Eneida Rendón (Sinaloa, 1983) nació sin poder ver. Inició su educación primaria con ayuda de libros en braille, pero cuando cumplió 14 años, Rendón perdió el sentido del oído por completo. “Los maestros dijeron que ya no podía ir a la escuela porque era una distracción para los demás”, cuenta Rendón a Verne, vía telefónica. Sus lecciones de piano, que había iniciado al ingresar a la secundaria, también fueron suspendidas. “Mi maestra me dijo que para ser buena pianista necesitaba oído, aunque yo podía sentir las vibraciones del instrumento”, comenta.
Rendón pasó once años sin poder ver ni escuchar. Pero el aislamiento no fue a causa de su sordoceguera, sino que inició con la negativa de sus profesores de darle clases. Por iniciativa propia, aprendió a usar una computadora que despliega comandos en sistema braille para poder continuar con sus estudios. Cuando cumplió 24 años, esta sinaloense pudo recuperar el sentido del oído gracias a un implante coclear. “Fue muy emocionante volver a escuchar la voz de mi mamá, de la música”, recuerda.
Doce años más tarde, Rendón ha concluido su educación superior en la Universidad de Guadalajara y también hace presentaciones de piano.
Superar la barrera de la discriminación fue uno de los grandes retos para Eneida. De acuerdo con datos del Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad (Conadis), 7,1 millones de personas viven con alguna discapacidad. De ellas, 4,1 millones tienen alguna discapacidad visual y 2,4 con discapacidad auditiva. Pero solo 466.178 personas padecen sordoceguera. “Son múltiples las causas de la hipoacusia (pérdida de la audición), pero un implante coclear le da la posibilidad a los pacientes de mejorar y transformar su vida”, dice a Verne Jimena Atuán, médico especialista en audiología de MED-EL, firma especializada en implantes auditivos. El 25 de febrero se conmemora el Día internacional del implante coclear para fomentar que los pacientes con alguna discapacidad auditiva puedan rehabilitarse.
A raíz de su pérdida auditiva, Rendón tuvo dificultades para volver a hablar, aunque hoy su lenguaje es fluido. “Tuve que trabajar mucho con rehabilitación, porque fueron muchos años sin escuchar”, comenta. “Con el implante soy más independiente, hablo por teléfono, escucho música”, dice.
Según datos de la Secretaría de Salud, al año se realizan unos 300 implantes cocleares, lo que a decir de Atuán debería ser más amplio para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad auditiva. “Entre más jóvenes son los pacientes, más posibilidades tienen de mejorar sus capacidades lingüísticas y de socialización”, comenta.
Para Rendón, escuchar le devolvió la capacidad de hacer música, una de sus grandes pasiones. “Toqué con una orquesta en Saltillo y estaba muy nerviosa, pero pude enfocar mi oído y ejecutar las piezas”, comenta.
Una de las inspiraciones de esta pianista es Beethoven. “A pesar de su sordera tiene composiciones hermosas”, dice. Aunque no ha realizado una presentación reciente, Eneida se dice entusiasmada de volver a tener una presentación pública. “Yo espero que se rompan los mitos en torno a los implantes, porque como yo, muchas personas pueden llevar una vida plena”, finaliza la músico.
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