Vulva o vagina: la recurrente confusión de la que no se libra ni 'Sex Education'

No llamar a las cosas por su nombre, ya sea por tabú o por censura, ha afectado a nuestro conocimiento

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Una manifestante, con un cartel donde se lee 'Viva la Vulva', en una protesta celebrada en Múnich en 2018 contra el sexismo, la violación y el acoso sexual.
Una manifestante, con un cartel donde se lee 'Viva la Vulva', en una protesta celebrada en Múnich en 2018 contra el sexismo, la violación y el acoso sexual.. Getty Images

En un episodio de su serie documental The Goop Lab, en la que Gwyneth Paltrow repasa su estilo de vida y que puede verse en Netflix, la actriz anuncia emocionada que va a hablar sobre "nuestro tema favorito: ¡las vaginas!". Al momento, Betty Dodson, una educadora sexual estadounidense que lleva décadas enseñando técnicas de masturbación a mujeres, le corrige: "La vagina es solo el canal del parto. Tienes que hablar de la vulva, que incluye el clítoris, los labios internos y todas esas otras cosas buenas a su alrededor". El episodio, que se titula "El placer es nuestro", empieza así, poniendo los puntos sobre las íes de la anatomía genital femenina.

La confusión entre los términos "vulva" y "vagina" es una constante que vemos incluso en series que se caracterizan por un abordaje claro y riguroso de la sexualidad. En una de las tramas de la primera temporada de Sex Education, la popular serie británica también disponible en Netflix, empieza a circular por el instituto la foto de una alumna desnuda. Para apoyar a esta víctima de sexting, un grupo de chicas se organiza al grito de "es mi vagina". La escena, que es una gran muestra de solidaridad, también habría sido más correcta de haber dicho "es mi vulva", porque es la parte visible en ese tipo de imágenes.

En la recientemente estrenada segunda temporada de la misma serie se mantiene la confusión. En el quinto episodio, la terapeuta sexual, interpretada por Gillian Anderson, habla de los puntos de placer en la vagina mientras enseña la reproducción de una vulva. No es una cuestión del doblaje, ya que el error se aprecia tanto en inglés como en castellano. Y, para más inri, extrae el clítoris de la maqueta como si solo fuera una pequeña parte externa en vez de algo extenso con ramificaciones que bordean la vagina.

Así pues, para apuntalar mejor los conceptos, diremos que la vagina es la parte interna de los genitales femeninos. Es decir, el conducto que asciende desde la parte externa hasta el cuello del útero. Mientras, la vulva es la parte externa. Es decir, la que rodea la entrada de la vagina e incluye el clítoris, el orificio uretral, los labios mayores y los labios menores. En otras palabras: en el sexo oral está implicada, mayormente, la vulva; en la penetración, entra en juego la vagina.

Desde el punto de vista lingüístico, llamar "vagina" a la vulva es una metonimia, figura estilística que consiste en denominar una parte por otra contigua. Pero parece que nuestro abuso de la palabra vagina se debe más al desconocimiento que a cualquier pretensión literaria o de estilo. Sin abandonar cuestiones lingüísticas, resulta curioso hacer una búsqueda de los primeros usos de ambas palabras en castellano. En el suplemento al diccionario de Covarrubias, de 1611, aparece un ejemplo de uso de la palabra "vulva": "Con gran promptitud aquella simiente humana la transportan en la vulva de la muger con que puede concebir y haçerse preñada". Como vemos, ya entonces su significado ya se mezclaba con el de la palabra "vagina".

Escena de la segunda temporada de Sex Education en la que Gillian Anderson habla de los puntos de placer en la vagina mientras enseña la reproducción de una vulva.

¿Por qué no hemos corregido esta desviación en el uso después de tantos siglos? Es bastante posible que tenga relación con que las conversaciones sobre genitales, tanto femeninos como masculinos, hayan pasado tanto tiempo convertidas en tabúes. Prueba de ello son los incontables eufemismos y los interminables rodeos a los que recurrimos para nombrar los genitales femeninos. O que profesionales como Elena Ochoa, la presentadora del mítico programa de los 90 Hablemos de sexo, tuviera serios problemas para decir en televisión palabras como pene, testículos o clítoris. O que incluso hace pocos meses supiésemos que la ginecóloga Jennifer Gunter, autora del libro La biblia de la vagina y colaboradora de The New York Times, denunció que Facebook, Twitter e Instagram habían bloqueado contenidos promocionales de su libro por utilizar la palabra "vagina".

No llamar a las cosas por su nombre, ya sea por tabú o por censura, afecta a nuestro conocimiento de esas realidades. Y como denuncia la propia Jennifer Gunter, también hace que busquemos en el mercado productos comerciales (algunos vapores vaginales, brillantina, las barras para el endurecimiento de las paredes...), que en realidad no necesitamos: "La idea es sacar provecho de la incapacidad de la sociedad de sostener discusiones públicas, y maduras, acerca de la vagina y la vulva".

Sergio Fosela, sexólogo especializado en sexualidad femenina, reconoce que la confusión entre vagina y vulva podría estar remitiendo entre las generaciones más jóvenes. "La confusión quizás se da más en personas ya adultas, debido a que antes se le llamaba vagina a todo. Y quizás los jóvenes lo tengan un poquito más claro", cuenta a Verne. Es probable que en este cambio tenga que ver la aparición de vulvas en producciones culturales, como en el videoclip de la canción Pynk, de Janelle Monáe, que acumula más de trece millones de reproducciones en Youtube:

Pero eso no quita que nos encontremos lejos de una situación ideal. Para Fosela, "en términos generales, aún hay un gran desconocimiento de los genitales femeninos tanto anatómica como eróticamente, y por parte tanto de hombres como de mujeres. Muchas no se han mirado nunca su vulva. Y muchos hombres, centrados en el coito, apenas se han parado a mirar y explorar".

Tanto no conocer la propia anatomía como no nombrarla correctamente puede limitar el placer. Según el sexólogo, "hay que tener en cuenta que cada parte de la vulva tiene cualidades para provocar placer. Así que si se desconoce y/o no se explora, el placer será muy focalizado y limitado". Conociendo la existencia de clítoris, labios mayores o menores y de su situación, será más sencillo entender los diferentes puntos de placer. Es decir, la exploración se amplía si sabemos qué tenemos que explorar.

Por otro lado, continúa, llamar a las cosas por su nombre también tiene relevancia clínica porque "al referirnos a los genitales femeninos, si es necesario especificar algo respecto a la vulva o a la vagina (sea estímulos, disfunciones, dolores, patologías, etc...) nos va a permitir entender y que nos entiendan mejor. Al igual que no le llamamos pierna al brazo, a cada parte hay que nombrarla como es", concluye Fosela.

En el último episodio de la segunda temporada de Sex Education, aparecen alumnos y alumnas del instituto con unos sombreros con forma de vulva (suena raro, lo sé, pero no explicaré más por no hacer spoiler). En la versión en inglés, hablan de esos complementos como vaginas. En la versión doblada al castellano, en cambio, los nombran de manera correcta: vulvas. Hay confusión pero parece que también hay algo de esperanza en que, al final, la vulva encontrará su lugar en la lengua.

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