Burguer de quinoa y rulo de tofu: hasta dónde ha entrado lo vegetariano en nuestra lista de la compra

En los últimos años la oferta se ha adaptado al aumento de consumidores

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Una mujer leyendo una etiqueta en un supermercado
Una mujer leyendo una etiqueta en un supermercado. Getty Images

Veggieburger de quinoa, salchichas de tofu con proteína de soja y trigo, bebida de trigo espelta, soja texturizada, seitán a la plancha, rulo vegetal de tofu y algas... Hace años, estos nombres apenas aparecían en las listas de la compra. "El producto vegano y ecológico antes solo se encontraba en tiendas especializadas y herboristerías", recuerda Marina Gabáz, oscense de 25 años y vegana desde hace ocho. Sin embargo, con el paso del tiempo, estas opciones alimentarias han ido abriéndose camino. "Ya no hace falta desplazarse a las ciudades grandes para comprarlos. Ahora, además de Internet, los encuentras en los grandes establecimientos de cualquier ciudad", añade Gabáz.

Desde hace ya décadas, la prestigiosa revista británica The Economist publica un número especial con sus predicciones para cada año que comienza. Y en el número que anticipaba lo que ocurriría en el mundo durante el año 2019, lanzó una afirmación categórica: 2019 iba a ser el año del veganismo. A este artículo le siguieron muchos en otros medios que, más o menos, vaticinaban lo mismo.

Ahora que ya han transcurrido unos meses de 2020, nos hemos preguntado hasta qué punto se ha cumplido en España esa predicción. Por un lado, revisando los datos disponibles sobre consumo veggie (vegetariano -quienes consumen productos de origen vegetal junto a productos derivados de los animales como huevo o leche- o vegano -quienes eliminan no solo de su alimentación todo producto de origen animal sino también de su vida diaria-). Y, por otro, preguntándonos hasta qué puntos estas tendencias son ya visibles en nuestros supermercados.

Los datos de las instituciones españolas no están tan actualizados como para responder a estas cuestiones, por lo que solo podemos hablar de que diferentes investigaciones sí habían detectado un crecimiento generalizado de estas opciones en los años previos. En el último informe "Buceando en las tendencias alimentarias de los españoles" del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, se constata que la respuesta "Soy vegetariano" o "Soy vegano" había pasado de 2,4 puntos porcentuales en 2017 a 3,0 en 2018.

Además, el "Informe de Consumo Alimentario en España", del mismo ministerio, ofrece algunos datos que apuntan en una dirección parecida. El consumo de carne de vacuno, por ejemplo, sufrió una caída del 5,2% en 2018 con respecto a 2017. Y el de pescado cayó un 2,4% en ese mismo periodo. Y si comparamos los kilogramos de carne que una persona consume al año, el consumo per cápita, también se aprecia ese descenso entre 2017 y 2018, pasando de 47,6 kilos por persona anuales a 46,19.

Los estudios de consultoras privadas muestran datos parecidos. En 2017 la consultora Lantern, que investiga las nuevas tendencias de los consumidores y mercados, publicó un estudio titulado "The Green Revolution" [la revolución verde] según el cual el 7,8% de la población adulta en España declaraba ser veggie: personas que colocaban el reino vegetal en el centro de su alimentación. Dos años después, ahora sí en 2019, las cifras habían cambiado: uno de cada diez españoles se identificaba como veggie, "suponiendo 3,8 millones de consumidores veggies mayores de 18 años en España y sumando un crecimiento total del 27% entre el 2017 y 2019". Este estudio también muestra el perfil de las personas veggies corresponde en un 64% a mujeres.

La consultora Kantar, por su parte, ha llegado a unas conclusiones similares a través del estudio del consumo de proteína animal, aquella que se encuentra tanto en la carne que consumimos como en otros productos de origen animal como los huevos y la leche: "Año a año vamos reduciendo las ingestas de proteína animal en los hogares", señala Edurne Uranga, consumer director en Kantar Worldpanel Division. Sus estudios muestran otro dato interesante: la reducción en el consumo de proteína animal acontece fundamentalmente dentro de casa, no tanto cuando comemos en restaurantes.

La dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos Beatriz Robles nos ofrece una interpretación de este aluvión de datos: "Es un hecho que el consumo ha descendido de un año para el otro por muchos motivos: de salud, éticos, medioambientales o de sostenibilidad. No es de extrañar, por tanto, que vayan apareciendo datos así", señala la especialista.

La presencia en supermercados

Actualmente no existe una regulación europea que certifique los productos aptos para veganos o vegetarianos, pero la entidad privada Unión Vegetariana Española otorga un sello que se conoce como V-LABEL. Si en 2011 solo había una empresa que contara con ese sello, en la actualidad hay 447 entidades que la usan. En la misma línea, en 2016 había más de 600 productos que contaban con ella, y esa cifra se ha disparado actualmente hasta los 4.221 productos.

En Verne hemos solicitado datos a algunos supermercados y, efectivamente, el cambio en los últimos años ha sido sustancial. Un ejemplo: en 2016, la empresa de supermercados Aldi contaba con tres productos veganos de su propia marca con esa etiqueta. En 2019, esa cifra ya alcanzaba los 72 productos: 68 veganos y 4 vegetarianos.

Por su parte, la empresa Lidl nos cuenta que en estos momentos oferta 40 productos específicos pensados para este segmento de la población: "Nuestros productos veggies y veganos forman parte de nuestro surtido fijo desde hace algo más de un año", cuentan por correo electrónico. Estos datos confirman que las opciones veganas y vegetarianas se han asentado definitivamente en nuestros supermercados, con la creación incluso de secciones específicas.

"Se están viendo productos que no se comercializaban tradicionalmente en España", dice la experta nutricional Robles. "Tofu, soja... es brutal. Ha crecido el stock", declara la oscense Gabáz. "Ahora la soja tiene multitud de formas. Le ponen mil formatos. Se está vendiendo mucha semilla: chia, lino, semillas de cáñamo, el sésamo, las semillas de amapola.. En los supermercados están por todos los lados: bulgur, sémola, mijo", enumera. "Estos cereales antes no se llevaban y ahora están en pleno boom".

Otro indicador sobre la penetración de estas opciones sería el consumo de bebidas vegetales, como las elaboradas con almendra, arroz, avellana, avena, espelta, nueces o soja. En este caso, el Ministerio de Agricultura no ofrecía datos concretos hasta 2019, de modo que para conocer la tendencia habrá que esperar algunos años. Sea como sea, los datos del año pasado muestran que se vendieron más de 18.349 miles de litros, con presencia en un 15% de los hogares españoles.

Comida saludable

Más allá de la abundancia de semillas y productos que mencionaba Marina Gabáz, también han aflorado en las estanterías de los supermercados alternativas veganas o vegetarianas a productos que originalmente son de origen animal, como hamburguesas de quinoa o salchichas de tofu. Es decir, productos que imitan a los cárnicos, pero que están hechos con vegetales. "Si se están lanzando estos productos es porque se ha detectado que hay un público objetivo que los puede comprar. Otra cosa es si estos productos son más o menos saludables", afirma la nutricionista Robles. Por eso, recomienda que no perdamos de vista sus ingredientes y su composición, y también recuerda que las frutas y las verduras tradicionales son siempre una opción saludable al no estar procesadas.

El joven diseñador gráfico Adrián López, de 26 años y vegano, llama la atención sobre el mismo aspecto. "En los últimos años esto se ha disparado y hay cada vez más opciones, aunque es cierto que algunas son de dudosa calidad nutricional. Por una parte, me alegra que estos productos estén en el supermercado porque se normalizan. Pero, por otro, tampoco debemos perder de vista que hay que comer bien", explica.

Adrián López también recuerda que "el veganismo no es sólo una dieta. Ser vegano es el conjunto de ideología que está relacionada con el antiespecismo" y eso implica también, tal y como ya contamos en Verne, que la ropa sea libre de tejido de origen animal y que los productos de cosmética no hayan sido testados en animales, entre otros. De los 4.221 productos con la etiqueta V-LABEL que hay en la actualidad, nos encontramos con que 4.014 corresponden a alimentación, 161 a cosméticos y 46 a ropa y otros productos.

Marina Gabáz, en general, celebra que la industria esté introduciendo estas opciones: "Al final tienes más acceso", Aunque desconfío de las intenciones de las empresas: "En ocasiones no les importa el cambio climático ni nada. Solo quieren un público diferente y más dinero. No tenían cubierto ese nicho, y de ahí ganan dinero", explica. "Muchas veces les da igual si es ético o no. No hay más que ver los anuncios lácteos para saberlo. Dan a entender que las vacas están libres por el campo. Incluso hay un anuncio en el que les tocan música", concluye Gabáz.

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