o la publicidad”. El fotógrafo añade que “todos tenemos en nuestro fuero interno la voz que saber mejor que nadie lo que nos conviene”.
En otra línea del discurso, Correa ensalza a los jóvenes: “Cuando miro a mi alrededor, me doy cuenta de que los más viejos no tenemos nada que enseñaros. Es más bien al revés. Cuando veo los valores de consumismo, egocentrismo, acumulación y competición, valores sobre los que las dos generaciones anteriores han construido el sistema en el que intentamos no ahogarnos hoy en día, y luego veo las muestras de solidaridad, conciencia colectiva y empatía -en referencia a la defensa por el medio ambiente- que brillan en los ojos de los jóvenes de hoy en día, me parece que aún nos queda todo por aprender de vosotros”.
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